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Filosofía marismeña



RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI

Simbología religiosa


Jueves 03 de Enero de 2019 7:37 am


CUANDO hablamos de símbolos, nos referimos a la representación de una idea o imagen. En todas las religiones se utiliza una simbología, la cual representa verdades ocultas o ideas profundas que surgen en la existencia humana acerca de estos temas. Muchos de ellos nos explican el cosmos, la fertilidad, la felicidad, ritos diversos o cualquier cosa que esté al alcance del entendimiento del ser humano. En la simbología también se utilizan animales, piedras, trazos, criaturas raras, lo que surge de lo sublime y peculiar de la diversidad cultural.

En la religión católica se utiliza la cruz, la cual simboliza el fuego, la energía, la purificación y las buenas acciones, incluso representa estar con Dios y el sentido desconocido de una iniciación. Es fuente de irradiación, se trata de un símbolo consagrado de una verdad que se utiliza como un talismán. Dicen que si la persona lleva el objeto cargado en su cuello, sentirá esa protección, sin embargo, si está desapegada de estas tradiciones y costumbres, porta al talismán como una imagen con valor superfluo. Usar la cruz significa portar el símbolo de identidad, crucifixión de Dios y su fe, es creer en la resurrección, en la liberación de las almas, en la salvación de todos los seres humanos.

Un iniciado vive una reencarnación en su ritual, lo experimenta, es algo mucho más profundo que la vida terrestre, es sublimación en la idea encarnada entre una vida inferior y superior, en ese sentido asocia la cruz con su iniciación al pasar por el fuego y el mar de bronce, que dejará oculto en su enseñanza liberadora. 

La cruz nació sin energía cósmica, en un plano negativo, representando muerte y castigo, pero a través de miles de años, los cristianos le fueron inyectando la energía positiva, fortificándola. Entre mayor sea el número de personas que la porten en una comunidad, dicen que mayor es la energía que se emana en ese entorno, y si se trabaja para atraer energía buena, la lograrán.

El cáliz es el vaso más sagrado y la figura del lenguaje oculto que se utiliza como la sangre de Cristo. A los creyentes se les ha dicho que está en el santo sepulcro en Jerusalén y se le presentó al Salvador en el calvario. En todos los ritos iniciativos se presenta y cada cual lo representa a su muy particular manera.

El grial es el punto de partida e inicio en el misterio de un ser humano, cuando la mente domina la acción y la persona comienza a sentir dentro de sí la gloria de una iniciación, a través un secreto revelado. Es el cimiento del significado profundo que existe entre la relación del humano y su naturaleza, el nacimiento de su instintivo, la base de su cuerpo emocional, lo que busca la persona en la vida, trazando un nuevo sendero, desde su límite a su verbo. No basta conocer el sacramento o el ritual, sino convertirse en su propio sacramento.

No basta con entrar a un templo para poseer el conocimiento, ni ser lector de sus postulados, eso sólo es una pequeña parte conocida como voluntad. Lo que interesa es lo que se asimila o practica. 

Se bautiza siendo niño, es la gracia que la iglesia otorga, es la garantía de que ese niño se desarrollará en esa fe, y sus padres y padrinos adquieren el compromiso en educarlo en ella. Jesús dijo que quien no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. El bautismo sustituyó a la antigua circuncisión, la cual se le practicaba al niño en su octavo día de nacido. Al inicio de esta práctica, la mayoría era adulto al momento de su conversión a esta religión, posteriormente se generalizó a mujeres, niños y esclavos. Los cristianos, en sus inicios lo consideraban como la antigua Arca de Noé, donde mediante el bautismo se salvaba la familia completa al subirse al barco de Dios.

El ser bautizado es aceptar permanecer dentro de esta religión, sin embargo, muchos de estos niños conforme crecen, optan por emigrar a otra religión, la objeción que reflexionan es que fueron bautizados sin su consentimiento y tienen derecho a cambiar, es decir, el niño recibe la fe de sus padres y padrinos en un inicio a diferencia de iglesias pastorales, quienes se niegan a bautizar a la persona si no está consciente del significado del acto.