Cargando



Contraste



GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

Dos crímenes


Viernes 04 de Enero de 2019 7:37 am


DOS asesinatos de mujeres mayores en una misma zona del centro de la capital del estado, ocurrido uno y otro con la diferencia de un mes, cometidos por móviles similares y de formas parecidas, se convierten a la vez en dos feminicidios de los que, sin embargo, ni las autoridades de Seguridad Pública, municipal y estatal, ni de la Fiscalía, han dicho algo. 

El 1 de diciembre, una mujer de 92 años de edad fue encontrada asesinada por ahorcamiento en su propia casa, entre las calles Matamoros y General Núñez, en el centro de la ciudad de Colima. En su reporte, nuestro compañero Sergio Uribe refiere que, al parecer, la víctima sorprendió a ladrones que entraron a robar a su vivienda y eso le costó la vida. No hubo reporte oficial ni tampoco se sabe de avances en las indagatorias, en caso de que las esté llevando a cabo la Fiscalía General del Estado. Se trata, pues, de un grave delito dominado por la opacidad informativa y por la impunidad.

El pasado 1 de enero, apenas iniciado el año, otra mujer, esta vez de 72 años de edad, fue atacada con arma punzocortante en el cuello. Fue asesinada en su propia casa, ubicada en la calle 27 de Septiembre. Otra vez, en el centro de la ciudad de Colima. Otro crimen cometido por presuntos ladrones. De nuevo no hay reporte oficial del hecho, ni una sola palabra respecto a los avances de las investigaciones.

Ambos crímenes no tienen nada que ver con la vorágine violenta ocasionada por grupos del narcotráfico. Son dos arteros asesinatos cometidos contra mujeres adultas indefensas, que estaban solas en sus casas, que presuntamente fueron también víctimas de robo. Son dos casos similares, que bien pudieron cometer las mismas personas, digo esto porque están relativamente cerca uno y otro domicilio de las víctimas, y por tanto se estaría convirtiendo en una nueva forma de atentar contra el patrimonio y la vida de un sector de la población bien identificado.

Por eso, llama mucho la atención que la Fiscalía General del Estado no se pronuncie al respecto, que no dé a conocer los hechos de manera oficial ni el proceso en que se encuentran las indagatorias. No decir nada y no hacer nada, sólo provoca que crezca el miedo entre las madres y abuelas que viven solas o que pasan buena parte del día solas en sus casas, especialmente en esta parte del centro de la ciudad de Colima donde se han cometido los dos crímenes.

Es cierto que a la población no se le puede brindar seguridad personal ni en la calle ni en su casa, pero también es verdad que hace falta más vigilancia en la zona centro de la capital del estado, donde no cesan los cristalazos a vehículos y el robo de unidades, los asaltos en la calle, los robos a casas habitación y, en el lapso de un mes, dos mujeres mayores han sido asesinadas de manera violenta en sus propios hogares.

Los electores no votaron para que el Alcalde de esta ciudad se la pase limpiando espacios públicos y repintando machuelos, pues en tal caso le saldría más barato al pueblo imponer en el cargo a un trabajador del Departamento de Limpia. Ya es tiempo de que el gobierno municipal asuma su responsabilidad en materia de seguridad pública y cumpla con su obligación de vigilar y patrullar la zona centro, como lo indica el convenio de colaboración que desde hace años firmó con el Gobierno del Estado.

Es tiempo, también, de que la Secretaría de Seguridad Pública revise la manera en que está trabajando, para que corrija lo que no está haciendo bien y mejore donde está dando margen a los delincuentes para cometer sus fechorías, todas graves, pero ya intolerables cuando hay sujetos que les ha dado por entrar a viviendas de mujeres mayores y solas, no sólo para robarles sus pertenencias, sino también para quitarles la vida.

Y ya es tiempo de que la Fiscalía deje de lado la opacidad y entienda que en su mal intento de ocultar los delitos, lo único que logra es aumentar la incertidumbre social, porque aunque no exista un reporte oficial, la gente se entera de lo que está pasando y se empieza a generar un temor fundado por la inseguridad en la que pueden estar nuestras madres y abuelas en sus propias casas. Apostarle al olvido y a la impunidad de ambos crímenes, no es opción.