A propósito...
FERNANDO MORENO PEÑA
El problema está en el aire
Sábado 05 de Enero de 2019 7:20 am
EFECTIVAMENTE, parece que los dos grandes problemas que han marcado hasta este momento al presidente Andrés Manuel López Obrador, tienen que ver con el aire. Uno con graves consecuencias económicas, es la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Texcoco, que encareció el dólar, tumbó la Bolsa de Valores, aumentó la incertidumbre para la inversión nacional y extranjera, y elevó las tasas de interés a niveles no vistos desde 2008 y, aunado a esto, el costo económico que tendrá para el gobierno, de más de 150 mil millones pesos tirados a la basura, en medio de la austeridad republicana. El otro problema también tiene que ver con el aire, y es el desplome del helicóptero donde perdieron la vida la Gobernadora del estado de Puebla y su esposo, el ex mandatario de esa misma entidad, Rafael Moreno Valle, líder de la fracción panista en el Senado, y tres personas más. Más allá de las consecuencias políticas de la pérdida de la vida de estos políticos panistas, la reacción del Presidente ante este hecho fue severamente criticada y de graves repercusiones políticas para él y su gobierno. Dicho evento mostró cómo reacciona el Presidente de la República ante escenarios adversos e incómodos, donde no está bajo su control el auditorio y su temor a enfrentar públicos adversos. Primero, ante el triunfo en Puebla de la panista Martha Érika Alonso de Moreno Valle y su ratificación por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Andrés Manuel descalificó la elección como antidemocrática y el fallo como un robo imperdonable, acusó a los magistrados electorales de ser parte de la mafia del poder, de conservadores y de haber sido impuestos con la mayoría PAN-PRI en sus cargos; pero este es el mismo Tribunal que le extendió constancia y reconocimiento de su triunfo electoral, y cuando la recibió, hizo un amplio reconocimiento por su imparcialidad y espíritu democrático, o sea, como candidato ganador los reconoció ampliamente, y ya como Presidente los descalificó en exceso. Segundo, posteriormente anunció que por un tiempo no iría a Puebla y tampoco asistiría a la toma de protesta de la Gobernadora del estado, a quienes los diputados locales de mayoría de Morena le bloquearon el recinto legislativo, obligándola a tomar protesta del cargo ante el Supremo Tribunal de Justicia del Estado. Tampoco la recibió en la Ciudad de México una vez que tomó posesión del cargo y mucho menos la felicitó por su triunfo en los medios, pretextando que en Puebla no había condiciones políticas para que él expresara su reconocimiento a la nueva Gobernadora, hoy fallecida. Tercero, el candidato perdedor, Miguel Barbosa Huerta, de Morena, convocó a los alcaldes y diputados locales a constituir un frente de resistencia al nuevo gobierno panista y a no reconocer su triunfo, y la dirigencia nacional de ese partido ordenó a sus militantes a boicotear al gobierno del PAN. Cuarto, una vez conocido el fallecimiento de la Gobernadora de Puebla, el Presidente no asistió al funeral de Estado y envió en su representación a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, amiga de la familia de Rafael Moreno Valle. El funeral terminó como un acto de protesta, ante gritos de “justicia, justicia, asesinos, asesinos”, y abucheos al Gobierno Federal. Quinto, sorprendió la decisión de López Obrador de no asistir al estado de Puebla, donde ganó la elección presidencial con una votación histórica de un millón 750 mil votos, pero más sorprendió su respuesta ante la airada reacción de los poblanos dolidos en el funeral. La reacción por las “benditas redes sociales” no se hizo esperar y fueron demasiado adversas a AMLO y a su gobierno. Además de la crítica nacional por su inasistencia, al día siguiente, en la conferencia matutina, Andrés Manuel acusó de neofascistas a quienes pretendieron culpar al Gobierno Federal de la caída del helicóptero y expresó: “Es un asunto muy serio, es una tragedia. Por el bien de todos, principalmente de los familiares de las víctimas, hay que actuar con mucha seriedad y que se tenga un dictamen serio, responsable, creíble, que no deje motivo a dudas. “Nosotros no somos represores, luchamos por un cambio por la vía pacífica y la concordia. Nunca jamás actuaríamos en contra de nadie por cuestiones de principios, de ideales. Esto tiene que ver con nuestros adversarios y no con todos, son grupos neofascistas que están muy enojados por el triunfo de nuestro movimiento y tratan de mancharnos, de afectarnos. “Por ello fue que no acudí al funeral, por el ambiente que crearon ex profeso los conservadores de siempre, no todos, pero una minoría que actúa de manera muy mezquina. La derecha, los conservadores, además de la hipocresía y de caracterizarse por ser muy corruptos, también son mezquinos. “En redes sociales empezaron a hablar de la responsabilidad del gobierno que represento, y por eso también hubo expresiones de protesta en el acto que se hizo en Puebla. “Para no hacerles el juego a estos provocadores mezquinos, decidí actuar de manera prudente, no caer en ninguna provocación. Son neofascistas porque así actúan los que odian, los que actúan con fanatismo, los que no se limitan en nada, que no tienen escrúpulos morales. Son algunas personas que echan a andar instrumentos que se tienen en medios de comunicación”. Añadió: “Actúan en el anonimato con la intención de calumniar. “Echaron a andar una campaña sucia, de mala fe, pero se les revierte porque el pueblo de México ha despertado... Yo ni siquiera tengo que defenderme, me están defendiendo millones de mexicanos”. Fin de la cita. Sexto, la reacción de descalificación no concluyó ahí, al siguiente día, en la conferencia matutina, rectificó los calificativos y fue peor, al advertir que a lo mejor debió haber dicho que “desgraciadamente también son tiempos de canallas”, un error más al responder con improperios a quienes discrepan con lo que dice o hace AMLO. Las opiniones diferentes a la suya no sólo las descalifica, sino que las adjetiva. En su gobierno, está penado pensar diferente al presidente de la República, AMLO dixit. Quienes hoy gobiernan, deben comprender y aceptar que tenemos una sociedad diversa y muy crítica, proclive en exceso a la desconfianza y al sospechosismo, y que en ocasiones hace uso de su libertad, con irritación, y a veces con violencia. La oposición y AMLO lo saben, enseñó a los mexicanos que cuando un político muere en accidente o en cualquier circunstancia, el gobierno es el principal sospechoso, por eso es deporte nacional acusar siempre al gobierno de todo, y más de lo que sucede mal. La responsabilidad de gobernar implica moderar y moderarse, sobre todo ante los inmoderados. AMLO gobierna también para quienes no votaron por él, que lo reconocen como Presidente y que no merecen la descalificación. Vivimos tiempos de discrepancia y lo único que puede atemperar es la explicación y el diálogo, y a Andrés Manuel López Obrador le gusta debatir, pero no con argumentos, sino con descalificaciones, y con ello se contamina la discusión pública y se evita que lo sustancial prevalezca, y aquí lo importante es que el Gobierno Federal argumente desde el punto de vista técnico, a qué se debió la caída del helicóptero, pues el pleito y la descalificación nos pueden llevar al extremo de que los poblanos le pidan al Gobierno Federal que los regrese vivos. Así es: el problema está en el aire, aeropuerto y helicóptero, y ahora, también las palabras que están en el aire cuentan.