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SABBATH



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

3 historias de bosquimanos


Sábado 05 de Enero de 2019 7:28 am


DEL libro Especimenes del folclore bosquimano, de W.H.I. Bleek y Lucy C. Lloyd (Editorial Sexto Piso, Dirección de Literatura UNAM), reproduzco editadas estas tres historias.

Los bosquimanos, primigenios cazadores y recolectores africanos, son un pueblo ancestral y resistente a asimilarse a otras culturas, el “Adán genético” de donde vienen todas las razas, sostiene Elías Canetti.


1.- El leopardo 

y el chacal.


El chacal mira al leopardo cuando el leopardo ha matado una gacela. El chacal aúlla (con la lengua levantada), ruega al leopardo por carne de gacela. Aúlla, ruega, pues él es un chacal. Así, él aúlla, suplica, pues es un chacal. Por tanto, él aúlla cuando ruega, incluso desea que el leopardo le dé carne, que él pueda comer, que él también pueda comer.

Debido a esto el leopardo está enfadado, el leopardo lo mata, el leopardo lo muerde hasta que muere, lo levanta, va a ponerlo dentro de los arbustos. Así, lo esconde.


2.- Acciones de

 la gacela.


La gacela madre está habituada a hacer así, mientras pasa trotando, cuando ella tiene un pequeño niño gacela, ella gruñe [porque se lleva con ella al niño protegiéndolo; ella gruñe mientras que el niño juega] mientras pasa trotando. Entonces, ellas (las gacelas) hacen un sonido resonante (¿?), pues son varias. Entre tanto, los niños gacela también lloran (balan) al llorar (gruñir) sus madres. Éstas dicen: ‘¡grrrr!’, los niños gacela dicen: ‘me, me, me’ mientras sus madres dicen: ‘¡grrrr!’ al gruñir. Los hijos de las gacelas dicen: ‘me, me, me’, cuando sus madres dicen ‘¡grrrr!’ al avanzar gruñendo.

Es por esto por lo que acostumbramos a decir: ‘¡Oh, animal de rapiña! Tú eres quien escucha aquel lugar atrás, es resonante. Por lo que yo dije que me sentaría aquí. Pues estas gacelas macho [el nombre correcto para el macho de este antílope es gacel, apunte de Sabbath] paradas alrededor, son las que seguirán pasando detrás de ti, pues yo me estoy agachando y ellos no me ven. Deberán seguir pasando detrás de ti cuando tú hayas ido detrás (de la colina), ellos deberán seguir pasando detrás de ti’.


3.- Costumbres 

del murciélago 

y el puercoespín


Mamá dice que el murciélago, cuando el puercoespín está todavía en el lugar donde busca comida, no viene, pues el murciélago se queda con él mientras busca comida. Cuando éste (el puercoespín) regresa a casa, entonces es cuando el murciélago viene a su agujero. Así es como sé que el puercoespín parece haber regresado.

Mamá me contó sobre esto, que yo debo vigilar al puercoespín si veo al murciélago. Sé que el puercoespín debe venir cuando el murciélago viene. Y no debo dormir, ya que debo vigilar al puercoespín, pues cuando el puercoespín se acerca me da sueño, me da sueño (a causa) del puercoespín. Porque el puercoespín es una cosa que suele, cuando se acerca, pasar haciéndonos dormir en contra de nuestra voluntad, pues no desea que sepamos la hora en que viene, desea meterse en el agujero mientras estamos dormidos, que pueda oler si algún daño le espera en el agujero, si algún hombre yace en el agujero a su espera. Y si el hombre está dormido, se escabulle suavemente [levantando sus púas para que no hagan ruido] cuando ha percibido el olor del hombre. Así, está acostumbrado a causarnos sueño cuando desea oler si habrá paz.

Es por eso por lo que mamá solía decirme que yo debía hacer así cuando sintiera sueño. Debo saber que el puercoespín fue el que pasó haciéndome sentir sueño contra mi voluntad; fue el que pasó haciéndome dormir. Debo hacerlo así, aunque sienta que quiero dormir, no debo dormir, pues el puercoespín vendrá si duermo ahí. Y el puercoespín se escabullirá suavemente mientras yo duermo. No debo saber la hora en que el puercoespín vino, debo pensar que el puercoespín no ha venido, mientras que el puercoespín vino hace largo rato. Ha venido y se ha ido mientras yo dormía. Es por eso por lo que no debo dormir, que debo saber cuando ha venido el puercoespín. Porque debo hacerlo así: si me durmiera, no podría saber cuando ha venido. […]

Mi padre solía decirme que, cuando esté recostado en espera de un puercoespín, en el momento en que la Vía Láctea se voltee, yo debo saber que ésa es la hora en que el puercoespín regresa. Mi padre me enseñó acerca de las estrellas, que yo debo hacer así cuando esté recostado esperando en un agujero de puercoespín, debo mirar las estrellas. El lugar donde las estrellas caen es el que debo vigilar con atención. Pues es realmente en ese lugar en que el puercoespín está, donde las estrellas caen.

Debo también estar sintiendo el viento. Sobre cosas que debo vigilar, mi padre, de esta manera, me enseñó […] Mi padre me contó sobre esto, que no debo vigilar al viento (es decir, a barlovento), ya que el puercoespín no es una cosa que regresará saliendo del viento. Suele regresar cruzando el viento en dirección diagonal debido a que quiere oler, ya que los agujeros de su nariz son los que le dicen si hay peligro en este lugar.

Mi padre solía decirme que no debo respirar hondo cuando esté recostado esperando un puercoespín, ya que una cosa que no escucha poco es él. Tampoco debo susurrar fuertemente, pues el puercoespín es una cosa que no escucha poco. Así, estamos acostumbrados a darnos la vuelta suavemente cuando estamos sentados porque tememos que de hacerlo ruidosamente mientras él viene, nos pueda escuchar.