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GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

Hasta el fondo


Viernes 11 de Enero de 2019 7:35 am


EL huachicol es un negocio ilegal redondo, de amplio margen de ganancias para toda la red involucrada. Una gran banda delincuencial que además de hidrocarburos, roba vehículos para ser utilizados en su criminal cadena comercial.

Con motivo de la estrategia oficial que puso en marcha el Gobierno Federal para combatir el huichacoleo, el periódico El Universal recordó que en mayo de 2017 publicó una nota sobre “el corralón del huachicol”, entonces a cargo de la Procuraduría General de la República, en la ciudad de Puebla, considerada como “la capital” nacional del huachicoleo.

En aquel momento, refiere la nota informativa, había en ese corralón, mil 228 vehículos recuperados con reporte de robo, todos ligados con la extracción de combustibles de los ductos de Petróleos Mexicanos. También se presentan fotografías del sitio, donde se pueden apreciar unidades grandes, medianas y pequeñas. Todas les sirven al grupo criminal.

En el mismo reporte se mencionan nombres de individuos que encabezan las organizaciones “que se dedican específicamente al robo de automotores, en particular en las carreteras que confluyen en los seis municipios que conforman el denominado Triángulo Rojo”.

También se hace referencia al tipo de vehículos robados y cómo se adapta cada uno para utilizarlos en el traslado de determinadas cantidades de gasolina. Por ejemplo, dice, “de la marca General Motors, se selecciona el modelo S10, y de la marca Ford los modelos de camionetas F-600 y F-150, a las que pueden o no adaptar redilas. Lo mismo sucede con la marca Dodge, la versión RAM”. Igual, la red de huachicoleo se roba autos chicos, sobre todo de la marca Volkswagen, que sirven para el proceso delincuencial.

Cito datos precisos que expone la publicación de El Universal para tener la idea de cuánta información sobre este grave asunto de corrupción y robo a la Nación tenían las autoridades federales anteriores, no de hace un sexenio, sino varios periodos atrás. No hay que romperse la cabeza para deducir que si la PGR tenía el control de ese corralón, obviamente las autoridades en los más altos niveles sabían lo que sucedía, pero no se atrevieron a actuar con firmeza y determinación para empezar a frenar el problema que hoy de pronto nos estalla. Muy al contrario, lo dejaron crecer.

Datos precisos sobre este delito, que no es otra cosa que el resultado de la corrupción en el sector petrolero, auspiciado por las más altas autoridades de Pemex y del Gobierno Federal, los ha citado de manera amplia la periodista Ana Lilia Pérez, quien a través de la publicación de tres libros sobre el tema, exhibe cómo y quiénes saqueaban Pemex a partir de los gobiernos que encabezaron los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, así como el priista Enrique Peña Nieto.

La estructura delincuencial que sostiene el robo de combustible es amplia, pues abarca desde políticos y funcionarios encumbrados, hasta empresarios y grupos criminales que se unieron por la causa común de obtener jugosos ingresos a costa de robar deliberada e indiscriminadamente un bien de la Nación.

Con el huachicoleo, además del gobierno, los principales afectados somos los mexicanos porque el robo de hidrocarburos está dejando en la ruina a Pemex, la empresa nacional que nos llenaba de orgullo hasta hace algunos años. Y con el desabasto de gasolina que se está presentando en algunas entidades del país, derivado de las acciones de control para evitar el huachicol, también resultan afectados los ciudadanos, por ello la necesidad de que se tomen medidas emergentes que terminen con ese problema, sin dejar de lado la lucha contra las bandas criminales que están cometiendo el delito.

Lo más importante, sin embargo, es que el Gobierno Federal no cese en su empeño y siga adelante con la estrategia no sólo para acabar con el huachicoleo, sino que al mismo tiempo, debe aprehender y confiscar los bienes de cuanto personaje esté implicado en el delito, indistintamente del cargo que detente, del partido político en el que milite, de la empresa o sindicato que represente, o del grupo criminal que lo sostenga. Que caigan todos… hasta el fondo.