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Más allá de la escuela



JONÁS LARIOS DENIZ

Gimnasios, ¿para qué?


Sábado 12 de Enero de 2019 7:33 am


FRENTE a la manifestación irreversible del paso de los años en el cuerpo, las personas de 40 años de edad en adelante buscan fórmulas que alivien el daño producido y corrijan los males físicos y fisiológicos, que son la consecuencia de los excesos y descuidos a los que se somete el cuerpo. Así que la oferta de productos para alargar la juventud, dar vigor a los cuerpos y mantenerse saludable, va desde pastillas hasta espacios de ejercitación y activación física, y las campañas publicitarias que acompañan la presentación de estos productos son sumamente agresivas.

La normalidad como opción provoca una psicosis en la sociedad, ya que se estigmatiza una condición, un rasgo o una manifestación del cuerpo y se le degrada como persona, pasando de normal a anormal y de persona a sujeto anormal (imperfecto, incompleto).

Es fácil entender que no somos perfectos (en ningún sentido), sin embargo, caemos en la tentación de pensar que lograremos el ideal. Las mejores condiciones biológicas de las personas para el trabajo físico y la reproducción se dan de los 25 a los 35 años, y tal vez más, pero al cumplir los 40 da inicio (o dio inicio ya) la debacle. Decir normal es peligroso, buscar el ideal para alcanzarlo es absurdo, y decir que se alcanzó es una mentira.

Los gimnasios han sido espacios urbanos muy atractivos, atendidos por personal que simula estar en el primer mundo, o en un paraíso alcanzado por méritos propios. Los elementos que lo componen son altamente adictivos y hechos para mantener o consolidar cuerpos fuertes. Son muy parecidos a las discotecas de los 60 y 70 y a los pub y bares de los 90 en adelante. No hay mucha diferencia arquitectónica entre los mejores antros de una ciudad y los mejores gimnasios, el impresionante parecido entre ambos nos confunde, y tal vez sea la intención que se busca.

Ya habíamos notado que el protocolo de vestimenta para asistir a un gimnasio se rige por la moda propuesta por las grandes marcas que patrocinan eventos mundiales, en particular del futbol. Y se fue construyendo la moda fitness del mundo fitness. La palabra significa “en buena forma” o “en forma”, pero surge un problema mayúsculo cuando se lo apropian las marcas y nos lo venden a un precio muy alto, tanto en lo económico como en lo cultural, generando una exigencia no negociable: poseer el cuerpo ideal, ser perfecto permanentemente.

Las alternativas fitness diferentes al fitness comercializado han surgido ya y requieren de su promoción entre los usuarios, partiendo de la premisa de que no se necesitan cuerpos perfectos para serlo, se es perfecto en la medida que no quieres serlo (de la manera fitness tradicional) y eres feliz. La influencia de las culturas orientales ha sido ampliamente significativa en la incorporación de herramientas y ejercicios altamente recomendables para aquellos que el mundo fitness del consumo llama “imperfectos” o “anormales”.

En mi opinión, deberían financiar proyectos de inversión para promover e incrementar la oferta de gimnasios para personas lesionadas, de 40, 50, 60 y 70 años, mezcladas con personas de 20 y 30 años, sin agredirse con calificativos que oscurecen el alma de quien los dice y quien los recibe.

No estoy en contra de los gimnasios, no soy una persona perfecta, no soy el ideal de nada y no espero alcanzarlo nunca. La experiencia de presión moral y sensitiva que vivo en los gimnasios (sin distinción) es muy parecida a la que he sentido en la soledad de un quirófano, en la pobreza que veía en el campo cuando era niño y en la desesperanza de los familiares de los enfermos terminales. No exagero, la estridencia de la vida es tan nociva, que nos aturde y nos impide ver la vida buena.

Gimnasios, ¿para qué? Ojalá que los gimnasios sean cada vez más y con una vocación más fraterna, como los sábados por la tarde y los paseos dominicales de antaño. Siento miedo al entrar a un gimnasio, pero sé que se debe fluir. Si expreso mi opinión es porque quiero un cambio, seguro trabajaré para ello. Hoy entonces, doy inicio, expresando un deseo: deseo que las personas de 40, 50, 60 y 70 y más años acudan a los gimnasios. Ojalá, todos y cada uno de ellos y ellas reciban la mejor atención.


*Profesor-investigador de la Universidad de Colima/ Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1.