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Filosofía marismeña



RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI

Reflexión


Lunes 14 de Enero de 2019 7:29 am


ESTAR preocupado y externar ¡voy a cambiar!, no es una aseveración responsable, se puede decir todo el tiempo y jamás accionar, es como un nudo georgiano en la lista de pendientes a resolver, de los muchos que se van tejiendo con el correr de los años y conflictos en lista de espera. A usted lo pueden aconsejar a diario, pero la matriz psíquica, al no ser atendida no se molesta en dar solución, sino en acumular males, para que no se le complique la vida.

Cuando va a un restaurante y pide un chocolate caliente, por principio, el precio es lo que menos importa, lo disfruta sorbo a sorbo y en cada sorbo va incluido un pequeño liquido de su precio, esa es la vida cuando se disfruta, sin enderezar a nadie, ni rezongar o culpar de lo que venga, sino irla tomando, sin voltear a ver los que están sentados a un lado en la otra mesa o esperar a que ellos nos ayuden a tomárnoslo. La vida da muchas vueltas y en ellas se aprende, se agradece la experiencia adquirida y se deja la culpa en un rincón.

Nada se disfruta cuando es a la fuerza: ni el descanso, ni el amor, ni la caridad son de provecho cuando son a la fuerza. No existe mes o día exacto, sino un justo momento en donde se elige el camino de su proyecto. Recuerde, en ese sentido le corresponde analizar, para ir a donde desee.

Por lo pronto, cuide un poco su salud, lea el libro deseado, ponga la radio o TV en la estación de su gusto, vaya a la calle para darse cuenta en qué anda la gente, siéntese a platicar en la plaza, acuda al espectáculo que siempre ha querido ver. No anote lo que hace, sólo grabe lo que le gusta, para que tenga un lugar a donde volver y con quien hablar. Guárdese sus secretos, no ponga al descubierto lo íntimo, por muchas ganas que tenga en sacar los malestares ingeridos. En ello le va su libertad.

Acostúmbrese a pensar antes de gastar y no gaste para que le den amor, dejando huecos futuros abiertos, la impulsividad sólo conduce al quebranto en salud, por estrés. Al tomar decisiones, determine con sabiduría y previo análisis, sin soltar las riendas. Usted es su propia responsabilidad, así que disfrute su libertad, no trate de adivinar ni permita que otra persona tome control de su vida, no se convierta en presa, ni externe sus miedos, porque posteriormente le servirán a otra persona para humillarla. Cuando lo molesten, gire la conversación con elegancia, de modo que no quepa duda que le cansa que le hablen de egos o vanidades.

El vanidoso es predecible y lo previsible es débil, vulnerable, pues se puede acertar en cada uno de los pasos que dará. A nadie le permita que explore su guarida, deje que ellos traten en descifrarla, esconda su vida, cambie de conversación, exponga con humildad sus atributos, para que lo admiren por su humildad y no por su soberbia vanidosa.

Aprenda a pensar, ese es el principio, es estar del lado correcto, pues cuando conecta cerebro con boca, deja la acera de lo común y pasa a la de lo valioso.

Los egoístas van buscando reconocimiento, se creen muy meritorios, entablan relaciones que giren a su alrededor, y por ningún motivo permiten que los demás florezcan. Odian a las personas pensantes, se rebanan los sesos cuando son cuestionados, tratando de entender por qué esa persona no lo complace; así es como existen, en ese mundo encajan como anillo al dedo, son los dispuestos a vender su dignidad, los que gustan que los hagan sufrir. Por lo regular, son personas mañosas que se meten en la vida de los demás, con la intención de corregir y cambiarlas, jugándoles malas pasadas; son descerebrados, tan pequeños que usan el cerebro de los que lo rodean, para dar certeza a sus decisiones. Son manipuladores y buscan que todo mundo esté de acuerdo con ellos. Hacen dudar a las personas, exigen ser reconocidos, expanden alegría, aprenden a manipular.

La vida no es un campo de batalla, donde unos tienen que morir para que otros vivan en paz. La vida es más, se trata de unión, amor, comprensión, trabajo y paz.