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Malas compañías



MARIO ALBERTO SOLÍS ESPINOSA

Cruzada vs la corrupción


Miércoles 16 de Enero de 2019 7:31 am


EL combate al robo de gasolina, emprendido por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, puede convertirse en el signo del nuevo régimen en más de un sentido, pues representa lo que esperaban muchos mexicanos, es decir, el combate a la impunidad y la corrupción.

Sin embargo, la cruzada contra el huachicol, así llamada coloquialmente la ordeña de los ductos de Pemex y todas las derivaciones de esa actividad, también mueve a la incertidumbre y nos obliga a preguntarnos si las instituciones y la sociedad están preparadas para esta batalla.

La estrategia diseñada por la administración federal en contra de los huachicoleros trasciende a la mera persecución de ese delito, para convertirse en la punta de lanza de una campaña contra todo el andamiaje de corrupción que parece extender sus tentáculos a diversos ámbitos de la vida pública nacional.

Como todo negocio ilícito, el huachicoleo contaminó a la clase empresarial, política y gubernamental del país; son muchos los implicados y seguramente no tienen pensado ceder tan fácilmente una mina de oro que les representa miles de millones de pesos al año.

Ante la dimensión del problema, es válido cuestionarse si el presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo tienen realmente clara una ruta crítica para desmontar a la mafia que opera en torno al robo de combustible o se trata, simplemente, de un palazo al avispero.

La Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda reportó que sólo en los 2 últimos años, unas 50 empresas implicadas en el robo de gasolina lavaron 45 mil millones de pesos, una cifra que dobla el presupuesto total del estado de Colima.

Tan descomunales cifras explican, en parte, el colapso del sistema de distribución en varias regiones del país, luego de que el Gobierno Federal anunció su intención de combatir frontalmente el delito. El desabasto no sólo podría tener su origen en el cierre de los ductos que transportan el combustible, sino también en las acciones desesperadas de quienes se niegan a perder un negocio millonario.

Por eso vale la pena cuestionar si el presidente López Obrador está preparado para la virulenta reacción no sólo de grupos criminales, sino de facciones de poder que los solaparon durante años, quienes intentan, desesperadamente, presionar a las autoridades, a través de la instauración de una situación de caos en el país.

Justo a la mitad de esa batalla, legítima y necesaria por cierto, quedan los consumidores, afectados ya por más de 2 semanas de desabasto y al punto de la desesperación en algunos puntos del país. Incluso, la falta de combustible amenaza con paralizar a sectores productivos, lo que podría generar psicosis y dar al traste con la estrategia gubernamental.

Por eso, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe proceder con firmeza e inteligencia, vive un momento histórico de su novel administración; si puede desmontar el gigantesco aparato de corrupción que prohijó y solapó el huachicol, ya habrá logrado mucho más que sus antecesores.

El triunfo del nuevo régimen en este lance, significaría también una victoria trascendental de las instituciones y la sociedad sobre el sistema de corrupción e impunidad que tiene sumido al país en la violencia y la pobreza. De lograrse, ahora sí estaríamos hablando de la transformación de México.


BREVE HISTORIA PARA CAMILA


Es tanto lo que se escucha sobre el huachicol en todos lados, que cuando la princesa y yo vemos noticias sobre el tema, en la televisión, tarareamos una tonadita con la famosa palabra. Yo repito con ritmo, “el huachicol, el huachicol”, mientras ella le pone coreografía con un baile medio extraño, así, a nuestra manera, nos burlamos de la realidad, como nos ha gustado hacerlo siempre, al menos mientras no llegue el desabasto de gasolina a Colima, porque entonces sí, seguramente se nos borrará la sonrisa y dejaremos nuestras simplezas para después.