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Tiempo fuera



HÉCTOR SÁNCHEZ DE LA MADRID

¡No alego pendejadas!


Miércoles 16 de Enero de 2019 7:29 am


AL inicio de año nuevo nos fijamos metas para alcanzarlas durante los 365 días restantes, hacemos promesas y compromisos con nosotros mismos en la búsqueda de cambiar para ser mejores. Siempre son propósitos sanos, saludables, mental y físicamente. Nunca he conocido a alguien que pretenda ser peor o hacerse daño a sí mismo.

Comenzamos los primeros días con entusiasmo jovial y voluntad férrea, cumpliendo al pie de la letra los objetivos planteados, para después, en los meses siguientes, ir bajando las intenciones paulatinamente hasta finalizar el año con el olvido de las mismas. También, en ocasiones, la palabra empeñada la llevamos a cabo.

Mientras más años de edad acumulamos, la costumbre arraigada con el tiempo nos empuja a fijarnos esos retos que oscilan entre modificar hábitos que nos hacen daño o a quienes nos rodean, como proponernos a hacer viajes a lugares que siempre quisimos conocer o realizar infinidad de cosas que siempre temimos hacer.

El empiezo de año nos brinda la oportunidad para reflexionar en lo bueno y lo malo que todos tenemos y hacemos, para fortalecer las habilidades positivas y quitarnos las prácticas negativas. De alguna forma, nos permite renovarnos en nuestra forma de ser, ya que no es posible rejuvenecernos, como todas y todos quisiéramos.

Lo primero que podemos hacer, si todavía no lo hemos realizado, es analizar profundamente nuestro comportamiento, hábitos y aficiones, revisar cuidadosamente nuestro entorno, observar a la familia, los amigos, los compañeros de trabajo (ellas y ellos) para profundizar en todas y cada una de nuestras relaciones humanas.

Enseguida, hay que encontrar las similitudes y diferencias con esos vínculos, para localizar lo que está funcionando y lo que está fallando. Entonces sabremos lo que debemos modificar, ya sea evitando las confrontaciones que nos hacen caer en aquellas situaciones que nos hacen daño, o de plano, llegar al extremo de cortar los nexos.

Es justo y honesto reconocer que a veces nuestros problemas no los hacen los demás, esto es, que lo malo, lo negativo, lo erróneo a nuestro alrededor lo motivamos nosotros. Como fuere, es imposible cambiar la personalidad de las y los otros, por tanto, aunque tampoco es fácil, tratemos de hacerlo de forma personal, individualmente.

Los seres humanos nos pasamos gran parte de la vida polemizando, la mayoría de las veces sobre temas irrelevantes, tratando de convencer a las o los interlocutores de lo que cada quien cree que tiene la razón. Independientemente de quien la tenga, se pierde un tiempo valioso, irrecuperable para uno y otro lado.

Finalmente, ninguna importancia tiene si usted, o la persona con la que difiere, acertó en los datos o los planteamientos. Nada se gana con las desavenencias que terminan en peleas y rompimiento de relaciones. Platicar, intercambiar opiniones, respetando la otra si es contraria a la propia, es muy distinto a caer en altercados.

Mi propósito para 2019, que pinta muy mal para México y los mexicanos, es que haré uso de toda mi inteligencia y facultades para no discutir cualquier tema relevante más allá de 5 minutos con familiares, amigos y compañeros de labores. En cuanto a los asuntos banales, desde ahora puntualizo: ¡No alego pendejadas!