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Ciencia nuestra de cada día



ALFREDO ARANDA FERNÁNDEZ*

Pediches


Domingo 10 de Febrero de 2019 7:48 am


HAY una cualidad de los países en desarrollo, o más bien, de algunas de las personas que dirigen esos países, que ante la demanda de soluciones y recursos por parte de los diferentes sectores, diseñan estrategias que ahuyentan o cuando menos tranquilizan al mayor número de demandantes. Entre más insistentes y bien fundamentadas sean las demandas, la estrategia desemboca en, de alguna manera, culpar a los mismos demandantes de su situación. Es en verdad un arte.

Escojamos a uno de esos países en desarrollo y llamémoslo México. Ahora escojamos un sector de los “pediches” al azar… ¡ciencia! Ya tenemos los actores. Ahora va una común y breve conversación entre los “pediches” y los demandados:

Pediches: “Es necesario que se designen recursos para la investigación científica. Es indispensable que las ciencias básicas se consoliden y que incremente la presencia de la cultura científica en el país”.

Demandados: “¿Cuánto quieren?”.

Pediches: “Los países desarrollados invierten en ciencia y tecnología, al menos el 1 por ciento de su PIB”.

Demandados: “Sí, pero esos son los desarrollados”.

Pediches: “Sí, por eso nosotros deberíamos invertir aun más”.

Demandados: No dicen nada porque no pueden hablar de la risa.

Pediches: “Si no se invierte en ciencia, nunca saldremos del atraso. Con ciencia se incentiva la economía, mejora la educación, se ataca la pobreza. Es un plan a largo plazo pero se puede…”.

Demandados: “Sí, está bien, pero si ya se les ha dado dinero en el pasado, díganme qué han logrado. Dicen que otros dan mucho dinero, pero allá sí producen tecnología y cosas útiles a la sociedad. Ellos no andan con abstracciones. Mejor pónganse a trabajar. A ver, ¿cuántas patentes han producido?”.

Pediches: “No es cierto que se ha apoyado a la ciencia. Pero, ¿sabe usted qué es una patente, qué es ciencia? ¿Sabe cómo es que la ciencia puede llegar a ser útil a la sociedad?”.

Para este momento, los pediches ya están hablando solos. El súper “argumento” del demandado fue decisivo. No producimos por flojos, por querer estudiar puras cosas inservibles y porque somos muy cómodos. 

Me gustaría compartir un poco de información que nos puede ayudar a entender dónde falla el “argumento”. Voy a comparar datos (obtenidos de reportes del Banco Mundial de hace un par de años) entre dos países, uno desarrollado tecnológicamente y otro, el nuestro.

Estarán de acuerdo en que Japón es considerado un país desarrollado tecnológicamente. Esta es una comparación con México, en términos de sus comunidades científicas y lo que hacen:

La población de Japón es de alrededor de 130 millones personas; en México somos como 120 millones. Japón tiene alrededor de 5 mil 500 científicos por millón de habitantes; México como 400. El porcentaje de la comunidad científica dedicada a la ciencia básica en Japón es de 24 por ciento; en México cercano al 15 por ciento. Inversión pública en ciencia y tecnología: Japón alrededor de 3.5 por ciento de su PIB, México no llega al 0.5 por ciento de su PIB. Un dato revelador: del recurso destinado a ciencia y tecnología, el porcentaje de la inversión dedicada a ciencia básica en Japón es de 78 por ciento; en México, de 69 por ciento (69 por ciento de casi nada, como dije, no llegamos al 0.5 por ciento del PIB). El número de patentes producidas al año por Japón ronda entre las 300 y 400 mil, mientras que en México andamos como en 20 mil. En Japón, 80 por ciento de sus patentes son de alta tecnología; en México se producen alrededor de mil.

Como podemos ver, Japón no sólo invierte más dinero en ciencia y tecnología, sino que invierte mucho más que nosotros en ciencia básica. De hecho, el 65 por ciento del dinero en ciencia básica lo invierte en experimentación, es decir, en proyectos diseñados para entender la naturaleza que no tienen, a priori, ninguna intención de obtener algo aplicable, es más, en algunos de esos experimentos no saben qué encontrarán. Ese es uno de los ingredientes de la ciencia: buscar y encontrar lo inesperado. Luego resulta que al conocer la naturaleza, salen cosas aplicables.

¿Cómo le hacen los japoneses para ser potencia científica, tecnológica y de patentes? El gobierno apoya ciencia y tecnología, manteniendo y fortaleciendo las bases sobre las que se sustenta la innovación y el desarrollo, mientras que el sector privado invierte en investigación enfocada a la aplicación del conocimiento. Así es como masca la iguana.


*Coordinador General de Investigación Científica de la Universidad de Colima


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