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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Expertos del disfraz


Domingo 10 de Febrero de 2019 7:38 am


A veces sucede que la gente agradable se enamora de gente agradable, y aunque no nos guste, existen personas que se han estructurado de manera distinta al amor, que pueden llegar a causar un profundo daño emocional a quienes los aman porque no alcanzaron a comprender su egoísmo o su sutil, y a veces ni tan sutil, crueldad. Estos seres que atropellan, un día fueron bebes y quizás en el camino del crecer algo les rompió; porque si te fijas, los niños desde más o menos los 3 años, si no es que antes, dejan ver claramente su personalidad, y su carácter se irá moldeando conforme a lo que vea, sienta, escuche, le impongan y también desde las memorias ancestrales, y todos eso sumado, nos da un adulto ya sea del tipo capaz de sentir amor o del tipo malvado que sólo busca poder, que se relaciona con súbditos y no con iguales. Esos bebitos crecerán y darán fruto conforme a su semilla de crianza.

A los niños, los adultos les maquillamos su inocencia so pretexto de ser los educadores, sí, somos nosotros quienes, sin saberlo, o quizás sabiéndolo, quebrantamos su capacidad para amar y relacionarse sanamente. Por alguna ingrata razón, esos niños crecen tan injustamente maltratados que alteran sus cauces, se pierden de sí mismos, se desconectan de las emociones y sobreviven con un vacío tan grande, tan resquebrajado, que se forjan diferentes. Se convierten en adultos que sólo se satisfacen a sí mismos, que ven a las otras personas como cosas, que cuando ya no sirvan las desecharán y buscarán otro ser para cosificar.

Una señal para detectar cuando aún se les puede ayudar, es observar si son crueles con los débiles o los animales, porque, ¡ojo!, eso no es juego inocente, eso es señal de deformación emocional; los niños maltratados, abandonados, abusados, expuestos a violencia entre los padres, hermanos u otras personas, pudieran desarrollar y ver gracioso el burlarse con saña, el usar a los animalitos como cosas a humillar, el lastimarlos, pintarlos o matarlos; es una señal de alerta gigante y urgente de atención.

Ellos, los enfermos del alma, de adultos abusan de las personas con capacidad de sentir y de emocionarse; fingen sentir y carecen de empatía emocional, hieren a su pareja, hijos y a todos, pues su única forma de relacionarse es viéndolos como cosas, como artículos utilitarios para su fin.

Nuestra amabilidad y la generosidad es justo lo que usan para manipularnos, para atraparnos poco a poco, y se valen de nuestras virtudes para hacernos sentir culpables, no ser suficientes, responsables de sus acciones y atados a ellos, por miedo o por inseguridad de que nadie más nos vuelva a querer.

Son alguien que reacciona desde las pulsaciones de un niño en su fase de egocentrismo, en donde cubrir sus necesidades de bienestar y reafirmación es lo único que le importa. Mentirá, chantajeará, manipulará, ofenderá, golpeará, ignorará y usará toda argucia para hacer sentir insuficiente a sus víctimas; haciéndolas creer que son culpables de todo, que no merecen nada, que son horribles personas y que ellos, los “buenos” –los narcisos de jardín– les hacen el favor de tolerarlos. Son expertos del disfraz, pasan de encantadores corderos a temibles fieras, sólo quieren someter para obtener así una breve sensación de poder; ellos no se nutren de amor, armonía o solidaridad; ellos requieren sentirse poderosos para alcanzar un suspiro de identidad, y cualquiera que lo descubra, evidencie o cuestione, será el enemigo a destruir, desprestigiar, o aislar en un exilio nuclear.

Encantadores en el mundo externo y crueles en el privado, nos enamoran estudiando nuestros anhelos, pues saben que no son lo que muestran; de niños, se les rompió el corazón y aprendieron a sobrevivir así, hiriendo a hijos, parejas y a todo ser que les contravenga. Innovemos algo ¡ya!, por favor, fortalece tu estima, porque sí hay una vida sin verdugo, y no, no todos –ni todas– son iguales, y ten compasión por esos seres sin alma, y retoma tu luz; después decides si te vas y dejas su veneno atrás. 


*Terapeuta


innovemosalgoya@gmail.com