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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Palabras nuestras de cada día


Viernes 15 de Marzo de 2019 7:51 am


1.- Alrededor del lago de Chapala, Jalisco, moró el pueblo coca, de la etnia chichimeca. Hasta la fecha, sobrevive, aunque menguada. Rebelde ante el ejército realista invasor, ha reclamado la propiedad de sus tierras originales y lo ha conseguido en parte, sin mayores resultados prácticos, salvo documentos del periodo virreinal.

La lengua coca era su idioma, del que no quedan más que vestigios. Varios vocablos se han incorporado al español mexicano en determinadas regiones geográficas. Uno de ellas, asaz conocido, es la palabra tonchi. Se ha usado también en Colima y es frecuente escucharla en el habla coloquial para llamar a los gatos. Tonchi, en lengua coca, significa gato. Así de simple. Cuando usted llama a su mascota ¡tonchi, tonchi, tonchi!, está diciendo ¡gato, gato, gato!

2.-  De origen náhuatl, la palabra aguacate nos es tan familiar que identificamos con el vocablo, genéricamente, todas las variedades de esa fruta deliciosa. Los nahuatlacas (hablantes del náhuatl) las distinguían con nombres específicos a cada una. Auakatin (grafía de la pronunciación) se llamaba a las frutas primigenias. Y si era silvestre, se le decía chichikauakatli. Eventualmente, se escucha decir pagua, la castellanización de pauatl, que los náhuatl usaban para nombrar al aguacate grande. Es probable que de ahí provenga el término del español argentino para nombrarlo: palta.

Hoy conocemos más variedades, entre las que se cuenta el popular aguacate Hass, que debe su nombre al apellido del cultivador de ese fruto pequeño, Rudolph Hass, quien lo obtuvo a partir de una simiente centroamericana y lo sembró en California, a principios del siglo pasado. 

Al aguacate grande que era el de consumo frecuente antes de la llegada del Hass, en Colima le llamamos aguacate criollo, para remarcar su procedencia local. Llega a pesar medio kilo y a veces más. Se da en un árbol grande, de unos diez metros de altura, que ya se ve poco en los patios de las casas y en huertos viejos en la zona rural. Tiene un sabor diferente al Hass.

3.- Tequila es la bebida alcohólica mexicana más conocida en el mundo. Todavía en la década de 1970, se le consideraba “corriente”, propio de consumidores pobres. La publicidad, primero, y la compra de casi todas las destilerías por firmas extranjeras, el tequila devino en alcohol “fino” y el precio se fue a las nubes. 

Su nombre proviene del vocablo náhuatl tekilametl, dado al agave azul weber o tequilano, planta de la que por un largo proceso de cultivo y fermentación se obtiene esta bebida. También le nombraban texometl. Al agave del que se obtiene el aguamiel que se convierte en pulque, le llamaban nekumetl. Y simplemente metl a los magueyes de ese tipo. El tekilametl dio nombre a la ciudad de Tequila, Jalisco.

4.- En Coquimatlán, un popular balneario sobre el río Colima se llama Los Amiales. Quienes conocimos el lugar antes de su explotación comercial, recordamos los nacimientos de agua que, a la vera de la corriente fluvial, aportaban volumen al torrente. Agua prístina y más fresca que la del río, era visitada por no muchas personas, tanto para pescar como pasear. Ya desde entonces se le llamaba Los Amiales.

Amial es palabra castellanizada de origen náhuatl. El término primigenio es ameyal, que significa manantial, donde mana o brota agua.

5.- Quisquillosos que somos en Colima, diferenciamos entre hormigas y esquilines. Esquilines los hay, para nosotros colimenses, colorados, negros, cabezones, de anona y varios más. Recurrimos al género y la diferencia específica. Así nos entendemos mejor. En cambio, las hormigas son en nuestra habla coloquial distintas y las hay coloradas, arrieras, chicalotas, tumbacalzones, entre otras.

La palabra esquilín deviene de la castellanización del sustantivo náhuatl azcatl, que significa… hormiga. En el centro y el norte de Jalisco, a los esquilines les llaman asquiles, evidentemente del mismo origen lingüístico.

6.- En el otoño comienza la cosecha de maíz. Cuando se le consideraba cultivo de primera importancia económica, social y cultural, el corte era una fiesta. Se recogía el producto de un largo esfuerzo y al terminar se hacía una celebración festiva, la del acabo.

Al corte de maíz se le nombraba –y aún hoy, en ciertos lugares– la pizca. Su origen es el término náhuatl pixkitl o pixcalistli, que significa cosecha. El apócope de la segunda es precisamente pixca o pizca.

El sistema educativo nacional se afana en la enseñanza del inglés. Está bien. Debiera también introducirse la enseñanza del náhuatl y de otros idiomas originarios, que son parte relevante del español que hablamos en México.

MAR DE FONDO

** “¿Eres tú verdadero, tienes raíz?/ Sólo quien todas las cosas domina,/ el dador de la vida./ ¿Es esto verdad?/ ¿Acaso no lo es, como dicen?/ ¡Que nuestros corazones/ no tengan tormento!/ Todo lo que es verdadero,/ lo que tiene raíz,/ dicen que no es verdadero/ que no tiene raíz./ El dador de la vida/ sólo se muestra arbitrario./ ¡Que nuestros corazones/ no tengan tormento!”. (Nezahualcóyotl, mexica, 1402-1472. ¿Eres tú verdadero..?)