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De ayer y de ahora



JAIME ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

Matrimonio por segunda vez


Domingo 24 de Marzo de 2019 8:14 am


LA vida familiar es extraordinariamente variada y compleja. A mí siempre me ha fascinado el estudio, la comprensión y la vivencia de situaciones familiares diversas. Hoy quiero platicarles sobre aquellos hombres y mujeres que habiendo terminado una primera unión inician una segunda relación matrimonial ya con uno o dos hijos de la anterior. Veamos qué situaciones o dinámicas se pueden presentar.

Primero pensemos en la historia de la que proceden cada uno: ¿En su primer matrimonio se casaron demasiado jóvenes?, ¿hubo carencias emocionales en la infancia?, ¿hay algún problema con el alcohol o las drogas?, ¿a qué se debió la separación o divorcio?, ¿son viudos, divorciados o separados?, ¿sienten o consideran su divorcio como un fracaso?

Sea el primero o el segundo, el matrimonio es siempre un proceso de adaptación. Cada uno llega al matrimonio con su propio equipaje de vida, ideas, costumbres y valores que proceden de la formación en sus familias de origen. Pero en el primer matrimonio son ellos solos; en el segundo tienen que adaptarse uno al otro más rápido, además de convivir con los hijos de él o ella, que vienen siendo prácticamente unos desconocidos. Y para los nuevos hijos la nueva madre o el nuevo padre (madrastra o padrastro) significan algo así como un(a) intruso(a).

La nueva familia comienza desde un principio con dos exigencias simultáneas: conocerse, tratarse y adaptarse como pareja, esto es, forjar un vínculo, y al mismo tiempo atender a las demandas de sus propios hijos y a la “adecuación” con los hijos de la pareja. Los especialistas dicen que el quehacer de los padres da mejor resultado cuando lo realiza un equipo equilibrado. Se aconseja que los padres políticos (padre o madre) dejen asumir la guía al padre biológico. Un padre o madre político entra en una familia que ya tiene unas reglas establecidas. Las cosas marchan mejor cuando es el progenitor biológico quien hace respetar las reglas. Él o ella es la única persona con autoridad moral para disciplinar. El padre o madre político debe comenzar como padre o madre auxiliar y darse tiempo para llegar a asumir una parentalidad plena.

El rol más difícil en una familia de padres que han vuelto a casarse es probablemente el de la nueva madre o madrastra. Los padres hombres que llegan a un segundo matrimonio llevando a sus hijos suelen encargar el cuidado de éstos a sus nuevas esposas lo antes posible. Ellos se van a trabajar y las madres se encargan de los hijos.

Muchos miembros de estas parejas vienen aturdidos de las aflicciones sufridas por el divorcio reciente, arrastrando, tal vez, problemas de manutención de hijos o de reparto de bienes, con la sensación de superar el “fracaso” y encontrar la felicidad en una segunda vez.

Este panorama, a veces presentado con realismo y crudeza, no debe oscurecer la riqueza de posibilidades que pueden tener las familias con hijos cuyos padres se casan por segunda vez. Aunque puede haber terreno para la competencia, el conflicto y las rivalidades, así como para los celos y el resentimiento, también para el renacimiento del amor y el sentido familiar. Todas las familias que son felices están hechas de muy diversas partes, por distintos subgrupos que necesitan pasar mucho tiempo a solas para poder compartir experiencias, alegrías y tristezas, íntimas confidencias o discusiones sobre algún punto. Lo mismo para trabajar o jugar juntos, resolver problemas, o expresar nuestros afectos de mil formas.

Aunque en una segunda relación pudieran presentarse infinidad de casos, imaginémonos una pareja así: ella de 28 años con una hija de 7; él de 35 años con una hija de 14. Con esta pareja, mi comentario sería: Dediquen tiempo a su relación, empiecen por ser padres auxiliares de la hija de su consorte, hagan equipo coordinado, tomen en cuenta los cambios de la adolescencia de la hija mayor. Y sobre todo vivan su amor.