Cargando



Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Huellitas…


Domingo 24 de Marzo de 2019 8:09 am


LA semana pasada, exploramos la conceptualización y la importancia de cuidar lo que contiene nuestro corazón, pues justo desde ahí surge lo que nos damos y lo que le damos al mundo, pero, ¿qué sucede cuando no somos conscientes de todo lo que está ahí adentro?, ¿por qué cuando algo ocurre nos hace sufrir o enfurecer contra nuestra propia voluntad?, ¿por qué me creo que así soy yo de violento, huraño, triste?, ¿por qué creo que eso es normal?...

Silenciosas, desde otro nivel de conciencia tenemos unas heridas viejas, las que en su momento aprendimos a sobrellevar. El libro Las 5 heridas que impiden ser uno mismo, nos enseña las cinco heridas y sus máscaras, refiriéndose a nuestras primeras batallas con el dolor emocional, que de una forma u otra logramos superar o, por lo menos, creímos haber ganado, pero que hoy, cuando nos sentimos en riesgo ante algo parecido a aquello que nos dolió en el pasado, activamos, inconscientemente, la máscara con la que un día sobrevivimos, nos atoramos y hacemos sufrir, sin saber realmente por qué.

Mientras aquel dolor esté activo, dolerá desde el fondo no conocido de nuestro corazón, y aunque creamos que es normal ser dependientes, huidizos, controladores, masoquistas o rígidos ante la vida y en nuestras relaciones, en realidad no lo es. Incluso, esto nos puede llevar a vivir sin una intimidad sana, a una sensación de vacío, a sufrir trastornos por ansiedad o depresión, a una vida de frustraciones, enfermedades y apáticas acciones; a negarnos o desconocer nuestras necesidades y no poder ser autónomos para cubrirlas; a ser dependientes, víctimas o verdugos; a estar sin vivir; a traiciones, celos, apegos, dominios, violencia y abusos…

Reconocer, aprender, aceptar, interiorizar, perdonar y sanar el dolor guardado de nuestro niño interior es imprescindible para tener el control de nuestras acciones, para no sufrir por estallidos y malas reacciones. Es importante que tú te des el regalo y el tiempo de conocer tus heridas, porque nadie más lo pude hacer por ti; tú determinación y compromiso será tu felicidad. 

Las diferentes técnicas de terapia profesional son una herramienta y no un tache; por favor, no temas ir a terapia, porque el no hacerla te puede llevar a la locura. El reflejo del espejo puede ser engañoso y las espaldas no se pueden mirar de frente; quien hace terapia, termina por ser el dueño absoluto de su vida, y para poder mirar a alguien, nos tiene que ayudar y acompañar a mirar sin filtros a la verdad.

Creo que la terapia es para quien quiere estar mejor, no para quien está “mal”. El evitar la terapia no es el mejor camino a la felicidad real y permanente, tengamos cuidado con el ego, ya que a veces nos confunde, queriendo ser el dueño de la razón y, creyendo estar en lo cierto, quedamos expuestos a perdernos entre los pantanos de una mente confusa o que se ha perdido a sí misma entre dolores y quebrantos.

Definir las heridas del alma, requiere una mirada dedicada, 50 o 150 minutos son insuficientes para poder comprender años y generaciones de silencios y patrones hirientes; dedicarle a tu vida el tiempo y darte la oportunidad de estar mejor será tu mejor inversión, te lo digo por experiencia. Rebosan los casos de plenitud lograda que he podido acompañar y atestiguar, realmente es ver el paraíso en las miradas dichosas al ir avanzando en la terapia, y cuando recuerdo aquella mirada apagada que meses antes vi llegar, mi alma se llena de júbilo y agradecimiento, pues me ha sido permitido el privilegio de ver un alma renacer, un enfermo sanar y sus demonios dejar atrás.

¡Anda!, ve y deshazte de tus huellitas de infancia; abandono, rechazo, humillación, injusticia y traición no tienen que ser causa de tu sinrazón. ¡Sí!, te estoy invitando, incluso te estoy suplicando que te permitas mirar de dentro para afuera, porque quiero que todos sanemos, porque es tiempo de que innovemos algo ¡ya!

¡Gracias, Dios!, permite, por favor, que sea yo vida en servicio acorde a tu voluntad.


*Terapeuta


innovemosalgoya@gmail.com