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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

¿Resurgirán?


Martes 07 de Mayo de 2019 8:01 am


EN caso de perder un senador más, la fracción legislativa del PRD podría desaparecer en el Senado. Sería uno de los estertores últimos de un partido que tiene ante sí el panorama más oscuro, porque su discurso de pretendida izquierda le fue arrebatado al nacimiento de Morena, en 2014.

Ya se encontraba en declive desde la elección de 2012 y la posterior adhesión, de la mano de Los Chuchos, al Pacto con México. Perdió identidad y, en seguida, militantes. En realidad, desde su fundación estaba condenado a la división y a las peleas internas más que cruentas. De tres corrientes diversas y en muchos puntos contrapuestas, surgió un PRD que jamás encontró la fórmula de la unidad en la acción. Padecía el síndrome de la izquierda: discusión superficial y contraposición interior. Daba la impresión de ser más encarnizado peleador hacia adentro que hacia afuera.

Al PRD, cuando comenzó a alcanzar posiciones de gobierno, se acercaron prófugos de otros partidos. Exactamente lo que le ocurrió al PAN a partir de 2000 y el mismo fenómeno que ahora empieza a manifestarse en Morena. 

Roído por las peleas intestinas, desprestigiado por la corrupción en sus gobiernos, desnaturalizado de su origen de aspiraciones radicales, el PRD decayó. López Obrador emigró y formó su propio partido. La agonía del PRD se prolongará hasta 2021.

Sin una respuesta programática coherente, el PRI se debate interiormente por el control de la dirigencia en dos grupos. Pospuestas las ideas, relegados los proyectos a segundo plano, no está claro –en ambos bandos– para qué desean dirigir el partido, si para adherirse al monoblock presidencial u oponerse sin mayor ideario. La primera alternativa lo llevaría a esfumarse, la segunda, a un camino errático con poca credibilidad de cara a los electores. Para colmo, con poco dinero, acostumbrado como estaba a tenerlo en la cantidad necesaria para trabajar, tampoco tiene muchos privilegios qué ofrecer a sus cuadros, escasos sus cotos de poder.

Más razonable sería depurarse, mantener sólo cuadros convencidos, dotarse de un proyecto y picar piedra en espera de la oportunidad que le diese el desgaste natural del obradorismo. El dilema en este caso sería cuánto tiempo puede sobrevivir en tales condiciones.

Menos vapuleado, el PAN mantiene una estructura que le permitiría sostenerse en una oposición que le rinda dividendos electorales en el mediano plazo. Acostumbrado más a ser oposición que gobierno, conoce mejor que otros partidos el camino y las dificultades de andarlo. Si conserva cohesión ideológica, atraerá segmentos de población desde ya inconforme con el gobierno obradoriano. Sin esos adhesivos internos, podría languidecer más temprano que tarde.

A diferencia del PRD y el PAN, Morena tiene la cohesión que le otorga López Obrador. Al menos por ahora, cuando prueban las mieles de un poder altamente concentrado. Tal es su fuente de poder, pero también su debilidad. Morena depende de los resultados del gobierno federal. Si se lee esa circunstancia, se entiende por qué el respaldo social al Presidente tiende a la baja. El desgaste de gobernar sin mayores resultados cuando en campaña las promesas de cambio y reforma abrieron expectativas mayúsculas de los ciudadanos, la decepción puede ser veneno. Todavía tiene muchas cartas López Obrador, sobre todo en el terreno político, para juzgar el pasado. Pero si eso no va acompañado de resultados positivos tangibles, Morena pagaría las consecuencias.

¿Dónde está entonces la indispensable oposición que equilibre al régimen? No en los partidos, escasamente en algunos gobiernos locales (subnacionales, decían los tecnócratas) como el de Jalisco, que es el más visible y fuerte. Y en una fuerza de izquierda revolucionaria como el EZLN y sus movimientos reivindicatorios de los pueblos originarios. El caso de Morelos, por la termoeléctrica, ejemplifica un caso de oposición legítima, y no es el único.

Una más está en germen. Sin partidos, carente de experiencia política, ausentes los recursos organizativos de movilización, las manifestaciones del domingo reciente son señal de que un movimiento de base puede evolucionar a una oposición organizada y con credibilidad. Tendrá que recorrer un camino largo, difícil y sinuoso. Nada sencillo ante un gobierno que todavía tiene un alto grado de aceptación, que le da tiempo para maniobrar. ¿Cuál sería el elemento para cohesionar ese movimiento? No se sabe. Pero estar en el campo de acción es lo que permite aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Dicho en lenguaje coloquial, sólo quien compra boleto puede ganar el premio.

El Presidente parece entender el mensaje. Ayer, dijo ser respetuoso de los manifestantes. Pero estuvo a un tris –véase con detenimiento el video de su conferencia– de calificarlos de ser quienes “lo tienen todo”. Se contuvo. Sabe que ese movimiento puede crecer en la medida del desgaste de su gobierno.


MAR DE FONDO


** “¡Era él, ese loco, el sublime insensato!/ Ese Ícaro olvidado que escalaba los cielos,/ ese faetón perdido bajo el rayo divino,/ el bello Atis herido que Cibeles reanima!/ El augur consultaba el flanco de la víctima,/ la tierra se embriagaba de esa sangre preciosa…/ El cosmos aturdido colgaba de sus ejes,/ y el Olimpo un instante vaciló hacia el abismo./ ‘¡Dime!, gritaba César a Júpiter Ammón,/ ¿quién es el nuevo dios, que se ha impuesto a la tierra?/ ¿Y si acaso no es dios es un demonio al menos..?’/ Mas se calló por siempre el invocado oráculo;/ uno sólo en el mundo explicar tal misterio/

podía: -el que entregó el alma a los hijos del limo”. (Gerard de Narval, francés, 1805-1855. ¡Era él, ese loco, el sublime insensato!)