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El notariado



ARNOLDO VIZCAÍNO RODRÍGUEZ


Martes 07 de Mayo de 2019 7:56 am


EN la revista Proceso de la semana pasada, el columnista Mariano Albor escribió una colaboración extraordinaria titulada “La corrupción en el notariado”, la cual se refiere al notariado en la Ciudad de México, donde comparte un par de historias en que notarios de aquella demarcación se atreven a decir que ante ellos se presentaron personas para manifestarles su decisión de heredar sus bienes, lo que es normal, salvo por el pequeño detalle de que dichas personas ya murieron hace meses e incluso años; o sea, que hay notarios cuya capacidad les alcanza para invocar, lograr la presencia de fallecidos y dar fe que hay fallecidos que viven, les dan indicaciones sobre sus bienes y hasta pagan los servicios del notario.

Sostengo que en Colima muchos de los notarios que padecemos no cantan mal las rancheras. Miren, hace años conocí de la fe pública de un notario que dijo que un tío había reestructurado una presunta deuda con Banrural, misma que jamás había existido, pudimos revertir el golpe porque en la fecha que decía el notario que mi tío había firmado la reestructura, ya habían pasado más de 2 años que había fallecido.

Otro caso es el de un notario –que por cierto se las da de muy acá, que se siente bordado a mano– que en aparente complicidad con el Infonavit vació las cuentas de una derechohabiente, robándole más de 1.5 millones de pesos que presuntamente pagó por una casa pichurrienta que acaso valdría 300 mil pesos, que para colmo, quien se la “vendió” es pariente directo y cercanísimo del notario de marras. La defraudada jamás compró la casa, jamás firmó algo, jamás se la entregaron. Así se las gastan y nadie pone orden porque las autoridades son absolutamente omisas, convirtiéndose, en los hechos, en sus cómplices.

Pero si queremos otro caso de actualidad y de absoluta impunidad, les platico de dos notarios de Manzanillo, Marcelino Romero Vargas y Raúl Gordillo Berra, quienes se atrevieron, en franca complicidad con la API, a dar fe sobre presuntos actos cometidos por quien esto escribe. Entre otras lindezas dieron fe de hechos que presuntamente ocurrieron a las 2:20 de la tarde, en acta levantada a las 11:00 de la noche del mismo día, y que invadimos el recinto portuario sin aportar prueba alguna, lo que fue falso.

Pues bien, fueron esos testimonios notariales falsos, sesgados y convenencieros, los que usó la API para interponer denuncia penal en mi contra ante la modosita PGR, misma que de inmediato consignó el caso ante la Judicatura Federal, demandando mi sujeción a proceso por la presunta comisión de diversos delitos, entre los que descartaba los de sabotaje, que implica reclusión por muchos años.

Afortunadamente, como “Dios no cumple antojos, ni endereza jorobados”, encontramos una juzgadora federal honesta que fundada y contundentemente dejó con quijadas destempladas a ese atajo de desvergonzados, siendo desechadas todas y cada una de sus calumniosas acusaciones.

Meses después, el 2 de mayo de 2018, hace más de un año, interpuse denuncia penal contra los notarios, por sus testimonios sesgados y falsos. Es hora que ni siquiera me ha informado la Fiscalía General de Justicia qué número de mesa se le asignó a mi denuncia, si es que ya se le asignó. Es hora, también, que el Gobernador no ha llamado a constituir la comisión que debe formarse de conformidad con la ley del notariado, para conocer y actuar sobre el mal desempeño de los acusados. Estamos hablando de impunidad, corrupción, irresponsabilidad y violaciones a la ley, y todos tan campantes.


COLOFÓN


Con testimonios notariados falsos y sesgados, se procedió de inmediato en mi contra buscando encarcelarme, a más de un año que por mi parte denuncié estos hechos, la autoridad hace como que la Virgen le habla. ¡Bola de desvergonzados! Ni crean que nos quedaremos cruzados de brazos.


*Presidente de Productores Unidos por Colima, A.C.