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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Tras la marcha


Miércoles 08 de Mayo de 2019 7:49 am


ANTE un gobierno que da al traste a los privilegios de acumular la riqueza en pocas manos, los interesados en no perder sus privilegios, día a día se manifiestan en la vida pública con presiones, denuestos y cuestionamientos de toda índole. Grupos económicos, financieros y políticos, favorecidos por los sexenios anteriores, incentivan la escalada de desgaste sobre AMLO, a través de su peculiar servidumbre en instituciones de comunicación.

Pero además, ahora, en condiciones políticas contrarias al autoritarismo, en ejercicio de sus derechos constitucionales, “motivan” exiguas marchas con actores bien definidos políticamente, pero enfundados en organizaciones “civiles” y ciudadanos “independientes”, demandando la renuncia del titular del Ejecutivo federal.

Desean recuperar la vocación empresarial en el gobierno, y no se requieren procesos cerebrales tan minuciosos para entender a quién benefician las políticas públicas de los tecnócratas. Su razón de ser es favorecer a la iniciativa privada, el enriquecimiento particular, fomentar la centralización del capital, servirse del poder público y servir a los señores del dinero.

Incluso organizaciones civiles se dirigieron a la señora Bachelet, para expresar su angustia por los hechos de violencia e inseguridad de nuestros días, asunto loable, pero que bien pudo expresarse desde hace muchos años en que la violencia se constituyó en política oficial con los encarcelamientos, las desapariciones y los asesinatos. Y dichos organismos nunca lo hicieron.

Pero ocurre que la violencia suele circunscribirse sólo a los hechos relacionados con la delincuencia organizada. No se cuestiona la génesis de la violencia como fenómeno integral de una sociedad de consumo, sus causas de carácter social y los infinitos aspectos de la vida en que se manifiesta.

La violencia se muestra diariamente en la familia, cuando sus condiciones de vida se laceran por las políticas oficiales injustas; la hay, cuando los derechos laborales de los asalariados se vulneran y desaparecen por la imposición de leyes gerenciales; cuando pequeños y medianos empresarios se van a la ruina a causa del embate que sobre ellos ejerce el gran capital, o al momento en que se imponen condiciones para atentar contra la soberanía nacional.

Además, hay violencia contra los indígenas, contra los pobres, contra los estudiantes que no acceden a estudios superiores. Y también esa violencia se ejerció contra los luchadores sociales, por el hecho de expresar sus desacuerdos en la forma tecnócrata de conducir el país.

Hay quienes han violentado nuestras vidas con políticas que benefician sólo a unos cuantos. Han asesinado ilusiones de generaciones y cercenado su derecho a una vida digna, de igualdad, de justicia, de democracia, de libertad. Hay quienes secuestran conciencias a través de la manipulación y la simulación, manifestando presuntas realidades que tienen su contraste en los hechos cotidianos. Hay políticos reaccionarios demagogos, que actúan para satisfacer sus intereses personales, dañando las vidas de mucha gente.

La miseria desarrollada en todos los sectores sociales es el resultado de la centralización del capital, y resulta un fértil caldo de cultivo para generar conflictos, amén del problema de la inseguridad social. Aunque esto es el pan cotidiano en nuestro país, hay aspectos de la vida social con un grave deterioro tras 36 años de neoliberalismo, o lo que es lo mismo, de depredación de la Nación, y que este nuevo régimen político labora integralmente en la reconstrucción.

Décadas han pasado cargadas de expresiones de violencia, agregándose la impunidad, la corrupción y la restricción de las libertades democráticas. Atender las causas elementales de todo ello, es la gran tarea que ha emprendido el gobierno popular, y en el que requiere estar toda persona convencida de que esa lucha es justa.