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La democracia, altura de miras



SERGIO JIMÉNEZ BOJADO


Miércoles 08 de Mayo de 2019 7:51 am


UÉ bueno y cuánto nutren a nuestra incipiente democracia las expresiones de inconformidad manifestadas por un segmento social que disiente de este gobierno, y que protesta con absoluta y plena libertad en el ejercicio de sus derechos constitucionales. Qué lejos quedaron aquellas brutales represiones y abusos del Estado en los que se criminalizaba la protesta social, y sí, la diferencia estriba en el origen del poder: no es lo mismo ser impuesto a la fuerza, con triquiñuelas, dinero y métodos antidemocráticos a costa de lo que fuera, incluso la desaparición forzosa o el asesinato, a surgir de un proceso limpio, legítimo, democrático y pacífico, resultado del voto mayoritario de la ciudadanía.

Este respaldo y la profunda convicción democrática de la Cuarta Transformación, sin duda marcan la diferencia en la forma de concebir la política y la manera de encauzarla, viendo en todo momento por el beneficio de las mayorías. De esta comparación entre imposición y legitimidad, se desentrañan y se ponen de manifiesto a qué intereses responden el uno y el otro, de ahí que se entienda la reacción de quienes forman de una élite económica que se presume agraviada y se organiza para hacer patente su inconformidad. Y es ahí donde vemos la estatura de estadista del Presidente, por la forma reflexiva como ponderó y celebró la marcha, sin expresar ninguna descalificación a ese derecho que tenemos todos los mexicanos de disentir.

El trasfondo de esta marcha forma parte del infundado temor a una hipotética dictadura que sólo existe en el imaginario de la oposición, al argumentar que es un gobierno de ocurrencias, sembrador de odio y divisionismo. Por tal, piden la renuncia del Presidente, esas fueron sus demandas consignadas en pancartas, lonas y gritos lanzados en contra del Gobierno de la República en la llamada marcha del silencio; consignas que no obedecen a la lógica que se está viviendo, es más por sembrar incertidumbre para llevar agua a su molino, porque nadie en su sano juicio verá con malos ojos el cúmulo de iniciativas, programas y acciones que en este tan breve lapso se han venido impulsando y algunas ya concretando.

Como dije, el Presidente dio clara muestra de su capacidad política; congruente, como siempre, dio cátedra a todos aquellos acostumbrados a la represión.

Nuestros adversarios políticos se quedaron con las ganas de contrariar al Presidente, pues así como hay una minoría en resistencia, son cada vez más los millones de mexicanos que aprueban su actuar al frente del Poder Ejecutivo. Olvidan, o prefieren olvidar, que Andrés Manuel jamás será un represor, pues cuando encabezaba la lucha por un cambio de régimen desde la otrora oposición, participó en miles de marchas de protesta; fue una labor titánica para vencer al oprobioso sistema neoliberal que casi destruye por completo al país y la esperanza de los mexicanos.

Y todos quienes fuimos oposición padecimos en carne propia el yugo de la represión y la indolencia infringidas por regímenes déspotas y autoritarios, émulos de la escuela de Mussolini y Hitler que sólo buscaban preservarse en el poder a costa de la miseria y sufrimiento del pueblo.

Contrario a caer en el juego de la falsa oposición, el Presidente acepta el desafío y está determinado a demostrarles a todos los mexicanos que no nos va a fallar, puesto que cada día está muy consciente de su responsabilidad.

La República amorosa es un bello concepto que corre riesgo de quedarse en declaración, si no ponemos el esfuerzo y compromiso que este cambio demanda para alcanzar estos ideales. Queda demostrado que la política de austeridad y la férrea lucha contra la corrupción y la impunidad son hechos tangibles, respaldados por la ciudadanía informada. Hasta ahora, vamos por buen camino, transitando democráticamente hacia el régimen ideal para los mexicanos. 


*Presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena 

Colima