Maternidades hoy
ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA
Viernes 10 de Mayo de 2019 7:45 am
AFORTUNADAMENTE todo cambia y evoluciona, pero para llegar a ciertos cambios, hay que forzar las tuercas de las costumbres ancestrales que aportaban a la comodidad del hogar tener una madre que los 365 días del año, estoicamente estaba dispuesta a cumplir su rol y hacer felices a todos los integrantes de la familia, pues el papel de madre se vivía como una cruz que había que cargar con todas sus consecuencias. Las películas mexicanas, que todavía se ven y que algunas mujeres se identifican en ellas, refuerzan el rol de las madres tradicionales, donde una Sara García o Marga López desbordan sumisión ante los hijos y demás varones del hogar. Y el tradicional 10 de Mayo es el día en que toda la familia se reúne para festejar a “la reina del hogar”, cuya comida y demás viandas servidas son elaboradas por la “reina”, que aunque al final del día cae rendida, la sensación de cumplir, queda totalmente cubierta. Al pasar del tiempo y muy lentamente, estas obligaciones socioculturales se han ido desdibujando para dar paso no sólo al papel de madre heteronormada, sino a otras maternidades, donde la voluntad y decisión toman fuerza y cada mujer puede optar, ser o no, madre. Así, podemos identificar hoy día mujeres que en parejas y cobijadas por las leyes civiles y eclesiásticas, tienen uno o varios hijos/as, andando juntos el camino de la maternidad/paternidad, hasta varias generaciones; aun con tumbos y tropiezos, deciden mantener ante todo la unidad familiar. Están las mujeres que deciden ser madres en solitario, sin una pareja que las acompañe en el camino, responsabilizándose de todo lo que implica en lo social, económico y familiar esta osadía, denominadas comúnmente como “madres solteras”, expresión que no deja de llevar implícita una carga cultural a la cual se tienen que enfrentar constantemente estas personas por quienes se sienten dueños/as de la moral, focalizando sus conmiseraciones tanto a la madre como al hijo/a “sin padre”. Una circunstancia –por demás lamentable– es la maternidad temprana, adolescentes de secundaria o preparatoria que, por diferentes circunstancias, incursionan en esta vivencia; conscientes o no, este hecho se ha convertido en un fenómeno social que merece un estudio y análisis por separado, ya que no existe un indicador preciso o único que nos dé la pauta para saberlo con exactitud. Existe un porcentaje muy alto de mujeres, adolescentes la mayoría, forzadas a la maternidad por violación y que no pueden acceder a la interrupción del embarazo, debido a la telaraña social y religiosa en la cual está entrampada la propuesta jurídica de la despenalización de aborto. La maternidad por adopción, en la mayoría de las sociedades, es un acto altamente valorado; quienes así lo deciden, acceden a la aceptación inmediata de Iglesia y sociedad, pues está considerado como un hecho sumamente humano y bondadoso. Últimamente hemos presenciado a mujeres lesbianas, que con pareja o no, también quieren vivir la experiencia de la maternidad y exploran todas las formas para lograrlo, sabidas que las piedras en el camino para lograrlo estarán más grandes y pesadas; aun así, logran hacer realidad este deseo y se aventuran más que todas las demás, a ser el foco de atención siempre cargado de críticas y juzgamientos. Trátese de madres solas, casadas, divorciadas, adoptivas o lesbianas, la maternidad es un acto aprendido y heredado, ninguna niña nace destinada para serlo, nos lo endosan como un “deber ser”, por el simple hecho de ser mujeres y estar biológicamente capacitadas para ello. De ahí que la lucha que hemos emprendido las feministas, sobre todo, es a que la maternidad sea un acto voluntario y por decisión propia. En este contexto, la sobrevaloración social a la maternidad está permeada por un velo de explotación y mercadotecnia, se sucumbe a la parafernalia orquestada para ello, donde los que ganan son los comerciantes y restauranteros vendiendo sus productos más arriba de su justo valor. *Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima
