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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

Los niños aman las verduras


Domingo 12 de Mayo de 2019 8:50 am


MUCHAS mamás y papás abnegados, hemos sufrido muchas veces para alimentar adecuadamente a nuestros hijos y lo logramos por las buenas, pero, sobre todo y en la mayoría de las ocasiones, por las malas. Salvo por muy pocas excepciones, podríamos parafrasear a Sor Juana Inés de la Cruz, diciendo: “Padres necios que acusáis a los hijos sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

Para empezar, muchos papás y mamás preparamos la papilla del bebé de tal manera que ni siquiera parece potable. ¿Alguna vez han probado los alimentos para bebé? Algunos ni siquiera parecen comida para humanos, ya sea por el color, olor o consistencia. Entonces, ¿cómo diablos esperamos que un bebé se la coma? Ah, pero si se niega a comer, empleamos la coerción, el soborno, la mentira: si no te lo comes te voy a pegar; si te lo comes te doy un dulce; si te lo comes te llevo a la calle; es la última cucharada (sí, cómo no). Todas estas estrategias tienen consecuencias terribles. Por un lado, ellos llegarán a aborrecer las verduras. Están en riesgo de padecer obesidad. Perderemos credibilidad, o sea, ya no van a creer nuestras mentiras, pero tampoco nos  creerán cuando digamos la verdad. Y por si fuera poco, repetirán estos errores con sus hijos. Un poco más adelante por la vida, cuando ya van a la escuela, van a preferir botanas fritas en bolsa de ésas que no puedes comer sólo una. 

Otros errores que cometemos: servimos un plato diferente al de nuestros hijos, con menos verduras o de plano sin verduras, con más carne. ¿Cuál es nuestra justificación? Porque nosotros ya somos grandes; es decir, sí, porque sí.

A los niños que les damos verduras cocidas o crudas y casi los matamos para que se las coman, pero nosotros nos sentamos a ver el futbol o la telenovela con una bolsa de frituras y un refresco de lata o una cerveza…

Por otro lado, los platillos que preparamos podrían estar careciendo de la variedad que necesitamos. Ya lo decía yo en otro artículo: La comida típica mexicana (como los guisados, tacos, tortas, moles, pozoles, enchiladas, tamales, tostadas, carnitas, caldos) carece de los elementos del “plato del buen comer”, que se fomenta a través de las instancias oficiales. Por tanto, se deberían modificar, o bien, programar para ocasiones especiales. Mientras tanto, debemos aprender algunos tips para que nuestros hijos tengan una mejor alimentación que nosotros.

En cuanto a las papillas, si no tiene buen sabor para nosotros, debemos mejorar el sabor para poder ofrecerla a nuestros hijos. Esto se puede, a partir de preparar los vegetales por separado y así conseguir sabores de color y textura agradables.

A los infantes y niños les encantan las verduras. Ah, ¿no me cree? Verduras cocidas (chayote, papa, zanahoria, betabel). Aderezadas con sal, limón y chile o alguna salsa de chamoy hacen milagros. Algunas pueden ir crudas, como las zanahorias.

Lo feo: Seguiremos viendo tacos sin verdura, pozole sin repollo y niños con diabetes, mientras no estemos dispuestos a hacer sacrificios.

Para mejorar los hábitos alimentarios de nuestros hijos, debemos ser conscientes de que tenemos que mejorar nuestros hábitos alimentarios de papás.

Lo chundo: La educación escolar de nivel primaria incluye contenidos donde les inculcan estos hábitos. Pero algunos papás no permiten que los hijos cambien la dinámica familiar, porque con el plato del buen comer no se llenan. Además, qué van a saber los maestros, si en casa de mi mamá no comíamos verduras y estamos sanos. Y si el tío tiene diabetes es porque quizá se le hizo de un susto.

Lo bueno: Nunca es tarde para mejorar. La mejor técnica es hacerlo poco a poco. Si de verdad amamos a nuestros hijos, lo mejor que podemos heredarles es una buena educación y el ejemplo de padres que queremos lo mejor para ellos.

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*Psicólogo


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