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El adiós a mi hermana



MANUEL GODINA VELASCO


Miércoles 15 de Mayo de 2019 7:42 am


POR esta vez hago un paréntesis a mi acostumbrado análisis político, para expresar públicamente el adiós a mi hermana Divina Urania, quien falleció el jueves 9 de mayo, y tras el traslado de su cuerpo, del hospital de especialidades del ISSSTE, en Temixco, Morelos, fue velada en esta ciudad el pasado sábado y sepultada en el cementerio municipal la mañana del domingo 12; allí al pie de su sepultura me correspondió, a nombre de la familia, expresar el último adiós a mi querida hermana. Comparto con mis lectores una apretada síntesis de mi oración fúnebre.

A Divina Urania,  quienes la conocieron hace décadas, la recordarán por su hermosura física, pero nosotros, sus familiares más cercanos, la llevaremos para siempre en nuestro corazón y en nuestra memoria, como  una gran señora de reconocida honorabilidad e intachable conducta pública.

Adquirió la facilidad para la oratoria y el buen uso del lenguaje, el gusto por la cultura, además de su gran dignidad y prudencia que siempre la caracterizaron; obtuvo la fuerza para enfrentar los infortunios y una actitud del sentido de solidaridad que siempre manifestó para ayudar a hermanos y parientes, a quienes invariablemente nos  tendió la mano para todo asunto o problema.

Su paso por la vida deja una profunda huella que la distinguió como una  mujer ordenada  y talentosa, de sólida formación profesional, que al unirse en matrimonio con un hombre caballeroso y culto, como lo fue Melesio Gómez López, tuvo la oportunidad de relacionarse con personajes de la administración pública federal, donde se incorporó como parte del Voluntariado nacional, para poner en práctica su actitud de servicio y ayuda para los demás.

Ante el inesperado deceso de su esposo, con Violeta, su hija, enfrentaron los sinsabores de la vida, permaneciendo siempre juntas, una al lado de la otra, para ayudarse y acompañarse mutuamente, en una amorosa simbiosis de madre e hija que floreció por más de 63 años, hasta que  la muerte se empeñó en separarlas.

El paso del tiempo, que a nadie perdona, le fue minando su constante energía y su envidiable salud, que en los últimos 4 años la fueron progresivamente deteriorando, pero,   no obstante esa dificultad para moverse o trasladarse, tuvo la gran satisfacción de regresar, en diciembre pasado, a disfrutar de la presencia y el cariño de todos sus familiares, para revivir sus recuerdos infantiles y juveniles en ésta, su añorada tierra,  que visitaba siempre y la tenía en su corazón.

En esta pesada etapa de su vida, su hija Violeta, con esmero y dedicación le prodigó todos los cuidados que requería su impedimento para valerse por sí misma,  entrega que le  reconocemos con gratitud por los desvelos, esfuerzos y entrega sin límites,   que en los últimos años le prodigaron Violeta y su generoso esposo Roberto Massa,  considerado como un hijo más, quienes nunca la dejaron sola, dándole siempre afecto, compañía y la mejor calidad de vida que pudieron ofrecerle en esta difícil etapa de su vida.

El pasado domingo, atestiguamos el cumplimiento de su voluntad de regresar a descansar para siempre en esta tierra que la  vio nacer para reposar al lado de su esposo, que en las curiosas coincidencias del destino murieron ambos un jueves 9, casi a la misma hora, aunque cuatro décadas después.

Ante su ataúd expresé: desde los confines y la inmensidad del tiempo y el universo, donde seguramente ya gozas de la presencia de Dios y del reencuentro con las almas de tus seres queridos, desde esos espacios del infinito universo donde ahora flota tu radiante espíritu, estamos seguros, que desde allá,  nos acompañarás para iluminarnos y darnos fortaleza a todos los que te quisimos. 

Te recordaremos siempre con profunda añoranza, a la vez que con la alegría y la satisfacción de quien cumplió a plenitud su misión terrenal. Sabemos que tarde o temprano nos reencontramos contigo y nuestros ancestros, por eso ahora aquí, aunque llenos de congoja, no te decimos adiós, sino hasta luego.


*Analista político