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Apuntes



MARIO CÁRDENAS DELGADO (ACPE)

Misioneros del saber


Jueves 16 de Mayo de 2019 7:52 am


EL Día del Maestro fue propicio para que los gobernantes, representantes populares y políticos engolaran la voz para hablar sobre la labor de los profesores, y para que la sociedad, los padres de familia y sobre todo los alumnos, reconocieran el trabajo de las y los educadores que en el ejercicio de este “oficio divino”, como calificara la educadora chilena Gabriela Mistral a la enseñanza, han sido árboles generosos, productores de abundantes frutos, gracias a su preparación, sapiencia disciplinar y pedagógica, dedicación, vocación, dignidad profesional, responsabilidad y sobre todo, amor por la educación.

Quienes así motivan a sus alumnos para aprender y por tanto entran la categoría que definió William Arthur Ward (1921-1994), abogado, escritor y profesor estadounidense: “El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira”, merecen que se les reconozca porque se entregan en cuerpo y alma a la prédica del conocimiento y a la formación de individuos con capacidades, destrezas y valores, con la esperanza de que en un futuro cercano sean mujeres y hombres realizados, íntegros, visionarios, felices y exitosos.

En la antípoda están los mercenarios de la educación, como la gran mayoría de integrantes de la CNTE; los longevos comisionados en las dirigencias del SNTE, y los flojos que ven el magisterio como chamba que los provee de un salario, no obstante lo cual, con pretextos nimios faltan a trabajar o se dedican a perder el tiempo, pese al daño que provocan a los alumnos. Las autoridades de distinto nivel en el Sistema Educativo Nacional tienen mucha culpa de ello, por agachonas, irresponsables e insensibles.

Sin pretender hacer de pitoniso, auguro que con la “mal llamada reforma educativa” de López Obrador, estos vicios seguirán vigentes e incluso cobrarán nuevos bríos, porque está diseñada para ello, aunque los actuales “científicos” de la SEP traten de convencernos de lo contrario. Si tiene duda sobre el tema, pregunte a la recargada (?) cacique Elba Esther Gordillo y cáfila del membrete Maestros por México que le acompaña; al permisivo secretario de Educación, Esteban Moctezuma, que por ningún motivo se enfrentará a las huestes del SNTE y menos a las de doña Perpetua, y al propio AMLO, que con su “transformación educativa” está dispuesto a complacer a sus aliados de la CNTE y a mantener a México en los últimos lugares mundiales en calidad educativa, aunque diga lo contrario.

Seguir refiriéndome a los “ganapanes” de la pedagogía (salud, maestro Pancho Hernández) y a quienes impulsan políticas públicas perjudiciales para la educación y por ende para el futuro de México, resultaría ocioso, por ello reitero mi reconocimiento a quienes desempeñan el magisterio con pasión, vocación, dedicación y una gran ilusión, es decir, a los verdaderos maestros, a quienes, como presente y motivo de reflexión, comparto algunas citas que me parecen adecuadas. Si lo considera pertinente, sugiero que las lea, analice y comparta con otros maestros inspiradores, como usted.

Rubem Alves (1933-2014), académico, escritor y poeta brasileño. “Enseñar es un acto de alegría, un oficio que debe ser ejercido con pasión y arte. Es como la vida de un payaso que se presenta todos los días con la misión renovada de divertir. Enseñar es hacer de aquel momento único y especial. Riendo, decir cosas serias, mostrando que verdaderamente esta es la forma más eficaz y cierta de transmitir conocimiento. Como mago, pero no como ilusionista. No como alguien que ilusiona y sí como quien cree y hace creer en lo que debe pasar”.

Pablo Latapí Sarre, filósofo, escritor y humanista español. “En la medida que un maestro es capaz de asombrarse y trasmitir el sentido de asombro a su alumno, es un buen maestro. La educación consta de dos partes: educación de las habilidades y de las sensibilidades. Sin la educación de las sensibilidades, todas las habilidades se tornan sin sentido. Hay muchas personas con visión perfecta que nada ven.  El acto de ver no es algo natural. Precisa ser aprendido. Cuando la gente abre los ojos, se abren las ventanas de su cuerpo, y el mundo aparece reflejado dentro de la gente”.

Y esta de mi cosecha. Al enseñar con el corazón, el maestro se convierte en un semidiós que sin hacer caso de adversidades ni buscar justificaciones, busca y encuentra los medios para entregar a sus pupilos el fuego del conocimiento. La del maestro es una gran responsabilidad, es más, la mayor responsabilidad social, porque tiene la misión intransferible de sembrar, cultivar y hacer florecer la semilla del saber en cada uno de sus alumnos, aún en aquellos que pudieran parecer terreno infértil, pero que, con la paciencia del sembrador amoroso, abona y cuida de manera especial para que también enderece su tallo y pueda crecer con alegría y esperanza.

El buen maestro no busca ni encuentra pretextos para perder el tiempo, acude siempre a predicar su evangelio con alegría, optimismo y la esperanza de un misionero del saber, que con su credo conmueve los corazones e ilumina las conciencias de sus discípulos. ¡Felicidades!, compañeros, a seguir predicando.


*Profesor jubilado


apuntesmario@hotmail.com