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Maestros de la Morelos



PETRONILO VÁZQUEZ VUELVAS


Viernes 17 de Mayo de 2019 7:47 am


A lo largo de la vida, tiene uno la fortuna de conocer y ser formados por muy buenos maestros que dejan huella para siempre por su capacidad, conocimientos, aplicación didáctica o por su humanismo y buen corazón. Recuerdo a varios de ellos en las Facultades de educación superior de la Ciudad de México, a José Luis de Carlo, Francisco José Paoli Bolio y a Édgar Alberto Cabrera Hidalgo; en la Normal y la secundaria fueron muchos, que merecen una consideración especial.

En esta ocasión recordaré a los maestros que nos forjaron y enseñaron las primeras letras y trabajaban en la Escuela Morelos, de la Villa; verdaderos mentores que se dedicaban en cuerpo y alma a la enseñanza, algunos blandos, otros con un carácter fuerte, pero todos muy dedicados y profesionales en su materia, y en este caso, en el grado escolar.

En primer año me dio clases la maestra Trinidad (Trini) Olmos, muy maternal y amigable maestra, elegante, fina en el trato, nos enseñó a leer con aquel efectivo método onomatopéyico de Torres Quintero que espero vuelva a introducirse, porque el proceso de desarrollo cognitivo es similar al método en cuestión. Ella, la maestra Trini, fue esposa de otro gran maestro de literatura en la Secundaria 13, que funcionaba en las mismas instalaciones: Pancho Palacios.

En el segundo año, me dieron clases dos grandes profesoras, la primera parte del año fue la maestra Checha, Celsa Virgen (qepd), de avanzada edad, de vestir muy elegante con su falda a tres cuartos, blusas de cuello alto, gran cantidad de alhajas que sonaban en su muñeca, muy didáctica para enseñarnos, bueno, no enseñaba, actuaba, manteniendo la atención del chiquillerío, y ay de aquel que se distrajera porque un certero borradorazo lo hacía volver la atención.

Luego, como por el mes de octubre, a varios nos cambiaron al otro segundo, con la maestra Juana Elisa Amador Jiménez, muy guapa y agraciada, jovencita, cariñosa, maternal; con ella consolidamos lectura y escritura, las cuentas básicas y los primeros conocimientos. Me gustaba que nos visitara a la casa cuando mi madre en algún acontecimiento la invitaba, la casa se adornaba con su presencia y la de una amiga que la acompañaba, igual de guapa.

En el tercer grado, fue la maestra María Guadalupe Morett de Padilla (qepd), así se firmaba, distinguida profesora, de carácter recio, muy clara su voz, exigente en la tarea y cuidadosa con el orden y la disciplina en el aula; era una maestra muy religiosa y devota de la Iglesia. Esposa de quien fuera inspector de la zona escolar, José Padilla Córdoba.

En cuarto grado fue Taurino Delgado Cruz (qepd), un maestro dedicado y muy claro para enseñar, siempre muy arreglado, aficionado al deporte, de estricta disciplina; con él conocimos los campos deportivos porque le gustaba llevarnos y hacernos competir en áreas de atletismo, carreras, lanzamiento de jabalina, disco, etcétera. Un maestro muy deportista y sencillo.

En el quinto y sexto grado nos dio el mismo maestro, Jesús Xicotencatl Pérez Rivera, un maestro joven y delgado, estricto, mantenía una disciplina férrea pero racional, nos hizo leer grandes temas de la Historia y la Literatura Universal, aprender números y operaciones de quebrados y fracciones, y nos hizo vivir que la amistad entre un maestro y sus alumnos es posible; varias veces fuimos a visitarlo en esa colorida casa donde vivía por la Javier Mina. Un abrazo a todos.


EXCELENTES RESULTADOS


Un festival debe promover e incentivar el patrimonio de los pueblos. El Festival de la Sal se convirtió en el más grande Festival en ese sentido, porque promueve nuestro producto artesanal; logró el mayor impacto social y cultural, la más grande derrama económica que se tenga memoria en ese balneario y la ingente promoción turística del mismo.