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GERMÁN RUEDA


Sábado 18 de Mayo de 2019 7:21 am


LA industria del cine sufrió su peor época cuando hizo su aparición “la caja idiota”, ergo, la televisión; el porcentaje de asistentes a las salas, en aquel entonces enormes, disminuyó paulatina pero constantemente desde el inicio de los años 50, y aún metió “segunda” la declinación cuando la TV se pudo ver a todo color.

No obstante el golpe, por algunos considerado mortal, hizo a los estudios sacar fuerzas de flaqueza, conseguir talentos para argumentos interesantes, sonido estereofónico y contratos millonarios con artistas de renombre y calidad de argumentos.

El cine se repuso más o menos de la crisis hacia los años 70 y de ahí se modificaron los conceptos de exhibición con varias salas pequeñas, confortables, con clima artificial, buen equipo de sonido y precios accesibles.

Ahora, la nueva “caja idiota” es el teléfono inteligente, donde podemos hacer diversos contactos visuales o auditivos en una pantalla de 7 por 6 centímetros. Con gran claridad de imagen y sonido. De ahí se pasó a la tablet, donde la pantalla va de las pequeñas de 12 por 7, hasta las mayores en 20 por 10, con posibilidad de tomar fotografías y otras monerías. La primera caja ha quedado obsoleta en muchas formas y quienes detentan ese poder han visto disminuir la audiencia, por ende, la contratación de anuncios comerciales.

Hace una decena de años, con las plataformas de streaming se volvió a modificar la forma de entretenimiento. Youtube, Netflix, Claro y otros, son el nuevo nicho para quienes poseen internet y un aparato sofisticado con las aplicaciones debidas.

Ahí mismo surgieron Facebook, Twitter y WhatsApp, con miles de millones de seguidores. En lo personal, me he negado a pertenecer a los dos primeros ante el regaño de mis hijas. Pero con la llegada de un nuevo aparato, obsequio de mi primogénita y la ayuda de mi segunda hija, me adentré en el último con gran entusiasmo. Me comunico de inmediato con toda la familia, recibo datos y todo tipo de mensajes, hago citas, leo columnas principales y portadas de los diarios. En fin, entre leer el periódico y los mensajes del día, se me agota el tiempo de pensionado con gran alegría.

Pero la consecuencia es en verdad negativa. He dejado a un lado tres libros iniciados hace  más de 3 meses y no avanzo. La única solución es entrar a un método sencillo y he decidido leer una hora diaria, como mínimo, para enterarme e instruirme con los inesperados conocimientos guardados en las entrañas de los libros. No me habitúo tampoco a leer en la computadora.

Y no son cualquier libro mis pendientes. El siglo de la revolución, de Josep Fontana, una historia del mundo desde 1914, reza la portada. He recorrido las guerras desde la Primera Mundial hasta la Segunda. En él me entero de la entrega a Hitler de músicos como Richard Strauss, directores de orquesta como Karl Böhm y sobre todo, Von Karajan. En otro párrafo leemos: Heidegger, por su parte, decía a sus estudiantes que el Führer era la realidad presente y futura de Alemania. Eso pensaba el tan leído filósofo. 

Otro libro interesante en espera es: Desde la plata a la cocaína, del Fondo de Cultura Económica; apenas leí el prólogo. 

El tercero es La seducción de las palabras, de Álex Grijelmo, fascinante paseo por el mundo de cómo nos comunicamos, de los diferentes tipos de aproximación y cambio de una frase a otra con el mismo sentido, pero diferentes palabras. Como ejemplo pone la palabra vaso, “el aprendiz de hablante comprenderá que esta voz debe asociarla a ‘vidrio’ o ‘continente de líquidos’ y los registros (‘vino’, ‘agua’, ‘leche’, ‘bebida’)… sentido distinto en el caso ‘taza’…, habrá echado en falta la palabra ‘vino’ (que no suele tomarse en taza). Las palabras entonces se relacionarán con su uso. Se ensucian o se elevan con él… quien disponga de la varita mágica de la evocación… buscará otros caminos si quiere expresar el concepto ‘meter’.

“El amante certero preguntará entonces, por ejemplo: ¿Quieres que entre en ti? Frente a ‘meter’, o a ‘penetrar’, el verbo ‘entrar’ se connota en cambio con la naturalidad: entra el año, entran las estaciones, entra el mes”.

Hasta aquí la cita del autor y la invitación a leerlo, en vez del WhatsApp.


gruedaf@yahoo.com.mx