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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Paraíso de bendición


Domingo 19 de Mayo de 2019 8:13 am


HAY personas que sin ser adictas a alguna sustancia, están inmersas en las consecuencias de la adicción de su pareja, amigo, hijo, padres…

Dicen hacerlo “por amor”, y salvo los niños que no pueden optar si quedarse o no a enfermar junto con el adicto, todos los demás sí lo eligen; prefieren quedarse ahí sufriendo. Tal vez sus emociones estén enredadas y crean que son amados o necesitados por el adicto. Son héroes sufrientes que abrazan una causa –que no les corresponde–, disimulando las graves consecuencias de su adicción a las relaciones tormentosas.

La violencia pasiva o activa, las carencias económicas, las angustias, decepciones y la desaparecida autoestima, son contextos recurrentes en una relación o familia adicta; a pesar de todo el “amor” que damos, nunca seremos suficientes como para que él renuncie a su adicción, situación que cala, que destruye tan hondo como el infierno del desamor. El acompañante de un adicto cree que es necesitado, que él es “la” opción del enfermo para sanar; que por amor lo cambiará y que su vida tiene un santo propósito. ¡Por Dios, cuanta arrogancia disfrazada de humilde entrega!, se les olvida que habrán de ser víctimas y verdugos, tratar de controlarlo todo; y abismalmente infelices, si es que quieren permanecer siendo los buenos de la relación.

Las personas circundantes al adicto, quisieran ser suficientes y merecedores de amor, buscan aceptación y ser tan importantes como para que el otro deje el consumo de sustancias, modifique su carácter y renuncie por fin a su compulsión por autodestruirse; ellos son adictos, que sin consumir sustancias, se aferran a las emociones confusas, nefastas y, de una forma u otra, mortales; si su adicto decide dejar de serlo, buscaran a otro “malo” al cual rescatar, ¡sí!, porque esas sufrientes, buenas personas, también son adictas y necesitan ir a terapia urgentemente, para poderlo mirar y sanar.

Un adicto busca no sentir dolor emocional, la adicción es su bastón, el centro de su vida, y su identidad. El codependiente sobrio, busca ser el bueno y necesitado, y ese es su quiebre. Nadie puede dar lo que no tiene; si no se respeta, ni cuida, ni se ama, entonces, ¿qué es lo que realmente está dando?

Un adicto ha renunciado a cuidarse y no es capaz de cuidar a nada o a nadie bien; su codependiente es quien cuida y debe preocuparse por todo, encargarse de satisfacer las necesidades del resto de la familia sin ayuda, pero yo afirmo que sí necesita ayuda.

Ayuda, para sanar en ti aquello que te hizo elegir ser quien rescate y soporte a un enfermo de adicción. El adicto es dependiente de la bebida, la droga, y también de ti; su principal preocupación es satisfacer su adicción, y tú no le eres importante, sólo eres para él algo usable.

Un día te hallarás cuidando de él o ella, llevándolo a la cama cuando lo encuentres borracho o inventando excusas para justificar su conducta, su violencia, y consolándole cuando se sienta deprimido. Sé que la dependencia que siente hacia ti, te hace creerte importante, que crees que así satisfaces tu necesidad de conexión, intimidad y atención. Pero la dependencia no es amor, es sólo un falso sustituto que hace que la situación se mantenga.

Un día sentirás ira y frustración, estarás decepcionado, cansado de promesas rotas y falsas esperanzas; sabrás que tus intentos por ayudar al otro no dan resultado, quizás te sientas culpable, impotente, desolado, e incluso puedes caer tú en una depresión.

¡Necesito que comprendas que de quien tienes que cuidar es de ti!, te pido que intentes aceptar que estás en una relación adictiva, no te pido que lo abandones, o quizás si pudiese ser una opción, pero lo que sí es importante es que tú sanes, te cuides y te hagas un blindaje para no sufrir más. 

Un dependiente cree que no vale, ya es tiempo de que te detengas; hazlo por ti, para tus hijos, por favor, y porque sí se puede ser feliz. Tú eres importante, lograras vivir mañana mejor que hoy. Innovemos algo ¡ya!, trabajemos juntos en terapia, veamos la vida como realmente puede ser: un paraíso de bendición sin adicción. 

 

*Terapeuta

innovemosalgoya@gmail.com