Cargando



La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

Un mandamiento nuevo


Domingo 19 de Mayo de 2019 8:16 am


EN las Lecturas de este domingo, encontramos fuerza y aliento para seguir a Jesús. No es un aliento fácil. En la historia, el continuo caminar de la Iglesia está lejos de ser una travesía sin problemas. Pero Jesús está con su Iglesia, nos anima, nos conforta y nos da esta clave: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otro, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

En nuestros días, el concepto del amor se ha desvirtuando tanto, que para muchos, el amor no es sino desbordamiento de pasiones degradantes.

En cambio, el amor del que Jesús nos habla es el amor que Él nos mostró, el amor infinito del Hijo de Dios, que se hizo hombre para salvarnos, se entregó todo por nosotros hasta morir en la cruz, y se quedó con nosotros en la Eucaristía, para compartirnos su divinidad y su amor eterno. Jesús nos pide clara y definitivamente: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”.

El amor no es un consejo piadoso, ni una opción que podamos renunciar. Es un “mandamiento nuevo”, tan esencial que realmente es lo que nos hace discípulos de Jesús por sobre cualquier otra característica. El amor constituye nuestra identidad cristiana. Es el amor la señal por la que todos conocerán que somos seguidores de Cristo.

El radicalismo del amor cristiano está en amar como Jesús: perdonar “setenta veces siete”, amar a los enemigos y rogar por ellos, entregarnos al servicio de la justicia y del amor hasta el extremo de sacrificar la vida, si fuera preciso.

Este amor que Jesús nos exige supera nuestras fuerzas humanas. Pero, su gracia santificante nos da las fuerzas sobrenaturales que necesitamos para cumplir su mandamiento. Ese amor es un don de Dios. Es un fruto de la resurrección del Señor.

El amor es un regalo de la Pascua y necesitamos recibirlo de Cristo frecuentemente, porque nuestro egoísmo es demasiado fuerte y rápidamente ahoga el amor. Por eso, Jesús nos dejó la Eucaristía que renueva sacramentalmente el misterio pascual, y nos da una inyección de su amor cada vez  que participamos en la comunión.

La Pascua y la Eucaristía son la fuente de la fraternidad humana. La misión evangelizadora de la Iglesia y de los cristianos consiste en crear fraternidad en todos los niveles que están a nuestro alcance. Cada vez que trabajamos por realizar auténtica fraternidad, el reino de Dios avanza, damos un signo de que Cristo ha resucitado.

Amigo(a): La felicidad que buscamos, la felicidad que esperamos en ésta y en la otra vida, la tendremos en  abundancia dando amor en abundancia a Dios sobre  todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.