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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Nuestra herramienta principal


Viernes 24 de Mayo de 2019 7:44 am


1.- En el mundo, somos unos 480 millones de hablantes del español, según cifras del Instituto Cervantes de España. Esa lengua se impuso a los vencidos de la Conquista del territorio que hoy es México.

De los muchos idiomas originarios de ese territorio (68), miles de vocablos se incorporaron a la dicción y la escritura de los descendientes de conquistadores y conquistados. Náhuatl, maya, totonaca, mixteco, chol, toztzil, tzeltal, zapoteco, mazateco y otomí son las lenguas más habladas actualmente. Otras se hablan en menor medida o han desaparecido porque sus hablantes dejaron de practicarlas para utilizar el español a medida que su cultura fue menoscabada, absorbida por la predominante. 

Por si fuera poco, estos idiomas originarios pertenecen a 11 familias lingüísticas, de donde se derivan esas 68 agrupaciones lingüísticas que dieron lugar a 364 variantes. De la mayoría no existen registros escritos.

2.- El español de México se ha enriquecido con vocablos de lenguas originarias, sobre todo del náhuatl y el maya, y otras han aportado palabras en diversas cantidades. Algunos términos más conocidos son jitomate, aguacate, tiza, elote, milpa, chocolate, por ejemplo, entre cientos más.

Vocablos hay de uso regional que no se entienden de una región mexicana a otra, o de un estado a otro, sin una explicación de los hablantes. Si un colimense pronuncia “esquilín”, otro colimense entenderá sin problema alguno a qué se refiere su interlocutor. Podría preguntar, acaso, si el “esquilín” es colorado, negro, cabezón o de anona, digamos, pero la palabra genérica la comprenderá y sólo cuestionará sobre la diferencia específica. Un tapatío dirá “asquil” o “esquil”. Un chilango no entenderá de qué hablan, si no pregunta el significado.

3.- La lengua la hacen los hablantes. El uso y, sobre todo, la necesidad de nombrar cosas, plantas, animales, personas, fenómenos naturales o cualesquiera acontecimientos para los que no disponga de un vocablo, llevará a introducir algunos a su lengua cotidiana. Si ya los hay en otro idioma con la que tiene relación previa, podrá recurrir a ese término, que hará comprensible la comunicación. 

Cuando llegaron al Nuevo Mundo, los españoles conocieron seres de los que jamás tuvieron noticia previa. Recurrieron a las lenguas originarias para identificarlos. Por ejemplo, el pájaro cenzontlatoltótotl no existe en Europa. El sustantivo se compone de cenzontli, que significa 400, tlatolli, que es palabra o voz, y tótotl, que nombra a las aves. Hubieron de castellanizar y apocopar el término náhuatl, pues la traducción literal es larga: Pájaro de las 400 voces. Quedó en cenzontle.

4.- Ayer por la mañana escuché la noticia de que el actor y cineasta Gael García Bernal estrenaría un nuevo filme. Filme, por cierto, es una castellanización del vocablo inglés film, que significa película de plástico, como el de cocina, digamos, y también la de celuloide que se proyecta en pantallas, esto es, una obra cinematográfica.

La cinta de Gael García se titula Chicuarote. Me llamó la atención. Investigué el vocablo y encontré que tiene al menos dos significados literales: chile, es uno, y necio o terco, el otro. No queda ahí, sin embargo. Como decía arriba, la lengua la hacen los hablantes. Y sucede que algunos de ellos la convirtieron en gentilicio aplicado a los habitantes de San Gregorio Atlapulco, un pueblo del municipio de Xochimilco, en la capital del país. Tienen fama de necios, tercos. Por extensión, se les aplica cuando resisten a acciones externas que los perjudican. Los chicuarotes, por cierto, han resistido los embates de quienes pretenden arrebatarles los manantiales de su pueblo. Tal vez, la película de García Bernal aborde el asunto. No lo sé. 

5.- Nuestra herramienta de vida más importante es el lenguaje. La comunicación verbal y escrita es sustento de todas nuestras actividades relevantes porque nos permite razonar, expresar, planear, registrar y corregir. El idioma puede construir o destruir, según se le use. 

Mal usado, en boca de políticos poderosos divide, confronta, alienta odios, destruye. Eso sucede ahora.


MAR DE FONDO


** “No puedo sino amaros/ estrujando vuestras veleidosas acechanzas/ sobre mi pecho estremecido,/ porque ¿de qué otra cosa podría vivir?/ Recordar la vida pasada/ es como regar el huerto de vuestras sombras,/ y suspirar por algo desaparecido/ es levantar las ciegas estatuas de un jardín./ El desvarío es grande/ e insensata la índole de mis sentimientos,/ mas cuando un hechizo obra sobre un corazón,/ ¿quién puede disiparle esa áspera pena?/ Verdad, verdad deseada,/ en los labios engañosos del mundo/ paréceme escuchar como posible/ el eco de tu clemencia”. (Juan Gil-Albert, español, 1904-1994. Las mentiras.)