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Dorar la píldora



MÓNICA LAVÍN

El delirio narrativo de Carlos Franz


Sábado 25 de Mayo de 2019 8:05 am


ESTE lunes 27 arranca la Tercera Bienal de Novela Vargas Llosa en Guadalajara. El tema será las fronteras con todas sus resonancias literarias en esta tertulia de escritores hispanoamericanos, abierta al público. Fronteras de géneros, entre ficción y realidad, entre el lector y el escritor, entre los matices del español, entre los países en una República de las letras que pretende la hermandad a través de mirarnos por escrito. Celebramos la herencia cervantina, y estarán el premio Cervantes, Sergio Ramírez, y el premio Nobel, Mario Vargas Llosa; pero también se dará a conocer la novela ganadora de entre las publicadas en los últimos 2 años, que participaron en la convocatoria. Estarán los finalistas para dar a conocer sus obras, para despertar apetitos, causar expectativa y finalmente que nos enteremos el día 30 de mayo quién es el premiado.

Las obras finalistas son Las fiebres de la memoria, de Gioconda Belli (Nicaragua); The night, de Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela); Vivir abajo, de Gustavo Faverón (Perú); Sur, de Antonio Soler (España); y Ordesa, de Manuel Vilas (España). 

Vale la pena recordar, a la luz de esta nueva Bienal que se ha mudado de Lima a Guadalajara, organizada por la Fundación de la Universidad de Guadalajara, la Cátedra Vargas Llosa y la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el anterior premio en 2017: la novela Si te vieras con mis ojos, de Carlos Franz (Alfaguara). Todo premio debe ser no sólo un reconocimiento al trabajo y talento de un autor, sino un aval para la elección del lector. Sin duda, la obra del autor chileno (en un cierre de finalistas muy emocionante y de enorme calidad) es una novela que encanta por diversas razones.

Carlos Franz ideó para aquel extremo del continente americano un triángulo amoroso de resonancias épicas, no exento de humor y dotado de una belleza verbal, sonora y visual que nos coloca en la medianía del Siglo XIX, cuando el mundo americano estaba diseñando su identidad y las ideas se debatían entre el romanticismo y la racionalidad.

Es verdad que coincidieron en el fragmento de siglo y en Chile tanto el jovencísimo naturalista Charles Darwin y su Beagle, como el pintor alemán Johann Moritz Rugendas. Es verdad también que aquel pintor de paisajes que había recorrido ya varios países de América al lado de Humboldt había conocido a una bellísima chilena casada con un general honorable y viejo: Carmen Arriagada. Y sobre esa coincidencia, tras una afanosa investigación, Franz fabula el encuentro de dos hombres singulares enamorados (a pesar de ellos) de una misma mujer. Con vaivenes en el tiempo, pues Rugendas cumple con visitar a Darwin tiempo después de Valparaíso, y con una voz que se dirige al Moro, una Carmen que permanece en el tiempo, asistimos a los avatares de lo que pudo haber sido, también de lo que fue, al paisaje-piel que cimbra las ideas de dos hombres.

En medio de todo ello, el escritor nos desgrana las obsesiones del naturalista y sus colecciones de especímenes (aquellos percebes con un aparato reproductor extraordinario), y la mirada plástica de quien pinta lo mismo paisajes que mujeres, que indios a caballo raptando hembras como aquel sueño erótico de Carmen. Escribir sobre el amor, sobre la rivalidad entre hombres, la idea del honor y la traición en medio de una naturaleza despiadada y una sociedad ingenua, revela al gran narrador que es Franz, capaz de este texto delirante, de brío narrativo y jugo verbal que cala en las pasiones y decisiones de los personajes. Atesoro el momento de encuentro de estos dos hombres enamorados de Carmen cuando el deslave en el Aconcagua los habrá de atrapar y enfrentar, entre la vida y la muerte, a su ferocidad y su nobleza. Tampoco había leído la descripción de una avalancha tan vívida y emocionante, rugiendo en mis oídos, salpicándome de hielo, acercándome a los personajes como en la novela de Franz. 

Todo esto, porque la ganadora de este año habrá de dejar también huella en sus lectores. Ya me lo saboreo.