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GERMÁN RUEDA


Sábado 25 de Mayo de 2019 8:00 am


ESTA vez, me congratulo de ser cibernauta, aun cuando con las limitantes de la edad. Chango viejo no aprende mañas nuevas.

Mis quejas por la invasión callada de nuestro espacio con el surgimiento de internet y la causa de programas (nuevamente, mis limitaciones por haber llegado tarde a la computación), a veces dan un mentís a mis afirmaciones de lo maléfico de estar adheridos a los teléfonos inteligentes.

Recibo mensajes de toda laya, la mitad quizá, quejas por el manejo del unipersonal gobierno actual, con variantes de tono, calidad y aserto. Noto el aumento en el enojo de buena parte de quienes tienen acceso a la web; aquellos privilegiados dan rienda suelta no sólo a quejas, sino a memes graciosos, caricaturas, música cantada, bailada, acertijos y, principalmente, notas periodísticas, enviadas por dos grandes amigos, atentos a las columnas políticas de los principales diarios del país y aun de fuera.

Hace unos días, me llegó un documental, pues no se le puede llamar de otra forma, acerca de un hallazgo de la mayor importancia para saber el origen de los primeros pobladores de América.

En el cenote Hoyo Negro en Tulum, los espeleólogos se toparon con los restos de un ser, a quien, según dice la nota, dataron de hace 12 mil años, en magnífico estado de conservación, a pesar de haber estado bajo el agua ese tiempo. Ya tiene nombre, Naia, es la persona más antigua de América según los expertos.

Los datos y las tomas del cuerpo son de una nitidez incomparable, tomando en cuenta el agua prístina de la caverna y lo calcáreo del suelo de la península de Yucatán. Los buzos hubieron de descender 10 metros y nadar otros 200 hasta el sitio. Encontraron el cráneo, algunos dientes y los restos óseos. Se cree que cayó al fondo de una cueva mientras buscaba agua. Junto al cuerpo humano, se hallaron restos de animales, algunos ya extintos, como el tigre dientes de sable y una especie de perezoso.

Se trata de una mujer adolescente de 1.50 metros de estatura, 50 kilos de peso. Según el estudio de ADN mitocondrial, se ha llegado a la conclusión de ser el eslabón faltante entre esos primitivos pobladores y los actuales pueblos americanos, acorde con lo expresado por la anterior directora del Instituto, lo cual me lleva a pensar si la medalla se la desea poner la actual autoridad. La arqueología no está exenta del tufo político.

Se cree que es de origen asiático, lo cual confirma el origen nuestro con las migraciones de dicho continente, pasando por el estrecho de Bering, cuando los inviernos polares congelan el agua, se puede caminar de un continente a otro, como nos fue enseñado siempre.

Hace algunos años, por recomendación de mi hermana, leí el libro Los orígenes del hombre americano, de Paul Rivet. Es un ensayo por demás interesante y documentado, donde afirma haber llegado el ser humano a América, procedente de las islas Molucas, entrando por Suramérica, en contraste completo con la otra tesis. Ahora sería bueno releer tanto una como la otra afirmación, contando con toda la cauda de información ofrecida por Naia.

El comunicado nos invita a conocer nuestra tatara, tatara, tatara, tatara, tatara abuela, ahora resguardada en el Museo Nacional de Antropología e Historia.

Por asuntos personales visité mi amado chilangotitlán y aproveché para hacer la visita a mi pariente tan lejano. Pero, oh decepción, a la entrada, mi primera pregunta fue sobre el último hallazgo y nadie supo decir palabra al respecto. Tampoco sabían otras instancias, y siendo algo tan importante, debe estar resguardado en algún otro sitio. He recibido un correo de funcionaria donde me pone en contacto con el curador de Maya para obtener más información. 

A cambio les regresaré una piedra labrada, sustraída de Chichén Itzá, desde hace 55 años por una amiga gringa. La trajo cargando y nos la dejó. Desde entonces descansa en mi jardín. Es parte de las ruinas y de nadie más.

Cuando exhiban Naia, ahí estaremos para dar fe, como lo hicimos cuando el descubrimiento de Coyol-xahuqui, escribiendo, como entonces, la crónica para Diario de Colima, con las fotos in situ, según recuerdo mostradas en los aparadores de la tienda del inolvidable Don Caco Ceballos.


gruedaf@yahoo.com.mx