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De ayer y de ahora



ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

El contrato matrimonial


Domingo 26 de Mayo de 2019 7:53 am


ACABO de leer un libro que se llama Contrato matrimonial y terapia de pareja, y les quiero comentar algunas aseveraciones que  considero importantes.

Este libro ofrece una serie de hipótesis que nos ayudan a comprender por qué la gente actúa como actúa dentro del matrimonio, ya sea éste legal o de hecho.

Parte de la idea de que en la unión matrimonial hay un contrato. El concepto central es que cada cónyuge aporta al matrimonio un contrato individual no escrito, un conjunto de expectativas y promesas conscientes e inconscientes. Las diferencias o desavenencias en el matrimonio proceden muchas veces del desconocimiento de lo que pactaron los contrayentes; uno tiene en mente unos supuestos y la otra parte otros.

También plantea que todo matrimonio legal o de hecho, elabora un contrato operativo de interacción, que es producto de su sistema marital, de las formas conscientes e inconscientes en que ambos esposos actúan.

Los contratos matrimoniales escritos han existido desde los orígenes de nuestra historia.  En todas las épocas, los códigos legales han institucionalizado los derechos conyugales con respecto a personas y bienes.

Los contratos estudiados en este libro, son fundamentalmente acuerdos tácitos, no escritos, entre cónyuges y también en las uniones de hecho.

Si bien deben alentarse los contratos escritos, éstos no están destinados a contemplar las necesidades, expectativas y obligaciones emocionalmente determinadas, y más o menos conscientes, que existen en toda relación íntima. A decir verdad, los contratos con que nos topamos cuando hay problemas, no son tales: la esencia de la relación es que los integrantes de la pareja no han negociado un contrato, sino que cada cual actúa como si su propio programa matrimonial fuera un pacto convenido y firmado por ambos; cada cual piensa únicamente en su propio contrato. Así, pues, no son verdaderos contratos, sino dos conjuntos diferentes de expectativas, deseos y obligaciones, cada uno de los cuales existe sólo en la mente de un cónyuge. Cada miembro de la pareja cree que recibirá lo que quiere, a cambio de lo que él dará al otro.

Entendemos por contrato individual los conceptos expresados y tácitos, conscientes e inconscientes, que posee una persona con respecto a sus obligaciones conyugales y a los beneficios que espera obtener del matrimonio en general y de su esposo en particular, pero subrayando, por encima de todo, el aspecto recíproco de este contrato: lo que cada cónyuge espera dar al otro y recibir de él, a cambio de lo otorgado, constituyen elementos cruciales.

Si los esposos tuvieran claro lo que esperan cada uno del matrimonio, especificados en un contrato, esto aclararía cualquier problema posterior.

El hacer el ejercicio de los contratos matrimoniales individuales ayuda a cada miembro de la pareja a familiarizarse con las necesidades propias y de su compañero(a), y también  con sus respectivas voluntades de brindarse y de señalar los aspectos problemáticos de su  relación; los matrimonios suelen mostrarse muy receptivos a esta manera de estructurar sus problemas.

Veamos, como ejemplo, lo que tendría que decir un contrato sobre las expectativas puestas en el matrimonio.

Espero que mi matrimonio contribuya, tenga o sea: a) Una panacea contra la soledad, el caos y la lucha de la propia vida. b) Una relación/alianza de apoyo mutuo, con amor, que debe durar. c) Una relación sexual lícita, placentera, exclusiva y fácilmente asequible. d) La creación de una familia, y la experiencia de procrear y participar en el crecimiento y desarrollo de los hijos. e) Una relación donde el acento está puesto en la familia. f) Un hogar dónde refugiarse del mundo. g) Una posición social respetable. h) Una unidad económica. i) Una unidad social. j) Una imagen protectora que inspire deseos individuales de trabajar, construir  un patrimonio y lograr influencia social.