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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Hasta los huesos


Domingo 26 de Mayo de 2019 7:46 am


RECUERDO que de niña, en el catecismo me enseñaron Mandamientos a cumplir, so pena de castigos terribles. Entre estos Mandamientos estaba uno, que en esa época y con mi nivel de madurez de entonces, no entendía ni comprendía: “No desearás a la mujer de tu prójimo, ni codiciaras los bienes ajenos”. Pasaron los años y el mandato permanecía ahí adentro, sin una real dirección; hasta que bien crecí, viví y obtuve experiencias buenas y también de las que se lloran, es que pude pasar de la prohibición y el temor, a su consecuente castigo, a la comprensión y el entendimiento; logrando interiorizar el mandato como un bien hacer.

Hoy sé que codiciar algún bien ajeno se llama envidia, también sé que el querer disfrutar de la dicha tomando el lugar de otra persona, como en eso de desear a la mujer o el hombre que está en pareja con otra persona, nos lleva a lugares inhóspitos, a emociones confusas y nos coloca en el mar de los quebrantos; nos topamos con consecuencias nada agradables, hirientes, dolorosas y tristemente perdurables. Los participantes de un triángulo amoroso siempre salen perdiendo en el mediano, largo y hasta en el corto plazo; aunque a veces tarden en darse cuenta de lo mucho que se pierde cuando se va por la vida atropellando a los otros, en el afán de tener lo que nos gusta, o cuando somos defraudados.

Codiciar el bien del otro sí hace mucho daño, dicen que incluso te tuerce los huesos; entendiendo el “bien”, como todo aquello agradable y que de una forma u otra es recompensa en nuestro vivir; ya sean cosas materiales, capacidades intelectuales, mejores oportunidades, una relación agradable, una hermosa familia, una vida dichosa, el tener salud o hijos de bien. Todo eso y más, aunque suene irrisorio, es la razón por la cual, quien se cree mediocre ataca, de frente o sutil, a quien cree que es superior a sí mismo.

Si nos fijamos a detalle, el desear la mujer o el hombre en un compromiso con otro, es por envidia, es querer tener lo que la pareja del “objeto del deseo” tiene; a kilómetros es visto que no es por amor el interés. El infiel quizás envidie la frescura de la irresponsabilidad en la soltería y tenga una profunda creencia de que sus instintos deben ser satisfechos de inmediato; la parte defraudada de una relación, en algún punto termina por competir, por envidiar a quien le envidia y le quiere hacer a un lado para quedarse con su nido…

He notado que quien cree no ser capaz de lograr algo, o que piensa que lo merece, mas no lo logra por falta de perseverancia, trabajo o incapacidad real, consciente o inconscientemente se enfada con, y hasta aborrece a aquél que tiene lo que el susodicho quisiera poder tener o lograr; se le activa un sentimiento de no ser suficiente, de ser menos y en vez de promover la admiración para poder entonces mirar y aprender, decide activar el resentir maligno y ataca de mil maneras distintas a esa persona, que a luces, él mismo reconoce como superior, mejor, aventajado o con mayores beneficios.

La excelencia ajena despierta la envidia del arrogante, y así como el corazón apacible trae salud física, mental y emocional, así la envidia te enferma hasta los huesos. Envidiar es un infierno, donde solitos nos metemos por no amarnos. Salir de ahí requiere humildad y esfuerzo, por hacer lo mejor que podamos para ser parte de los que sí hacen y ganan. Querer algo de inmediato, sin esfuerzo, es como un berrinche infantil; así es como nace un ladrón, un violador, un criticón y un perdedor.

Innovemos algo ¡ya! Dejemos de respirar por la herida y hagamos algo para construir nuestro propio bien, sin querer tener aquello que nada nos ha costado. Por favor, dejemos de atacar, intimidar, combatir a quien creemos ser más capaz, guapo y afortunado que nosotros; mejor sería que nos sumemos con ellos; generalmente un ser que realmente es exitoso es humilde, y tiende a estar dispuesto a compartir y enseñar desde su experiencia, con la esperanza de que otro corazón pueda también ser feliz.


*Terapeuta


innovemosalgoya@gmail.com