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Ciencia nuestra de cada día



ALFREDO ARANDA FERNÁNDEZ*

¿Se puede “viajar en el tiempo”?


Domingo 16 de Junio de 2019 7:37 am


SENTIMOS que vivimos en un espacio en donde ubicamos los lugares que visitamos y conocemos. Percibimos el tiempo como el desarrollo sostenido de “eventos” que no se detiene y que avanza sin que podamos hacer nada. Sentimos que el tiempo fluye y lo único que podemos hacer es verle fluir. El espacio no, ese parece estar siempre fijo. Ahí está, inmutable; somos capaces de “regresar” al mismo lugar en el espacio las veces que queramos. Sin embargo, el tiempo no nos deja, no podemos “regresar” a un instante en el pasado.

La idea de viajar en el tiempo es vieja, está íntimamente basada en lo que conocemos. Las percepciones del espacio y tiempo que comúnmente se tienen no corresponden a lo que sabemos desde hace un poquitín más de 113 años, cuando en 1905 se publicó la llamada “relatividad especial”. Ahí se muestra cómo el tiempo y el espacio son lo mismo, a nosotros no nos parece así, y que para poder concebir la idea ingenua de “viajar en el tiempo” se requeriría moverse con una rapidez mayor a la de la luz –lo que se reflejaría en violaciones a procesos físicos que no han sido observadas–.

No puedo, en este momento, describir con precisión la relatividad especial y su impacto en la definición del espacio y tiempo, así como de su generalización y gran derrama de ideas e inspiraciones para el tema (agujeros negros, agujeros de gusano, dimensiones extras). Me enfocaré en tratar, de manera resumida, un aspecto que creo que puede hacernos modificar la pregunta inicial. Me gustaría lograr que a quien le interese preguntarse sobre viajes en el tiempo, considerara cambiar la perspectiva de la pregunta a algo un poco más acercado a lo que sabemos.

Lo primero que quiero comentar es sobre la palabra “relatividad”. A lo que se refiere es a la descripción de los eventos observados desde diferentes “marcos de referencia”. El típico ejemplo consiste en sentarse en un autobús en movimiento y lanzar una pelota verticalmente hacia arriba: veremos que la pelota sube y baja regresando a nuestras manos. Si por la calle una persona está parada viendo pasar el autobús, ella observará que la pelota describe una trayectoria parecida a la de una parábola. A eso se le llama movimiento relativo, y la “relatividad” es la descripción matemática que permite a quienes observan en un marco de referencia, relacionar sus observaciones con las de otras en otros marcos. El problema que Einstein encontró y resolvió consiste en que las ideas previas sobre las propiedades del espacio y el tiempo eran aproximaciones que funcionan de manera excelente cuando las cosas se mueven con rapideces pequeñas comparadas con la de la luz. Einstein se dio cuenta de que el espacio y el tiempo “dependen” del estado de movimiento relativo entre quienes observan. Así, no pueden ser valores absolutos. El tiempo que transcurre entre los eventos que yo observo no es el mismo que observa otra persona que se esté moviendo en relación conmigo. Claro que la diferencia es notoria sólo si nos estamos moviendo muy rápido entre nosotros. Si no, para todo efecto práctico, los tiempos y distancias (espacio) son idénticos. De estos resultados surge el concepto de espacio-tiempo como una entidad. Lo que para mí es tiempo, para alguien más (en movimiento relativo conmigo) es una combinación de tiempo y espacio, y viceversa.

El espacio-tiempo modifica la manera de contemplar la idea romántica del viaje temporal. Cada evento está registrado en el espacio-tiempo. No es cierto que podemos regresar al mismo lugar en el espacio las veces que queramos. Ahora que escribo, estoy sentado en mi silla enfrente de mi escritorio y podría decir que no estoy cambiando mi posición en el espacio, sin embargo, como ya sé que no existe el espacio sin el tiempo, me doy cuenta que esa división es incorrecta y que nunca podré estar “en el mismo lugar dos veces”.

Con esto pareciera que no quiero “viajar en el tiempo”. No, lo que pasa es que la naturaleza es mucho más interesante que lo que se nos puede ocurrir. Nuestra idea de viajar en el tiempo en realidad resultó simplista, acotada a experiencias comunes. Eso no es malo, al contrario, gracias a ideas simples y acotadas, hemos logrado desentrañar misterios maravillosos de la naturaleza que luego nos hacen reconsiderarlas.

Yo diría que una manera de viajar en el tiempo es recordar y soñar. Recordar nos permite ir al pasado y modificarlo sin consecuencias que violen ninguna ley natural; soñar nos permite crear futuros posibles e imposibles, que más de una vez nos han proveído de inspiración y motivación. Y lo más fabuloso de todo, es que en la exploración de la naturaleza, la ciencia y el conocimiento generado nos permiten ir más allá de donde podemos imaginar. (Versión de mi artículo ¿Se puede?, publicado en http://www.iotrepublic.mx/magazines/20)


*Coordinador General de Investigación Científica de la Universidad de Colima


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