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Sentido común



PATRICIA SÁNCHEZ ESPINOSA

¿De dónde proviene la Ideología de Género?


Lunes 08 de Julio de 2019 7:13 am


DICE la Tercera Ley de Newton que a toda acción ejercida sobre un cuerpo, corresponde una reacción con la misma fuerza pero en sentido contrario sobre el cuerpo que la produjo. Es tan universal esta ley, que trasciende el ámbito de la física mecánica, rigiendo también el ámbito sociopolítico, en el cual se involucran relaciones de poder. No es de extrañar, entonces, que ante los logros adquiridos por los grupos vulnerabilizados, como las mujeres y personas pertenecientes a la comunidad LGBTTTIQ+, se observe el surgimiento de grupos antiderechos que intenten deslegitimar su lucha, o tergiversar sus objetivos.

En junio pasado se celebró en todo el mundo el Mes de la Diversidad Sexual, y junto con los actos, eventos y discursos realizados para celebrar los avances en el reconocimiento de derechos y una reflexión sobre lo que falta por recorrer en el camino hacia la igualdad; se entremezclaron protestas, conferencias y discursos destinados a deslegitimar la lucha y a denunciar los supuestos peligros que supone la Ideología de Género.

Pero, ¿qué es la Ideología de Género?, ¿en qué consiste este vocablo que cada vez más personas asocian erróneamente con los movimientos feministas o LGBTTTIQ+?

Este término tiene su origen en la doctrina vaticana, quienes definen la Ideología de Género como un sistema de pensamiento cerrado, que afirma que las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponden a una naturaleza física, a pesar de las diferencias anatómicas, sino que son construcciones culturales y convencionales, de acuerdo a los roles y estereotipos que cada sociedad le asigna a los sexos.

Hasta aquí todo parece estar bien, pues es semejante al origen del término género adoptado como herramienta de análisis en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín, en 1995: “La forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones, actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las diferencias sexuales, el género es una definición de las mujeres y los hombres construido culturalmente y con claras repercusiones políticas”.

La conclusión más importante de la Conferencia de Pekín fue el reconocer que los problemas que repercuten en las mujeres son estructurales, es decir, que son la consecuencia de como están organizadas las sociedades, por lo que no pueden tratarse de manera aislada.

Por ello, la diferenciación entre sexo y género es importante, pues define los roles que han supuesto una relación de poder entre hombres y mujeres, que han llevado a la subordinación de uno (el femenino) por el otro (el masculino), con las consecuencias sociales ya conocidas. No obstante, para la Iglesia Católica, lo anterior representa un ataque directo a su doctrina, como lo expresa claramente Joseph Ratzinger, el Papa Benemérito Benedicto XVI, cuando era Cardenal, en la Carta de los Obispos de la Iglesia Católica sobre la Colaboración del Hombre y la Mujer en la Iglesia y el Mundo:

“Ante todo, se refuerza la idea de que la liberación de la mujer exige una crítica a la sagrada escritura, que transmitirían una concepción patriarcal de Dios, alimentada por una cultura esencialmente machista. En segundo lugar, tal tendencia consideraría sin importancia e irrelevante el hecho de que el Hijo de Dios haya asumido la naturaleza humana en su forma masculina”.

Es decir, consideran que la perspectiva de género con la cual se pretende analizar a las sociedades para detectar la cultura que preserva la desigualdad entre hombres y mujeres, para construir políticas públicas a favor de la igualdad, es perjudicial para la doctrina de la Iglesia Católica, pues la responsabilizaría de promover una cultura machista de subordinación de las mujeres al hombre, y demeritaría el hecho de que Jesús nació hombre y no mujer, lo cual también sugiere una jerarquía entre los sexos, donde el masculino se valora por encima del femenino.

Otro problema que les crea la implementación de esta herramienta, también explicada en la misma carta a los obispos, es que consideran que la forma en la cual se busca evitar la supremacía entre los sexos, es mediante la cancelación de las diferencias, minimizando la del sexo y exaltando la del género, lo cual consideran que inspira otras “ideologías” que promueven familias distintas a la heteronormativa. Cabe mencionar que la carta del Cardenal Ratzinger sólo cita a fuentes de la grey católica, sin una sola relativa a la teoría de género, a autoras feministas; ni siquiera cita textos históricos, de ciencias sociales o ciencias políticas.

El discurso difundido a través de la supuesta “Ideología de Género”, tiene el objetivo de tergiversar el mensaje feminista, para convertirlo en un antagonista de la familia y así desinformar a la gente en su contra con premisas falsas, que al combinarse con las pasiones religiosas y los mensajes de ataque a la familia, se configuran en auténticos discursos de odio.

El Consejo Pontificio para la Familia advierte que: “El desafío más peligroso (para la Familia) viene de la Ideología de Género, nacida en los ambientes feministas y homosexuales anglosajones y ya difusa ampliamente en el mundo. Según dicha teoría, el sexo biológico no tiene ninguna importancia; no tiene más significado que el color del cabello. Lo que cuenta es el género, o sea la orientación sexual que cada uno elige libremente y construye según los propios impulsos, tendencias, deseos y preferencias. Se ha hecho célebre el dicho de Simone de Beauvoir: ‘On ne naît pas femme; on le devient (No se nace mujer; se hace)’”.

En realidad lo que los movimientos feministas y LGBTTTIQ+ buscan, no es que se eliminen las diferencias, sino que las mismas se reconozcan y se creen políticas públicas para evitar que las mismas constituyan una jerarquía, o una razón para tener una ciudadanía de segunda. Se busca reformar el marco legal para que cada persona pueda vivir su vida de acuerdo a sus propias creencias, no a una ideología –esa sí– que le diga cómo vestir, actuar, amar o vivir, sólo por el sexo con el que nació. A final de cuenta, la “Ideología de Género”, que tanto se intenta imponer en el argot popular, lo que en realidad busca es distraer a la gente para que no le llame a este movimiento con su término original: Derechos Humanos.