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Jaque a los corruptos



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 09 de Julio de 2019 7:12 am


EN el emocionante juego de ajedrez, la palabra jaque significa un aviso de los contendientes, para decirle a su adversario que el rey o la reina están en peligro, y de no tomar las debidas precauciones, cayendo el rey se termina el juego cuando el victorioso menciona la frase “jaque mate”.

Podemos decir que en nuestro país la corrupción ha guiado gran parte de la historia de México. En el ajedrez político y social, muchas de las veces no sabemos qué pieza del juego representamos, o en el peor de los casos, somos movidos por jugadores torpes y malintencionados. 

Actualmente, el ambiente social y político de una u otra forma se estremece y vamos de sorpresa en sorpresa. Recientemente, AMLO, en una gira por el estado de Chiapas ha declarado que la sociedad mexicana estigmatice a la corrupción; es decir, que todo ciudadano mexicano, mujer, hombre, niño o niña, debemos tener bien claro que la corrupción de una sociedad o de una persona en lo individual, es una marca infamante, sinónimo de deshonra y desprecio.

Con esta declaración, AMLO entabla un fiero y brutal combate contra personajes que claramente la representan, sea del ámbito político, económico, local y nacional. 

Creo que a partir de hoy, el Presidente de la República se ha declarado enemigo letal de quienes están cobijados por esta palabra, como un caparazón que creían nadie se atrevería de despegarla de su piel y de su alma. Jamás se pensó, en términos ajedrecísticos, que el pueblo, peón en este caso del juego político, le diera contundente jaque mate a la corrupción representada por partidos políticos y empresarios corruptos.

Un grupo de la Policía Federal está protestando porque siente que sus derechos a la extorsión y al atraco están siendo fuertemente lastimados, un odio delirante mueve a estas personas, muchas de ellas andaban en caballo de hacienda de la corrupción, que defienden a capa y espada.

Debemos ser muy claros, siempre se ha hablado de darle formación partidaria a los integrantes de un partido político, esto es, que las personas que militan en una organización partidaria sean semejantes en conceptos sobre democracia, justicia y poder. Esto ha sufrido un fuerte descalabro, las huestes del PRI, PAN y PRD se quedaron temblando con los estatutos en la mano, que de nada les sirvieron. Que quede claro, ningún partido político con sus propios militantes ganó esta elección, fue el pueblo de México quien se quitó el estorbo mental y moral partidario, destruyendo a esos partidos y a toda la estructura del poder económica y política que nos tenía hasta la coronilla.

Para mi forma de pensar, el pueblo de México debe tener una formación cultural que le dé personalidad propia, y que en los momentos decisivos de nuestra historia, seamos acertados en la elección de nuestros representantes. Siempre he pensado que la moral partidaria conduce a muchas limitaciones, hemos sabido como Luis Echeverría, amo y señor de masacres cuando era Presidente de México, el mismo que les preguntaba a sus compinches qué horas eran y no dudaban en contestarle: “las que usted quiera, señor Presidente”. 

Además, podemos comprobar a través de la prensa que lo arropaba en ese tiempo y que prácticamente era un semidiós, su nombre era puesto en las montañas y se talaban millones de árboles con este fin; hoy su propia familia lo trata con un desprecio semejante al que él ejerció contra el pueblo y ningún político priista lo visita. Es evidente, pues, que la moral partidaria es tribal en su esencia.

Con esta poesía de Federico García Lorca me despido de amigos que en días recientes han muerto: Raúl Cortez Castañeda, hijos de mis padrinos Manuel y Lupita, que en paz descansen. Eutimio Salazar y maestra Oliva Velasco, compañeros de la secundaria Técnica No. 6, para todos, mi más sentido pésame.

Córdoba. Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos, yo nunca llegaré a Córdoba. Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. ¡Ay, qué camino tan largo! ¡Ay, mi jaca valerosa! ¡Ay, que la muerte me espera, antes de llegar a Córdoba! Córdoba. Lejana y sola.