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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Participar


Miércoles 10 de Julio de 2019 7:21 am


LA tendencia natural de los gobiernos neoliberales, domesticados a los dictados de los organismos financieros internacionales, fue la de privilegiar al capital y castigar el trabajo, con todos los fenómenos de diferente índole que le son inherentes. En estas circunstancias “globales” de agresión, todo lo que significó elevar el nivel de las condiciones de vida de los asalariados, se vio atacado en sus bases, por las políticas de quienes conformaron los perversos gobiernos de tecnócratas.

Desde el 82, la tónica principal utilizada para “modernizar” al país, consistió en ir desmantelando paulatinamente el papel del Estado como interventor en la regulación de las llamadas fuerzas del mercado, de manera que proliferaron las políticas tendentes a deshacerse de un conjunto de instituciones oficiales cuya actividad se manifestaba principalmente en la comercialización y abasto de mercancías, regulando incluso la oferta y la demanda. A pesar de que se trataba de instituciones con atención social a los sectores marginados, utilizadas como instrumento de control, la tecnocracia las entregó a manos privadas.

Los gobiernos tecnócratas tuvieron como sustento atender a una élite de adinerados que se sirvieron del ejercicio del poder. Quieren seguir haciéndolo, por ello la persistente como angustiosa escalada de descrédito que implementan contra el nuevo gobierno popular. Ejercen sus libertades democráticas, pero… ¿sobre la base de qué intereses de clase lo hacen? Me permito afirmar que han sido los gobiernos neoliberales, los que se encargaron de agudizar la deteriorada situación de la inmensa mayoría de los mexicanos.

Ahora, ante la insurrección electoral de 2018 y con la instauración del nuevo régimen popular, hay quienes están en desacuerdo con las políticas públicas que apuntan a tratar de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores mexicanos. Y están contra ello, porque su costumbre ha sido la de hacer negocio a costa del erario y de ser complacidos con las políticas públicas desarrolladas por los sucesivos gobiernos neoliberales.

Debo agregar que en la interpretación de la democracia, se requiere precisar a qué clase de democracia nos estamos refiriendo cuando la mencionamos. ¿Es el mismo término, en su interpretación, tanto para la casta burguesa, contenida en los señores del dinero, como para los millones de asalariados del país?

Desde hace muchos años, las masas populares han luchado por un sistema social fundado en la democracia y la justicia social, en el que todos los seres humanos tengamos iguales derechos en la conducción de todos los asuntos de la sociedad, donde el poder pertenezca a todo el pueblo, tal y como se concreta en el escenario político nacional.

Es necesario fortalecer el trazo de acciones que configuren una realidad, en que el ser humano no sea una mercancía cuya fuerza de trabajo se paga mal. Las condiciones sociales en que nos encontramos, son un incentivo para buscar cambiar una estructura económica que gratifica y privilegia la especulación financiera y al capital. Un estilo de vida, en que una minoría de gente se enriquece sobre la base de la miseria de millones, no es parte del fundamento político que anima al nuevo gobierno popular.

Por ello es imperativa la participación de los sectores sociales populares, para fortalecer al nuevo gobierno popular y defenderlo de la insistente reacción de esa reducida minoría burguesa, que perdió sus privilegios con las nuevas políticas públicas.

Estoy cierto que estas ideas expuestas fluyen en las conciencias de mucha gente renuente al conformismo, movidas por ansias ancestrales de justicia. En la medida de incentivar la participación política hacia las causas populares, lograremos en esta lucha política, quehaceres específicos tanto en la realidad nacional como en la estatal, que nos lleven a alcanzar nuestro objetivo común.