Crueldad sin límites

Viernes 12 de Julio de 2019 7:16 am

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HACE días vi una noticia que me dejó verdaderamente impactada, no porque me fuera extraña la consecuencia de ella, sino por los niveles de crueldad a las que estamos sometidas las mujeres en esta sociedad machista y doble moralista. Una mujer embarazada recibió un impacto de bala en el vientre, que muy probablemente iba dirigido a terminar con su vida; la bala mató al bebé y ella fue condenada por asesinato.

Lo anterior me lleva a la reflexión: ¿Hasta qué grado de descomposición se encuentra la conciencia de quienes, arrogándose el derecho de tener la verdad y justicia en sus manos, recurre a estos actos de verdadera crueldad, para que las mujeres paguemos delitos que ni siquiera está en nuestras manos evitar? Guardando las proporciones, lo mismo les pasa a las mujeres cuando por razones no imputables a ellas, tienen un aborto espontáneo.

Esta es sólo una muestra de lo que está sucediendo en pleno Siglo XXI, que supondría un avance en términos generales en Derechos Humanos y que las mujeres hemos ganado ciertas batallas sociales, pero que en términos de seguridad continuamos altamente expuestas, sin que se vislumbre a corto plazo que gocemos de una libertad donde el libre tránsito, abandonar una relación que no es ya nutricia para nosotras o tomar la decisión de ejercer libremente nuestra sexualidad, sea razón para terminar con nuestras vidas.

Sabemos perfectamente que las cifras que se manejan públicamente y por cualquier medio, no son reales, que las autoridades correspondientes no comunican la verdad, lo que nos expone aún más, porque detrás del ocultamiento de datos está la intención de justificar el trabajo que, según, están realizando y la protección a los victimarios. No hay día que no nos enteremos de que han dejado en libertad a un confeso agresor o le han aplicado castigos no correspondientes a la gravedad del daño.

También es del dominio público los hechos de violencia que comete personal de diferentes corporaciones policíacas o funcionarios en activo, y el favoritismo evidente que se aplica en su proceso, si es que lo hay, porque, por lo general, en este tipo de violencias, las víctimas no denuncian por temor a represalias ulteriores en su contra, de su familia o del mismo agresor, pues él se sabe protegido dentro de esta cadena de favores otorgados entre ellos mismos.

Esta complicidad entre congéneres seguramente viene de la idea de que las mujeres, de una u otra manera, nos protegemos o apoyamos entre nosotras, nada más que no es lo mismo complicidad que solidaridad. 

Es justamente la solidaridad la que nos ha hecho sumar esfuerzos, unirnos como género con el propósito de denunciar en todos sus niveles los tipos de violencia, así como implementar mecanismos que coadyuven a paliarla mínimamente, como la Alerta de Violencia de Género para nuestro estado, que habrá que decirlo, a 2 años de su declaratoria pocos son los avances tangibles, debido a que algunas autoridades directamente involucradas y comprometidas a que se cumpla, no han actuado con su estricta responsabilidad, como es el caso de la Fiscalía General.

Es muy dolorosa la crueldad y saña con la que se cometen las violencias y feminicidios; también la impotencia por parte de familiares de las víctimas y de quienes hemos dedicado parte de nuestras vidas a denunciar esta lacra social, vivir la sensación de que no avanzamos mucho, que no hay semana sin que veamos la foto de una mujer asesinada o con la cara sangrante, como el reciente caso de la esposa del Alcalde de Armería.

Pareciera que no hay límites para los perpetradores. O será que los enoja tanto el arribo de mujeres a espacios que eran privativos de los hombres, que se sienten fuertemente amenazados en sus privilegios y una forma de desquitar su frustración es lastimando a personas con las que, seguramente, en algún momento compartieron ratos de una buena convivencia. Por lo pronto, nosotras continuaremos luchando por lugares y derechos que legítimamente nos pertenecen.

*Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima