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Tópicos DXLIX



GERMÁN RUEDA


Sábado 13 de Julio de 2019 7:41 am


CADA cambio de gobierno trae esperanzas a quienes votaron por la opción ganadora y escepticismo para los perdedores, toma de posesiones y posiciones entre ambos bandos, con reflectores principalmente en los Secretarios de Estado.

El 2012, Peña Nieto inició su mandato con un equipo pesado desde los más altos puestos hasta mandos medios; los golpes de mando con el convencimiento a la oposición para apoyar sus trascendentales proyectos, marcaron un hito en la forma y el fondo de las reformas a presentar al Congreso.

Una de las más importantes, desde el enfoque económico, fue la energética, donde se claudicaba aquel apotegma de López Mateos: “En el petróleo nacionalizado, ni un paso atrás”, con el cual la inmensa mayoría de los mexicanos comulgábamos, no sólo por lo bizarro de aquel 18 de marzo de 1938, como con la derrama económica proporcionada con la extracción, conducción, almacenamiento y venta de gasolina a precios bajos.

Pero el pueblo sólo sabe de recibir los beneficios e ignora los intestinos de la administración pública, menos aún los del manejo de las finanzas nacionales. La gallina de los huevos de oro del pozo Cantarell se había agotado y seguíamos gastando alegremente con precios internacionales del barril a 100 dólares durante los gobiernos panistas de Fox y Calderón. No se le inyectaron vitaminas a Pemex a pesar de toda la millonada recibida.

Por ello cuando se dio el cambio y PRI regresó, halló el abismo muy cercano y se la jugó en serio, a contracorriente, pero con la convicción de alejarnos de nacionalismos añejos y tomando al toro por los cuernos. Nuevamente, un apotegma, éste de Reyes Heroles padre: “La forma es fondo”, y se la jugó el gobierno ganándose los odios de la izquierda y no pocos priistas de corte similar. Pero se sabía hacia dónde iba el gobierno, no se guardaron cartas bajo la mesa, se exponía en todos los foros y se aceptaba la crítica de políticos y medios de información sin chistar, sin reñir con el disenso.

La estructura gubernamental no sufrió cambios drásticos, Meade repitió como secretario de Estado y diversos mandos superiores en las Secretarías cooperaron con el nuevo gobierno, surgido de un partido de oposición. Programas sociales sufrieron ciertos cambios, principalmente de forma. Decisión desafortunada fue llevar a Videgaray a Hacienda, sin la ciencia suficiente de un Ortiz Martínez, Gil Díaz, Meade u Ortiz Mena.

Los conflictos por la corrupción (Casa Blanca, Malinalco, OHL) se destaparon en el segundo año de gobierno, podando el árbol de los latrocinios. Las reformas se llevaron a cabo ya sin la potencia de cuando se inició el sexenio, pero se sacaron adelante.

Pemex hubo de abrirse a tirios y troyanos, la CNTE reculó y fue controlado el desastre, se congelaron las cuentas de la Sección 22. Había desparecidos, fosas clandestinas, huachicol. Y sin embargo se movía ese hoy llamado elefante reumático, avanzando con su magro 2 por ciento anual, pero avance al fin, sólo superado en Latinoamérica por Perú. No habíamos tenido retroceso.

Hoy nos agobian los datos de cuánto hemos retrocedido con las políticas instrumentadas sin forma y con un turbio fondo. No se acepta haber cometido pifias profundas (NAIM, Dos Bocas, Tren Maya, Estancias, rechazo a recomendaciones de CNDH), con repercusiones de escala internacional; México es la economía 14 del planeta y vive en la globalización, queramos o no, quienes se arrogan la facultad a calificar crediticiamente a empresas y países han pelado oreja y usado lupa de cuanto acontece aquí, otorgando bajas a nuestra capacidad económica, con el berrinche correspondiente de ya saben quién, denostándolas como ha hecho con los órganos autónomos donde le dicen sus verdades. Las últimas evaluaciones alertan de ya existir técnicamente una recesión con base a indicadores del Inegi, -0.7 primer trimestre y -0.4 segundo. A eso se suma la nota del Financial Times, periódico británico más influyente en asuntos financieros pidiéndole a AMLO aceptar noticias desagradables, no sólo confiar en sus datos. La respuesta la dio el Presidente  pidiéndole al diario se disculpe (como a España) por no haber dado datos de la corrupción, sesgando el tema, como es costumbre.

La renuncia de Urzúa es la primera gota para derramar el vaso, casi lleno de nangueras.


gruedaf@yahoo.com.mx