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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Dios-idencias


Domingo 14 de Julio de 2019 7:29 am


EN la vida hay Dios-idencias más que coincidencias, nada es por casualidad sino más bien por causalidad; son pistas que nos invitan al mejor camino, es como si fueran una brújula que nos asiste para intuir el paso a seguir, y ayer, precisamente, viví una de esas benditas ayudas. Desayuné con un amigo, hombre de profundo análisis y vasta cultura. Platicamos de todo un poco, y más. Al llegar a casa, me dispuse a buscar algo que estudiar, y encantadora fue mi sorpresa cuando lo primero que abrí fue un artículo que se refería al mismo tema de la charla de hacía apenas unos minutos; supe entonces que estaba yo teniendo confirmación y que tocaba compartir contigo la reflexión.

En la pantalla de la computadora decía: “Sin educación emocional, no sirve para nada saber resolver ecuaciones”, he ahí un mapa a seguir; la intuición en estabilidad emocional nos lleva a la tierra donde mana la leche y la miel.

Según Rafael Guerrero, uno de los pocos profesores de la Universidad Complutense de Madrid que enseña, de forma voluntaria y extracurricular, a sus alumnos de magisterio las técnicas de educación emocional: “Muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones, y eso de ser consciente de las emociones, no se enseña en la escuela”.

Su propuesta y, ¿por qué no decirlo?, también la mía, es la de enseñar a universitarios y a los docentes a entender y regular sus propias emociones, de tal suerte que durante el resto de su vida sean inteligentes emocionales; somos los adultos actuales y los próximos a serlo, los responsables de transmitir un entendimiento de las emociones sin prejuicios ni creencias limitantes a los pequeños que nos siguen hacia el futuro que les entregaremos.

Muchos son los que dicen que nadie les ha enseñado a regularse emocionalmente y que desde pequeños, cuando se enfrentaban a un problema, se encerraban en su silencio, su berrinche, impotencia y vulnerabilidad, sin saber qué ocurría, y a solas. ¡Ay!, cuánta desolación para tan sólo un pequeño corazón en desarrollo. Y si además a eso se le suma el regaño, castigo o golpeas, la historia se cuenta sola. Porque no sabemos cómo se llama lo que sentimos, ni por qué lo sentimos, y menos sabemos qué hacer con lo que sentimos. Vamos por la existencia respirando sin vida, siendo pelusas al viento; potencialmente las víctimas de los depredadores que usarán dicha ignorancia emocional para hacernos adeptos de su ego, esclavos de sus deseos y súbditos bajo el poder de su cetro.

La inseguridad, baja autoestima y comportamientos compulsivos, son algunas de las consecuencias de la falta de herramientas para gestionar las emociones. Si como adultos tenemos conflictos de pareja, con los padres, con los hijos, los jefes; si vamos criticándolo todo y a todos; si tú no estás mal y los otros son quienes te provocaron hacerlo así; si hay un bajo rendimiento académico o profesional; si nos decimos buenos y vamos lastimando personas; si la violencia nos gana, si el mal humor nos domina, si nos sentimos víctimas de quienes nos reclaman haberles herido… entonces, definitivamente, carecemos de inteligencia emocional; creemos ser íntegros y somos un cuajo sin forma ni sentido.

¿Qué cuál es la medida? Sencillo. Si tu sentir te hiere o hiere a otros, entonces te urge revisar, conocer, ordenar y tomar el timón de tus emociones de una manera inteligente.

Es urgente contar con profesores con inteligencia emocional para que puedan ser saeta de cambio, pilar de felicidad y referente de dignidad. Los chicos pasan una tercera parte de su vida durmiendo, otra en la escuela y la última la dividen entre traslados, alimentarse, ejercitarse, ver pantallas y convivir con la familia; luego entonces, la escuela sí es importante. El mayor tiempo de exposición para adquirir experiencia está en el aula.

El cerebro necesita emocionarse para aprender, y nuestros adultos han de aprender de sus emociones antes de querer “despertar” a sus discípulos. Innovemos algo ¡ya!, notemos cuán arrogante es creer que con sólo leer, ya se está capacitado para enseñar.


*Terapeuta psico-emocional


innovemosalgoya@gmail.com