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Jaime Ros



ROLANDO CORDERA CAMPOS


Domingo 14 de Julio de 2019 7:29 am


Para Adriana, Diego,

Pablo y Alejandra.


EL pasado domingo 7 de julio, murió Jaime Ros Bosch. Amigo entrañable, hombre de talento y sencillez, Jaime fue generoso con sus ideas que siempre puso a disposición de los demás. Fue un maestro ejemplar, que ganó el respeto de nuestra comunidad universitaria y de muchas otras en México y el mundo. Su solidaridad con adjetivos fue con el reclamo democrático, por el desarrollo y la igualdad.

Su talento lo llevó más allá de las “guerras floridas” tan inútilmente frecuentadas por los economistas de izquierda y orientación marxista. Para reconocer su talento y sabiduría como pensador social y economista político del desarrollo no se necesita recurrir a las etiquetas. Como economista riguroso que fue, asumió y practicó desde muy temprano que la economía política es una herramienta fundamental, pero herramienta, al fin y al cabo, para conocer y entender la sociedad contemporánea y tratar de mejorarla en una dirección de bienestar e igualdad.

Su economía política se desplegó en dos grandes planos: la crítica de las ideas dominantes, de su teoría y doctrina y el examen radical de las estructuras y contradicciones que dan cuerpo a la formación social. Por eso podemos decir que la suya fue una economía política clásica sin más, pero volcada al presente y su futuro.

Su socialismo, democrático e histórico, nutrido en las mejores tradiciones de sus ancestros, fue inseparable del análisis riguroso de la realidad y de la historia, así como de la exposición honesta de lo que podría ocurrir de optarse por una u otra vía de desarrollo o política económica. Keynesiano profundo, fue un reformista ilustrado y un realista histórico, convencido de que, mediante políticas congruentes, audaces o moderadas, según la circunstancia, las cosas podrían cambiar para mejor, para un México menos injusto y más democrático.

Apenas regresó de París a fines de los años 60, conocí a Jaime gracias a unos mensajes de mi amigo Gustavo Gordillo, refugiado en esa ciudad después del movimiento del 68. Pronto, Jaime desplegó ingenio y notables capacidades para la reflexión, el análisis y la enseñanza. Así lo vivimos quienes asistimos a los seminarios organizados por la revista Punto Crítico.

Fue parte de la primera generación de la maestría en Economía en la facultad y se unió a los fundadores del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), promovido por Javier Alejo desde el FCE y Sepanel, dirigido primero por el maestro Horacio Flores de la Peña, luego por don Antonio Sacristán Colás y siempre coordinado cuidadosa y celosamente por Trinidad Martínez Tarragó. Desde ahí, acompañado por la enriquecedora compañía de los refugiados del Cono Sur y varios colegas y amigos mexicanos, Jaime emprendió una interminable y comprometida tarea de investigación y difusión sobre la economía mexicana, en especial en la revista que llevara precisamente ese nombre: Economía Mexicana.

La revista y el proyecto son ejemplares, por su rigor y aportaciones a la difícil perspectiva de entonces. Pronto propiciaron algunos vergonzosos sentimientos de envidia y rencor político que la crisis de 1982 exacerbó y dio pie a momentos de vergonzoso acoso a Jaime y sus colegas. Víctima de una necedad dogmática y arrogante, lindante con la estolidez, a Jaime le negaron su ingreso al SNI, tuvo que dejar el CIDE y, junto con varios de sus compañeros, principalmente José Casar y Carlos Márquez, después María Amparo Casar y Guadalupe González, decidieron refugiarse en el ILET (Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales), a la sazón presidido por nuestro inolvidable y querido Juan Enrique Vega.

Pasó por Cambridge, donde hizo dolorosa revista a lo que habían dicho y propuesto ante la crisis que se cernía sobre el país y logró poner su rica mirada sobre el horizonte del desarrollo internacional, cuyos principios y proyectos eran puestos contra la pared por los inicios de la revolución neoliberal.

Así emprendió el vuelo al reconocimiento internacional como economista político del desarrollo y aterrizó en Ginebra, en la Comisión del Sur, que promovieran Willy Brandt y la Social Democracia Alemana y Europea y presidiera el expresidente de Tanzania, Jules Nyerere. El Instituto de Estudiosos del Desarrollo de la ONU (WIDER) y otros foros, le dieron la “alternativa”, y la Universidad de Notre Dame de Estados Unidos se lo llevó a su aulas y centros de investigación con todo y Tenure.

Al final de su larga estadía en South Bend, Indiana, la Universidad le otorgaría el Emeritazgo y el respeto de estudiantes y estudiosos.

Por fin, luego de incursiones temporales en seminarios y cursos veraniegos, gracias a las gestiones del Dr. Leonardo Lomelí, director de la Facultad de Economía de la UNAM, y la generosidad del banquero y economista Carlos Abedrop, quien además de fondos de apoyo y para repatriar donó a la facultad un espléndido edificio para su posgrado, Jaime retornó a México y desplegó una gran actividad docente y de investigación en la licenciatura y el posgrado en Economía. Fruto de esos esfuerzos son varios volúmenes sobre México y su desarrollo (uno de ellos escrito con Juan Carlos Moreno Brid, distinguido colega y amigo), múltiples ensayos y un nuevo y magno volumen sobre las teorías del crecimiento y el desarrollo que actualiza otro escrito en Notre Dame y publicado por Oxford University Press. 

El libro reescrito y traducido en México, me dice José Casar, llevará el afortunado título de La Riqueza de las Naciones en el Siglo XXI, bajo el sello editorial del Fondo de Cultura Económica. Se trata de un trabajo formidable de reflexión teórica e histórica que confirmará la vigencia global de las ideas y tesis de Jaime por muchos años.

En los últimos años, Jaime dirigió, coordinó y coescribió el Anuario Revista de Economía Mexicana, apoyado por la Facultad de Economía de la UNAM y su director Eduardo Vega. Sus trabajos introductorios sobre el estado actual de nuestra economía política han sido acompañados por trabajos notables, actuales y rigurosos sobre nuestras diversas cuestiones de política económica y social y sus implicaciones sobre el presente y devenir del país. Las primeras tres entregas que Jaime pudo coordinar y editar conforman una obra robusta que, sin duda, contribuye a ampliar y darle fuerza a la mirada crítica y constructiva sobre la política económica en México.

La presencia de Jaime en la investigación, la docencia, el diálogo y la conversación en la facultad fue y es motivo de orgullo para el conjunto del claustro universitario. Sus estudiantes y colegas, a más de sus camaradas de la Orden Internacional por el desarrollo lo extrañarán, pero también lo glosarán, y mucho.

Jaime Ros se nos fue, pero su obra, su sonrisa y bonhomía interminables vivirán siempre entre nosotros y para el bien de México.