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SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ

Libros en el Fondo


Martes 16 de Julio de 2019 7:21 am


HACE unos días visité la librería del Fondo de Cultura Económica que se encuentra en las instalaciones de la Casa de la Cultura, donde antes fue el Café Dalí, en el que nos reuníamos en los noventa algunos creadores para debatir y departir al ritmo de los trovadores, a quienes eventualmente invitaban Ángel y Ángeles, sus administradores, en un ambiente de camaradería que ahora se ve cada vez más lejano y del que ignoro si se siga dando entre los artistas colimenses, polarizados como nunca por cuestiones políticas, estéticas, ideológicas y puramente grupales.

El espacio, que duró varios años en el abandono, fue finalmente rescatado y en él se puede hacer un recorrido breve pero sustancioso entre las distintas colecciones que maneja la editorial del Estado, controlada desde hace unos meses por el escritor Paco Ignacio Taibo II y que en su momento estuvo a cargo del expresidente de origen rodillón, Miguel de la Madrid Hurtado. El Fondo de Cultura Económica no había estado tan comprometido con la lectura entre las masas y con las estrategias para permitir el acceso de quienes menos tienen a los libros.

Pese al áspero periplo que llevó a Taibo a despachar en la oficina central de la carretera al Ajusco, en la Ciudad de México, la situación en esta editorial es plausible, pues, entre otras cosas, los libros del FCE están siendo objeto de una renovación de fondo, que va desde el desmontaje de zonas fársicas como la corresponsalía en España que adeuda millones, hasta la reactivación de ventas de garage a precios irrisorios. Una de ellas, que me llamó la atención desde que entré a la librería Miguel de la Madrid, como finalmente fue bautizada esta de Casa de la Cultura, es la del Fondo 2000, consistente en cuadernos que miden un cuarto de hoja tamaño carta y que se expenden a 8 y 15 pesos cada uno.

Entre los títulos de esta colección hay piezas de Justo Sierra, Martín Luis Guzmán, Juan Ruiz de Alarcón, José Enrique Rodó, Lichtenberg, Fernández de Oviedo, Motolinía, Garcilaso de la Vega, Alfonso Reyes, Kissinger, Alatorre, Bonifaz Nuño y muchos otros, que se presentan en estos pequeños formatos con la intención de enganchar a los grandes públicos en la lectura de nuestros clásicos. Y no hay mejor manera de lograrlo que ponerlos en estas grandes mesas donde los colocó el equipo que encabezan, en la citada librería Miguel de la Madrid, Sandra Aguilar y Angélica Contreras, de manera que uno puede darle vuelta a la exposición bibliográfica y enterarse con rapidez de los títulos y los autores de esta serie.

Al igual que las librerías de la Ciudad de México, pienso sobre todo en El Péndulo de la colonia Roma, la del FCE de Colima cuenta con un tapanco donde se ofrece servicio de cafetería, con desayunos y snacks que permiten a los visitantes abrir ahí mismo los libros acabados de comprar y comenzar a disfrutarlos. O en su defecto, llevar los propios y emprender largas jornadas de lectura mientras se contempla, a través de aquellos legendarios ventanales minimalistas del Café Dalí, la Calzada Galván. El café, además, es de un equilibrio impresionante y aromático.

La librería del Fondo de Cultura Económica de la Casa de la Cultura es un espacio al que deberíamos acudir con más frecuencia, pues el canal de actualización de novedades es vertebrado desde la capital del país por un escritor, el mismo que a pesar de lo florido de su lenguaje y de lo cimarrón de su hechura, ha conseguido estabilizar una editorial, cuyo origen no puede ser más noble y su propósito aún más: dar de comer a las mentes hambrientas de buenas lecturas, con un costo de básico a moderado, donde incluso las grandes editoriales han entrado al juego no sólo haciendo coediciones de bajo costo, sino poniendo en estantería ofertas sustanciosas. Entre éstas, por supuesto, destacan las ofertas de hasta 60 por ciento en los títulos de Tusquets, que siempre fueron “libros caros”.

Larga vida a las librerías y más a la Miguel de la Madrid, con la que Colima se inserta de lleno en el panorama nacional, dejando al alcance de todos los bolsillos los libros esenciales para la formación de los escritores de las nuevas generaciones… y de las antiguas.