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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Alarmas encendidas


Miércoles 17 de Julio de 2019 7:13 am


PRIMER estremecimiento, señal de advertencia, adelanto de riesgo. Ayer, en el Estado de México, una banda de secuestradores fue capturada. Había plagiado a un adolescente de 14 años de edad, en Guerrero, ahora liberado por las Fiscalías Antisecuestro del Valle de México y Guerrero. 

El adolescente se encontraba secuestrado en Huehuetoca, Estado de México, fue plagiado en La Molonga, municipio de Petatlán, Guerrero, el 18 de junio pasado.

Hasta ahí, podría pensarse que se trata de una banda de delincuentes más, como las muchas que mantienen asolado al país. Sucede, sin embargo, que tres de los plagiarios, una mujer entre ellos, son militares en activo adscritos al vigésimo y al décimo noveno batallón de la Guardia Nacional. 

Identificados por sus nombres de pila, se trata de Diana Paola M., de 23 años de edad, policía militar en activo, destacada en el vigésimo batallón de la Guardia Nacional en San Miguel de los Jagüeyes; Everardo S., cabo motociclista del décimo noveno batallón de la nueva corporación, adscrito al mismo poblado; y Jorge Luis B., de 25 años, cabo motociclista en activo, también destacado en ese pueblo. Un civil más, Atilano M., de 26 años, era cómplice.

De inmediato, la Secretaría de la Defensa Nacional condenó las acciones de esos militares, aunque evitó referirse a ellos en calidad de elementos de la Guardia Nacional, sobre la que no tiene autoridad formal directa. Luego refirió que no tolerará actos contra la disciplina castrense ni contra el derecho, pues su labor debe contribuir a la paz nacional. Colaborará con las autoridades civiles para la aplicación de la ley y que  se determinen las responsabilidades legales del caso.

Está escrito en el tono usual en casos como este, a fin de salvaguardar a la institución de las conductas de algunos de sus elementos. Es, por así decirlo, lo “normal” cuando militares cometen delitos que son descubiertos.

En cambio, el hecho prende alarmas en la Guardia Nacional. Hubo, como se sabe, exámenes rigurosos para admitir a cada uno de los elementos que forman parte de la corporación emblemática del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien el domingo 30 de junio, en el acto de oficialización de la GN, en el campo Marte, les recordó a las tropas ahí reunidas que de ellos dependerá, con mucho, el éxito de la Cuarta Transformación, como se llama en la jerga oficial a la administración gubernamental.

Los exámenes de admisión han sido motivo de conflicto con elementos de la Policía Federal en semanas recientes. Los gendarmes federales se oponían a que fuesen militares quienes aplicaran tales pruebas previas al ingreso a la Guardia Nacional. Sabido es que entre militares y policías civiles menudean los recelos por el mínimo motivo o por intereses creados a lo largo del tiempo. 

¿Quiénes aplicaron exámenes de ingreso a la GN a los militares secuestradores ahora detenidos? ¿Dónde estuvo la evidente falla en la selección de los elementos? 

Es evidente que generalizar a partir de un solo caso es razonamiento incorrecto. No por este caso se ha de estigmatizar a la Guardia Nacional ni al Ejército. Pero sí es necesario que los mandos superiores de la Sedena y de la GN revisen los procedimientos de admisión y estrechen los controles sobre tropas en los destacamentos. Una larga historia de abusos de militares y policías contra la población civil está en los registros de observadores, periodistas, comisiones de Derechos Humanos y autoridades. Es material suficiente para que la nueva Guardia Nacional esté bajo revisión constante. Si se omiten los controles, si se vuelven laxos, si se descuidan, la corporación emblemática del régimen obradorista se deteriorará sin remedio, desilusionará a los ciudadanos y, sobre todo, agravará la inseguridad pública en el país, ya de por sí complicada y en ascenso.

Debe tenerse en cuenta que ninguna corporación policíaca, ningún ejército ni institución de gobierno alguna, está a salvo de que algunos de sus integrantes incurran en delitos aprovechando los recursos materiales a su disposición y las funciones que les han sido asignadas. Es probable que asuman su condición de fuerzas del orden en procuración de impunidad.

Desde mi perspectiva, la GN y las acciones de gobierno contra la inseguridad, como se plantean ahora, constituyen la última oportunidad de retorno de la paz y la seguridad al país. Si falla, el siguiente paso es la organización de la población para su propia defensa armada, exactamente como la Constitución ordenaba originalmente que fuese la Guardia Nacional, una guardia de civiles armados. Nadie desearía hoy que eso fuese necesario.


MAR DE FONDO


** “Como el toro he nacido para el luto/ y el dolor, como el toro estoy marcado/ por un hierro infernal en el costado/ y por varón en la ingle con un fruto./ Como el toro lo encuentra diminuto/ todo mi corazón desmesurado,/ y del rostro del beso enamorado,/ como el toro a tu amor se lo disputo./ Como el toro me crezco en el castigo,/ la lengua en corazón tengo bañada/ y llevo al cuello un vendaval sonoro./ Como el toro te sigo y te persigo,/ y dejas mi deseo en una espada,/ como el toro burlado, como el toro”. (Miguel Hernández, español, 1910-1942. Como el toro he nacido para el luto...)