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Justicia ciega



MANUEL AHUMADA DE LA MADRID

Sobrecalentamiento global y viajes a la luna


Jueves 18 de Julio de 2019 7:17 am


HACE unos días, la ciudad de Guadalajara fue sorprendida por una granizada en la madrugada de proporciones pocas veces vista, en algunos puntos de la hoy megalópolis. Calles laterales a una conocida avenida lucían como si hubiera caído una tremenda nevada neoyorquina, al grado de que el propio gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, criticó en redes sociales al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por negar reiteradamente los datos científicos que apuntan a un inminente sobrecalentamiento global, y por separarse del Protocolo de Kioto de las Naciones Unidas, el último gran instrumento internacional que sustenta medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, a corto y mediano plazo, con la finalidad de revertir esa tendencia, cuyos efectos en el entorno humano serán catastróficos. 

La granizada de Guadalajara muchos la han catalogado como fuera de serie y sin parangón alguno, pues lo más que recorre la memoria es aquella ocasión en que las bolas de granizo alcanzaron tamaños de pelotas de béisbol y muchos vehículos sufrieron rotura de parabrisas y abolladuras en cofre, cajuela y techo, así como algunos vidrios rotos de casas. Eso fue hace alrededor de 20 años o más.

Se prevé que de no reducir la emisión de esos gases, en pocos años comenzaría a derretirse el hielo de los polos de la Tierra, principalmente, el Polo Norte, lo que originaría, en principio, una elevación del nivel del mar y la inundación de grandes centros de población alrededor del mundo que se encuentran cercanos o vecinos a las costas, con el consiguiente movimiento masivo migratorio y todos los problemas que trae consigo. En el camino, sin embargo, la naturaleza se iría paulatinamente modificando, creando desastres cada vez más severos para la comunidad humana, con sus altos costos en vidas y económicos, tales como huracanes más poderosos o fuera de temporada, nevadas extremas, sequías, lluvias incesantes y cambio de ecosistemas, entre otros.

Lo que llama la atención, sin embargo, es que ni la abrumadora evidencia científica de ese cambio climático en camino y sus principales causas parece perturbar a Trump, el Presidente de uno de los países que más generan esos gases efecto invernadero, contrario al ex vicepresidente y ex candidato presidencial, Al Gore, quien lleva algunos años promoviendo la concientización y la implementación de medidas para revertir el sobrecalentamiento global.

Lo más irónico de todo es que al parecer Trump está empecinado en que la NASA lance de nuevo astronautas a la luna, después de varias décadas de haber concluido el programa que le llevó a ganarle la carrera del espacio a la entonces Unión Soviética, con el propósito de establecer una base lunar y de ahí, preparar el salto para enviar seres humanos de visita al planeta Marte, algo soñado por Werhner Von Braun, el genio alemán de la Segunda Guerra Mundial que creó los terroríficos V2 y que después, naturalizado estadounidense, creó el cohete con el que llegaron a nuestro satélite natural.

Pero, ¿cuál es el propósito de ir a Marte y poner una base humana ahí? Bueno, pues según algunos expertos en el tema, hay cierta conciencia de nuestra fragilidad como especie en un planeta que puede estar expuesto, tanto a un choque de meteorito, asteroide o cometa, como el que acabó con la vida de los dinosaurios para siempre, o bien, acabar por una guerra nuclear o claro que sí, por cambios climáticos extremos. En ese sentido, algunos científicos piensan que, debidamente “terraformado”, Marte podría ser en un futuro nuestro segundo hogar, o si las circunstancias son extremas, incluso el único.

Por ello, resulta un tanto contradictorio que Trump proponga una nueva aventura hacia la luna con destino final el planeta Marte, en parte para iniciar con ello la posibilidad de colonizarlo y prever la preservación de la raza humana, pero se niegue a reconocer que en lo inmediato, el cambio climático puede evitarse, y con ello, ahorrarle a una parte de la población mundial una cadena interminable de calvarios. Por lo pronto, nosotros podemos comenzar con ahorrar energía y emprender acciones localmente para evitar contaminar de más, aunque a Trump no le interese.