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GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

¡Gracias!


Viernes 19 de Julio de 2019 7:20 am


AL mediodía del jueves 11 de octubre de 1990, regresaba a casa por una ruta distinta a la habitual, luego de realizar compras de última hora en un par de tiendas de la calle Madero –en ese entonces no había centros comerciales–, pues al día siguiente viajaría a otra entidad del país, donde, según yo, me quedaría a vivir por tiempo indefinido.

Cuando caminaba por la calle Gabino Barreda, observé el edificio de Diario de Colima, me detuve y, sin más, entré. En recepción pregunté por el Director, la persona que me atendió me llevó con el guardia que estaba al inicio de las escaleras que conducían a la segunda planta, y él, tras preguntar mi nombre, el motivo de mi visita y hacer una llamada, me dijo que pasara y me indicó hacia dónde dirigirme.

Ubiqué pronto la oficina de Esteban Cortés Rojas, entonces Subdirector –así era el organigrama– del periódico. La puerta estaba abierta y me invitó a pasar. Me presenté, se presentó, y ya sentada frente a él, me dijo: “Así que quieres trabajar de reportera”. Yo le dije que sí, y fui sincera: “No tengo experiencia, pero sí muchas ganas de aprender”. Todavía más: “Si quieren, mientras aprendo, no me paguen, no hay problema”, le dije. Esteban sonrió y me preguntó por qué quería ser reportera, y sobre el tema giró nuestra primera conversación.

Esa ocasión, Esteban me comentó que el Director (organigrama de entonces) de Diario de Colima, Héctor Sánchez de la Madrid, estaba de vacaciones, que cuando regresara podría conocerlo y platicar con él, pero que mientras tanto, yo tenía que presentarme a las 10 de la mañana del día siguiente en el Diario.

Y pues sí. Empecé a trabajar en Diario de Colima un 12 de octubre de 1990, Día de la Raza, día festivo en ese entonces para casi la generalidad de la clase trabajadora, pero no para las y los periodistas, por lo que me inicié en este oficio sabiendo, desde el primer día, que en la reporteada no hay días feriados y sí mucho compromiso y disposición para estar en el lugar y en el momento que se genera la noticia.

Para no dejar nada en el aire, diré que obviamente no usé mi boleto de viaje para irme a vivir a otro lugar del país y que empecé a cobrar mi sueldo como reportera desde el día que inició mi enseñanza reporteril.

El oficio de ser periodista lo aprendí de lo masculino porque al principio sólo estaba yo de reportera de primera plana del periódico. Así que pronto tuve que lidiar con dos cosas: ser novata y ser mujer, en un ambiente laboral dominado por hombres. Tal situación, sin embargo, nunca fue obstáculo para que en esta Casa Editora, allá por la década de los 90, se me abrieran oportunidades para, además de reportera, ser Jefa de Redacción y posteriormente Jefa de Información (en aquel organigrama), y en la época reciente, Directora Editorial.

Ante la imposibilidad de poder contar tantas anécdotas, vivencias y aprendizajes acumulados en los varios años que he ejercido el periodismo aquí, en Diario de Colima, baste decir que me tocó empezar a ser reportera en una época que me gustó mucho, cuando, salvo algunas excepciones, la entrevista era de riguroso frente a frente, cuando la grabadora sólo se usaba como respaldo de la declaración y cuando en las redacciones todavía se escribía en máquinas mecánicas (toda una proeza, si se piensa en eso en estos tiempos).

Ese instinto que me llevó a entrar al edificio de Diario de Colima y pedir trabajo de reportera, jamás he sabido explicarlo y lo he contado a pocas personas, entre ellas a quien hasta hace poco fue mi jefe inmediato, Armando Martínez de la Rosa, Director General de esta Casa Editora, quien, a veces que la jornada se alargaba, solía decirme: “Pero ahí andas pasando frente al Diario”.

Por decisión personal, pondré pausa a mi actividad periodística. Agradezco profundamente al señor Héctor Sánchez de la Madrid la oportunidad y confianza que me brindó de aprender y desarrollarme como periodista en Diario de Colima. Gracias a Patricia Sánchez Espinosa, Subdirectora General, por su apoyo; y por supuesto, gracias a Armando Martínez.

Gracias, a las y los lectores que alguna vez o más de alguna vez leyeron algo firmado por mí en las páginas de Diario de Colima.

Muchas gracias, siempre.