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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Leyenda negra


Viernes 19 de Julio de 2019 7:16 am


INTELIGENTE, astuto, frío, violento, de visión empresarial que desearían tener muchos empresarios legales, Joaquín El Chapo Guzmán Loera recibió, antier, el más duro golpe de la vida: prisión perpetua en una cárcel supermax de Estados Unidos.

Aislado, pasará el resto de su vida en una celda de pocos metros cuadrados, encerrado 23 horas por jornada; la restante para completar el día podrá ocuparla en tomar sol y ejercitarse. Tormento permanente será ese para un hombre acostumbrado a imponer su voluntad, a desplazarse por donde necesitara o le complaciera, así fuera en la clandestinidad, a disfrutar placeres de macho alfa y a disponer de vidas y bienes de sus enemigos. Tal vez llegue el momento en que –tarde ya– prefiera haber muerto en un enfrentamiento contra fuerzas del Estado o la metralla de sus contrincantes. O podría refugiarse –nadie lo sabe– en la religión, como lo han hecho otros muchos condenados a prisión perpetua como él, que encontraron consuelo en los discursos de quienes dicen representar a Dios en la Tierra.

En cartas a una de sus parejas, reveladas por Julio Scherer García, Guzmán Loera expuso la desesperación que lo agobiaba por el encierro la primera vez que fue atrapado. No soportaba la privación de la libertad, a pesar de padecerla en una cárcel mexicana, donde la corrupción de los carceleros y las autoridades por encima de éstos, le permitían una vida menos atroz que la de otros prisioneros. Escapó.

Y se fugó también de la segunda cárcel, la de “máxima seguridad”. Finalmente, la recaptura lo colocó en la plataforma de lanzamiento de la extradición a Estados Unidos, que lo reclamaba por delitos allá cometidos. La complacencia del gobierno de Enrique Peña Nieto obró con rapidez para ponerlo en manos de Washington, o mejor dicho, de Nueva York, donde una oficina de la Corte Federal lo condenó antier.

¿Qué tan difícil le sería fugarse de la penitenciaría donde será recluido? Supongo que es sumamente difícil, en la frontera con lo imposible. ¿Imposible? Los caminos a la libertad son muchos más de cuanto podamos imaginar los comunes. Para una mente como la de El Chapo, mientras la voluntad no le sea quebrantada, la esperanza se mantendrá. Él mismo lo afirmó antier, cuando le permitieron hablar en la sesión de sentencia: la justicia de Estados Unidos es tan corrupta como la de otros países. Tan singular reo conoce bien esos menesteres.

¿O el encierro de por vida terminará por quebrantar su voluntad, su audacia y sus ganas de libertad y opte, en la desesperación, por inmolarse para cerrar el largo ciclo de construcción de su leyenda negra? ¿Cómo saberlo? Pese a su condición de derrotado rotundo, todavía le quedan lazos fuertes con la vida, su familia, por ejemplo.

Esa leyenda se labró en las circunstancias únicas de su momento. Las condiciones que propiciaron su crecimiento hasta llevarlo al pedestal efímero de ser el más poderoso narcotraficante del planeta, no existen más. Hoy, el universo de la delincuencia es diferente, mucho. En él no surgirá otro Chapo, por mucho que haya capos poderosos, tanto o más violentos que el sinaloense. Difícilmente se encontraría uno con la inteligencia privilegiada y los atributos de estratega de Guzmán Loera.

Brotado de la pobreza extrema, impelido por su carácter a abandonarla, la suya es una historia irrepetible. Podrá haberlas similares, pero no iguales. El hombre y su circunstancia, explicaba con lucidez el filósofo español José Ortega y Gasset. En ese caldo de cultivo prosperó el capo. Victimario, también es víctima de quienes amasaron fortunas protegiéndolo primero y luego lanzándolo al vacío. Impunes ellos; Guzmán paga las culpas de todos. La historia de la humanidad es, con mucho, una sucesión de traiciones, la inaugural, la de Caín, da luz para entenderlas.

Atroz sentencia, en nada cambia el amargor de la realidad del narcotráfico y la violencia criminal en México. Si acaso, modifica dominios, no la omnipresencia de un fenómeno delictivo que ha puesto al país a la orilla del peor de los abismos, el narcopoder político, que si bien no se ha concretado, es riesgo latente en tanto no se liquiden su causa, que no es la pobreza extrema, sino el arraigo profundo de una visión torcida de la vida que prosterna a muchos ante la efigie del becerro de oro para adorarla. 


MAR DE FONDO


** “Nacido en las montañas de La Tuna. Humilde vendedor de naranjas con muchas metas y una gran ambición. Orgulloso de sus orígenes, amigo de todos, líder dispuesto, atento y siempre presente para su gente. De fuertes aspiraciones e ideales. Valiente, carismático, de honor, palabra y respeto, con una solución y salidas siempre lista frente a cualquier reto. En el mundo entero es conocido como el CEO de Sinaloa o el Señor de las Montañas. Es el único y legendario 701. Una leyenda viva con esencia revolucionaria”.

Así lo presenta la página web de la tienda on line –moda y accesorios–. Creada por su familia, la empresa ofrece artículos con la figura y los íconos de El Chapo como motivo central. El 701 proviene del lugar en que entre los más acaudalados del mundo lo situó la revista Forbes. 

Es la visión desde otra perspectiva a la figura de Guzmán Loera.


** “Fue sueño ayer, mañana será tierra./ ¡Poco antes nada, y poco después humo!/ ¡Y destino ambiciones, y presumo/ apenas punto al cerco que me cierra!/ Breve combate de importuna guerra,/ en mi defensa, soy peligro sumo,/ y mientras con mis armas me consumo,/ menos me hospeda el cuerpo que me entierra./ Ya no es ayer, mañana no ha llegado;/ hoy pasa y es y fue, con movimiento/ que a la muerte me lleva despeñado./ Azadas son la hora y el momento/ que a jornal de mi pena y mi cuidado/ cavan en mi vivir mi monumento”. (Francisco de Quevedo, español, 1580-1645. Fue sueño ayer, mañana será tierra...)