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Sin tregua



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Viernes 19 de Julio de 2019 7:25 am


HACE algunas décadas, nuestro estado era de los que por un centímetro desaparecía del mapa de la República Mexicana, quienes viajábamos a otros estados e incluso al extranjero, presumíamos sus múltiples maravillas, pero nadie lo ubicaba y hasta dudaban de su existencia. Pero el destino nos alcanzó trayendo con él todas las calamidades, esas que desde hace tiempo azotan a otros estados: violencia, robos, secuestros, extorsiones y feminicidios. 

Hace días, Colima amaneció con una dolorosa noticia, de esas ya comunes pero que cobra relevancia porque se trata de dos personas que ostentan cargos públicos, haciéndolos visibles ante los ojos de la ciudadanía y autoridades. Un agresor, el todavía Alcalde del municipio de Armería; la víctima, su esposa y Presidenta del DIF municipal.

Aunque estamos ante un caso de suma preocupación y que requiere, como debería ser para todo mundo, contar con la atención puntual, sí es evidente que, si un promedio de cada semana se encuentra el cuerpo de una mujer asesinada, o se registren más o menos 10 denuncias por violencia familiar diariamente, lo que me sugiere es un tratamiento y prontitud en los mismos parámetros para todas las víctimas de violencia.

Pero esta dolorosa circunstancia tomó dimensiones diferentes a partir de que se trata de personalidades que ostentan cargos públicos, y que, como es común en estos casos, no quedó en el ámbito de lo privado como así lo quiso manejar el agresor, en su única declaración que circula en los medios de comunicación. La prontitud con la que la víctima hizo la denuncia y fue atendida de las lesiones recibidas, hizo que trascendiera a la mayoría de los medios de comunicación y redes sociales.

Por donde se le mire, la esposa del agresor tenía en su contra todo el aparato de poder comandado por su marido, pues el cuerpo policíaco municipal es personal que depende directamente del Presidente, y aun tratándose de un acto consumado de violencia familiar, no iban a ponerse contra su jefe inmediato; tanto así, que el Ministerio Público que dictó la orden de protección, omitió en ella los puntos más importantes: que el agresor no se acerque a la víctima a determinados metros de distancia, que la pueda lastimar nuevamente.

Lo que personalmente he percibido en este proceso, que hoy día aparece dando otro giro, pues observamos a la pareja de funcionarios en actos públicos cumpliendo ambos con sus respectivas encomiendas como si nada hubiera pasado, es una tremenda simulación, evidenciando el interés del agresor en limpiar una imagen que por más eventos sociales que realice, está más que manchada, y el caso seguirá su curso de oficio, como lo marca la ley, aunque la víctima haya desistido de la denuncia inicial.

Otro agravante por lo que este caso es paradigmático, es el hecho de tratarse de un funcionario, llegado ahí por elección popular y que su preocupación principal tendría que ser la de cumplir con esta función, siendo ejemplo para el pueblo al que representa, pero haber usado un arma de fuego para perpetrar la agresión, lo torna más grave todavía. Y su esposa, la responsable de la institución que promueve la integración y bienestar de las familias, al menos de su municipio.

Pero una de las grandes sorpresas es la defensa inmediata que hace la senadora Gricelda Valencia al agresor, anteponiendo sus intereses personales de amistad, a un hecho por el que las mujeres de este país y del mundo, hemos luchado por tantos años: la disminución y erradicación de la violencia hacia mujeres y niñas, mostrando gran desconocimiento de los efectos que esta violencia genera en las víctimas.

La otra sorpresa es la mudez y falta de interés del conjunto del Congreso del Estado ante este hecho lamentable, o mínimo un pronunciamiento de la bancada de la coalición por la que el Presidente de Armería fue postulado. Las organizaciones de mujeres daremos seguimiento puntual y no daremos tregua a éste y otros casos de violencia machista.


*Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima