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Contextos



RAÚL JUÁREZ ALBARRÁN

Un sinuoso camino


Sábado 10 de Agosto de 2019 12:07 pm


COMO cada año, en este mes de agosto, nos reunimos con nuestras respectivas “agregadas culturales” de 15 a 20 compañeros de la generación de economistas de la UdeG 1968-1973. Por segunda ocasión fue en Nayarit. En esta experiencia gastronómica le correspondió atendernos en forma espléndida a Raúl Pérez González, ex rector de la universidad nayarita, quien desde un principio nos advirtió que el plan era hacer un recorrido “light” para visitar atractivos que la primera vez que estuvimos en la tierra del Rey Mayar no alcanzamos a recorrer.

Salimos desde Guadalajara a Tepic. Al llegar al centro de la capital visitamos el Palacio de Gobierno que otrora fuera penitenciaría (1883). En sus techos y muros admiramos el conjunto muralista del maestro José Luis Soto, en el cual se muestran desde las raíces de la mexicanidad (Mexcaltitlán), pasando por la Conquista, la Revolución y personajes del estado que ellos mismos denominan como “tierra fértil, mar de oportunidades”.

Partimos a nuestro destino “la Playa de Cocos”, a 52 kilómetros de Tepic. Por error tome la carretera vieja. Una vía llena de curvas, bajando y bajando admiramos los sembradíos de “yaca”, huertas de mango y plátano en sus laderas. El trayecto nos llevó una hora pero le vimos el lado bueno, sobre todo lo de la yaca que es industrializada como harina. Se dice que es afrodisíaca y que por ello tiene gran demanda.

Al llegar al hotel “Casa mañana”, de 35 habitaciones con vista al mar, nos instalamos, casi todos íbamos llegando. Nos vimos en el restaurante cuyo dueño es de nacionalidad austriaca. En principio era sólo una palapa a la que asistían los extranjeros que iban a surfear. Famoso por su cocina, para mi gusto excelente. Una excelente chef. Igual el bar en el que disfrutamos ricos mojitos preparados por la bar girl, una bella negrita con bella sonrisa. De la hija del austriaco me quedo con sus verdes ojos, color de  mar nayarita.

Al día siguiente, partimos rumbo a un estero denominado “La Tovara”. Hicimos un recorrido en dos lanchas hasta el ojo de agua, más o menos como a tres kilómetros. El lanchero nos advirtió no meter manos al agua puesto que abundan los reptiles (lagartos). En el trayecto, entre los manglares, vimos reposar garzas grises y admirar la vegetación diversa. Los mangles viejos los cortan para hacer el fuego donde cuecen el pescado zarandeado. En el embarcadero hay muchas tienditas como las de la salida de Tecomán, donde venden pan de plátano, yaca y mango, los cuales obviamente degustamos. Cerca hay granjas de camarón seco muy bueno. Compramos para compartirlo con los amigos.

Fuimos al Fuerte en San Blas, unas ruinas amuralladas con cañones de diverso calibre situadas en una loma, desde la cual se ve el mar y un poco antes de la marea está un montículo rocoso que dicen, es ceremonial. El guía nos explicó –tengo mis dudas– que los barcos llegaban al pie del fuerte y que en sus bodegas almacenaban productos varios del país en rutas de cabotaje y del extranjero como la “Nao de China”. La distancia hacia el mar ahora (2 kilómetros) –dijo– fue producto del movimiento de las placas tectónicas 

Por último, les comento de las comidas que el mismo tocayo, nuestro anfitrión, denominó como “salvajes”. Primero, en un restaurante en el centro de San Blas degustamos, entre otros platillos: cremas de ostión y de camarón con bastantes piezas de cada marisco en cada plato. Yo pedí aparte una sopa de mariscos con camarón, ostión, langosta y pescado. Un buen chef.

En una palapa fuimos a comer “salvajemente” la especialidad que es el zarandeado, oliendo a humo de mangle. De entrada, ceviche de camarón y de pescado bien dotados, aguachile con bastante camarón y langosta que se resbalaba de los dedos de buena. Los pescados llevan como aderezo plátano macho frito. De postre plátano con leche Nestlé.  ¡Ah!, y una buena dotación de micheladas y cervezas marca Pacífico.

El regreso a casa fue por la ancha carretera San Blas-Tepic, de 32 kilómetros. Tomamos el libramiento de Tepic y de ahí a la súper carretera Tepic-Guadalajara. Antes de llegar a la tierra del tequila, como a 30 Km. hay una desviación hacia Manzanillo, la cual te saca en el  Kilómetro 40; de ahí la súper a Colima. En total, aproximadamente 470 Km. de trayecto que hicimos en cinco horas. Y aquí estamos extrañando a los amigos de la vida.