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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

¡El reino de Dios y la puerta angosta!


Domingo 25 de Agosto de 2019 7:08 am


EN el Evangelio de hoy, nuestro señor Jesucristo nos habla del Reino de Dios y predice: “Vendrán muchas gentes del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán del Reino de Dios”. Anuncio claro de ese Reino de salvación destinado a congregar a todos los hombres del mundo.

El Reino de Dios es la infinita misericordia de Dios Padre que se compadeció de nosotros y nos envió a su hijo unigénito para redimirnos del pecado y de la muerte. Es una liberación profunda y universal que nos conduce al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, las tres divinas personas que intervienen en nuestra historia para hacernos felices en esta y en la otra vida.

Desde que fuimos bautizados, el señor Jesús nos integró a su Iglesia, una, santa, católica y apostólica, depositaria de las verdades de fe y administradora de los sacramentos de gracia santificante, especialmente el don de la Eucaristía. Participamos del Reino de Dios, y Jesús nos pide que colaboremos en las obras salvíficas de Dios. ¿Aceptamos la misión? ¿La rechazamos? ¿Somos de otra religión?

El Concilio Vaticano II ha expresado con mucha claridad que Dios no niega a nadie las posibilidades de alcanzar la salvación. La Iglesia profesa la verdad plena revelada por Dios en Cristo, “pero no rechaza lo que en otras religiones hay de santo y verdadero”.

La Iglesia impulsa, bendice el diálogo teológico, amistoso, con las iglesias y comunidades de hermanos que se separaron de la Iglesia Católica; tarea ecuménica para restablecer la unión de todos los cristianos. Esta misión reconciliadora es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo; es necesario corresponder con oración, con actitud fraternal y el sincero diálogo teológico. Es el mismo deseo de Cristo que oraba así: “Padre, te pido que todos sean uno, lo mismo que lo somos tu y yo. Y que vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado”.

El Evangelio de este domingo nos dice también que alguien preguntó a Jesús: “¿Es verdad que son pocos los que se salvan?”. Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán”.

Entrar al Reino de Dios por la puerta estrecha significa vivir siempre según las exigencias del Evangelio, no dejarnos esclavizar por las bajas pasiones, hacer todo lo que nos sea posible en orden a la salvación del hombre total. Vivir alegres, sin miedo, con la libertad propia de los hijos de Dios.

Amigo(a): La tarea es ardua. Hay que incrementar la solidez de la fe católica, propagarla en nuestro mundo acosado por el materialismo antireligioso. Colaborar en la solución de los problemas espirituales, morales, económicos, culturales sociales. Ser testigos auténticos de la fe, cumpliendo el Mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.