Cargando



Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Ese bello árbol


Domingo 08 de Septiembre de 2019 7:22 am


CUANDO estudiaba el bachillerato, conocí a una persona quien sería mi buen amigo y maestro por muchos años; de él aprendí bastante y a veces siento que en su enseñanza hubo un parteaguas en la manera que empecé a ver la vida. Era un hombre inteligente, recuerdo una plática que él daba a jóvenes la cual se titulaba “La primera vez”, por el título muchos asistían creyendo que trataría de temas más sensuales, pero la verdad es que Ramón tenía otra dirección más profunda para su charla. Trataba de algo que hasta hoy me alcanza, recomiendo y que reconozco cuán importante es esto de tener una perspectiva así de vida, yo estoy agradecida con él por haberme regalado esa consciencia de la primera vez.

En la vida vamos viviendo y dando por sentado tantas cosas que no nos detenemos a mirar y menos nos logramos admirar, pero hay una primera vez en que notamos en la manzana una crujiente textura, percibimos la frescura de sus jugos en nuestro paladar y nos maravillamos con profundo disfrute al comer una manzana. Seguramente durante la vida anterior a ese momento hemos comido manzana en varias formas pero ese día la pudimos sentir. Desde que el mundo es mundo amanece y anochece, pero hay un día en que admiramos con emoción un atardecer o que nos llena de ímpetu respirar el fresco rocío de un amanecer. Pues bien, esa manera de ser conscientes de las cosas es lo que vendría a ser nuestra primera vez con la manzana, con el atardecer.

Tener la capacidad de asombro cada vez que mordemos una manzana, cada vez que vemos un atardecer, cada vez que escuchamos a nuestro compañero de vida, cada vez que despertamos, cada vez que vemos algo es importante. Tener la capacidad de disfrutar, asombrarnos y agradecer es la llave del mayor poder de creación que pueda haber, es la gratitud exactamente la que nos va a salvar de llenar nuestra alma de reclamos; reconocer el privilegio en todo lo que nos rodea es poder ver la mano creadora y reconocernos a nosotros como co-creadores de nuestra realidad, ya sea en gratitud, ya sea en esclavitud.

Porque poder reconocer el regalo que para nosotros hay en todo lo que nos rodea y poder sentir la fuerza de la sorpresa es estar en permanente gozo y satisfacción, pero si dejamos de ver lo que si nos es a bien y sólo buscamos lo que no nos agrada, entonces somos ciegos, nos perdemos y ya no nos vemos.

Algún día se dijo que el que quisiera conocer a Dios lo buscara en su creación, y creo que es interesante considerarlo más allá del dogma religioso, mirar sin filtros el orden creativo que sí está a nuestro alrededor, con todo y su imperfección. Saber que nosotros también somos su creación, por lo tanto, si queremos conocer del amor perfecto y eterno, del sabernos aceptados con todo y brillar con entusiasmo durante el trascurso de nuestra vida, la primera criatura a observar somos nosotros mismos, después miremos todo alrededor y aceptemos el profundo regalo que nos dan los malos momentos, los tropiezos y los crueles llantos, porque aún en la adversidad hay una universidad.

Vivir es elegir, ya lo hemos platicado y cada quien crea su propio infierno o su paraíso presente. Piénsalo, lo que hay es lo que hay, y disfrutarlo o no es tu elección. Forzar la vida, a las personas y al destino a ser como yo creo que debe ser es un callejón sin salida y sin resolución. Más disfrutar de la vida como si fuese siempre la primera vez, es una semilla de alegría y casi garantía de más momentos de serena paz. Ante lo adverso aceptación, ante lo hermoso aprecio y sobre todo ante el otro gratitud por que a bien o a mal en todo es un mensajero del cómo poder amar a mí y disfrutar este mí estar en la vida. Innovemos algo ¡ya!, separemos lo incómodo de lo agradable y aceptemos que nada es intachable. Si por la mañana te enojas, no dejes de ver ese bello árbol que está ahí para ti.


*Terapeuta psico-emocional


innovemosalgoya@gmail.com