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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

Realismo responsable


Domingo 08 de Septiembre de 2019 7:18 am


La mayoría de los cristianos buscamos un cristianismo cómodo, una devoción sin complicaciones. Queremos acomodar a Dios según nuestras preferencias y no queremos ajustarnos a sus mandamientos. Es buscarnos a nosotros mismos y no a Dios. A propósito, el Evangelio de hoy nos llama a todos a una profunda reflexión.

Jesús dijo a sus discípulos estas tajantes palabras: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, mas aún, así mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. 

Los ejemplos que emplea Jesús son muy diferentes, pero su enseñanza es la misma: el que emprende un proyecto importante de manera temeraria, sin examinar antes si tiene medios y fuerzas para lograr lo que pretende, corre el riesgo de terminar fracasando.

Ningún labrador se pone a construir una torre para proteger sus viñas, sin tomarse antes un tiempo para calcular si podrá concluirla con éxito, no sea que la obra quede inacabada, provocando las burlas de los vecinos. Ningún rey se decide a entrar en combate con un adversario poderoso, sin antes analizar si aquella batalla puede terminar en victoria o será un suicidio. Estas son condiciones exigentes, planteadas en términos muy duros que muestran la seriedad del camino que Jesús mismo está caminando y nos da ejemplo.

El cristiano, discípulo de Jesús, no debe dejarse seducir por una visión idealista o romántica de la vida cristiana, no es una filosofía, sino una realidad que debemos vivir, siguiendo el camino de Jesús sin rodeos. No es cuestión de un momento o de un día, es la actitud de toda una vida.

Seguir a Jesucristo es algo más que devociones de rutina. Es fundamentar toda la vida en Dios. Vencer el egoísmo y abrirse a un amor generoso luchando contra todo lo que hay de pecado en nosotros. Es saber llevar la cruz de la lucha de todos los días. Es atestiguar el Evangelio con la palabra y el ejemplo.

Antes de tomar la decisión de seguir a Jesús, examinemos nuestro vivir: ¿Qué es lo que consideramos difícil en el seguimiento de Cristo? ¿Qué intereses personales nos hacen quebrantar los mandamientos cristianos? ¿A qué tenemos que renunciar para ser discípulos de Jesús? ¿Cuáles son nuestros propósitos radicales ante el Señor que nos dice: “toma tu cruz y sígueme?”.

Estamos decididos. No tengamos miedo. En ese seguimiento de Jesús nunca nos faltará su ayuda. Siempre estará con nosotros la fuerza prodigiosa del Espíritu Santo y el amor misericordioso y personal del Padre. Camino difícil, quizá imposible si lo tuviéramos que realizar solos, con nuestras propias fuerzas, pero es un camino perfectamente posible si confiamos y pedimos la ayuda del Señor.

Amigo(a): En el seguimiento de Jesús hay una pieza clave que es la relación personal y comunitaria con el hijo de Dios. Y la pregunta sería esta: ¿Renuncio a lo que sea necesario para mantenerme en gracia, y cultivar ese trato personal e íntimo con Jesús en la Eucaristía?