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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

Bullying, o sea, acoso escolar…


Domingo 08 de Septiembre de 2019 7:17 am


MUCHAS personas dicen con vehemencia que no es lo mismo tener hijos(as) que mantenerlos (as). Yo agregaría que la parte más difícil y delicada es educarlos correctamente.

No hay fórmulas universales, pero también es cierto que existen conductas que no se deben permitir, que están prohibidas bajo casi todas las circunstancias: matar, robar, ofender. La mayoría de las personas estarían de acuerdo en esto, pero, en nuestro México querido el acoso escolar es común, lo permitimos y hasta lo fomentamos. He sabido de mamás (de acosadores) que dicen literalmente: “prefiero que mi hijo pegue, a que le peguen”.

Tanto el niño acosador como el niño acosado tienen su origen en el seno de la familia por diferentes causas, es por ello que debemos estar atentos a lo que hacemos como papás y mamás, ya sea por la forma en que criamos a nuestros hijos e hijas (sí, también hay niñas que acosan a otras niñas y niños) o por la forma en que los vecinos crían a los suyos, pues esos niños serán los vecinos de nuestros hijos, serán los padres de los niños que serán vecinos de nuestros hijos.

Entre los factores que alimentan el acoso escolar son la desintegración familiar, el abuso de las drogas, abandono de los padres, falta de comunicación, un ambiente de agresiones al interior del seno familiar o un barrio agresivo, pertenecer a pandillas. Suelen refugiarse en un grupo social con la misma agresividad o violencia. Establecen un antecedente digno de prestarle atención, pero en ocasiones los papás somos los últimos en saber que hemos criado a un acosador. Creo que nadie quiere, de manera consciente, que nuestros hijos o hijas se conviertan en acosadores.

Por el otro lado, están los que sufren de acoso por diferentes razones: discriminación racial, cultural, económica, de género, estatura (por ser altos o por ser chaparros), complexión. Las víctimas de acoso suelen serlo por desventaja física, es decir, no son tan fuertes o numerosos como los atacantes.

Debido a esto último, para solucionar el problema, suele haber papás que aconsejan a sus hijos a responder una agresión con otra agresión. En la cultura popular mexicana existía (¿existe?) la consigna: “si peleas y te pegan, yo te voy a pegar más fuerte”.

Otra perspectiva aborda el fortalecimiento físico de las víctimas para poder defenderse o poder atacar al acosador hasta desquitarse. Estoy de medianamente de acuerdo con la primer parte, pero nada con la segunda. La violencia está engendrando violencia. Decía Gandhi: “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.

Es por ello que el primer paso debe ser la conciliación con el agresor y su tratamiento. Acudir a las autoridades escolares para que intervengan con la familia del acosador. Muchos dirán: no funciona. Pero es lo adecuado. El niño no se volvió acosador de a gratis. Muy posiblemente hay sufrimiento en su casa, en su vida, en su corazón. El fortalecimiento emocional de los acosadores es indispensable para que aprendan a reconocer sus emociones y a transformar la energía negativa en actividades constructivas como la música, el deporte o el trabajo de su preferencia.

El fortalecimiento físico y emocional de las víctimas es una tarea paralela pero debe ser orientada a la disciplina y autocontrol, sobre todo si se les va a instruir en las artes marciales, de las cuales, una opción interesante es el aikido, donde se aprende a neutralizar una agresión incluso sin que nadie, ni siquiera el acosador, salga lastimado.

Lo bueno: víctimas y acosadores pueden coexistir sin daño mutuo, pues no dejaremos de ser vecinos de este planeta. Lo malo: el acosador suele esconder heridas detrás de una cáscara de rudeza, de agresividad y violencia que puede ser disuelta con ayuda de la familia cercana.

Lo chundo: enseñarle a los hijos a pelear y que le apliquen a uno la castradora.

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*Psicólogo


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